La conciencia es el resultado de un proceso colectivo, de allí que la burguesía a lo que más teme es a un pueblo consciente. La conciencia no se adquiere en libros ni mediante el estudio, aunque estos pueden contribuir a la comprensión de la misma y a explicar el fenómeno que representa. Tampoco es de aparición abrupta en momentos coyunturales, ni el resultado de voluntades vanguardistas. La conciencia es conciencia de clase y, como tal, es una característica del proletariado, que lo mueve a rebelarse contra el capital y contra su falsa conciencia o ideología.
Esta reflexión de hoy, me parece de suma importancia para comprender los avances, estancos o retrocesos en todo proceso revolucionario. Para mí, no se trata de un ejercicio teoricista, ni de una interpretación de la realidad, sino de un esfuerzo por transformarla, desde el papel que corresponde desempeñar a los y las dirigentes del proceso, que ocupan puestos organizativos claves y que tienen la responsabilidad de saber apuntar en la dirección que indica el proletariado como clase.
Explico con un ejemplo que históricamente nos compromete como generación bolivariana y chavista, en esta revolución que debe conducirnos, infaltablemente, al socialismo: En 1989, la conciencia proletaria del mundo, bajo el dominio del capital, se expresa, coyunturalmente, en Venezuela, con un estallido social que rechaza la imposición de nuevas medidas económicas, de corte neoliberal, con las que se pretendía apretar los grilletes y hacer más pesadas las cadenas de explotación contra las inmensas mayorías empobrecidas. A esa expresión de la conciencia de clase del proletariado, le siguió, en muy poco tiempo (1992), el liderazgo de un individuo que fue capaz de interpretar, aglutinar, organizar y liderar un movimiento que dio continuidad, al “sacudón” de finales de febrero de 1989 y que aún se nombra como “El Caracazo”.
Hugo Chávez, como individuo, lo que hace después de 1989, interpretando desde dentro de las filas militares venezolanas que, para entonces, salieron a masacrar al pueblo que se expresaba en las calles, fue “traducir” la voz del pueblo en acciones que le dieran orientación y organicidad a lo que estaba ocurriendo y que sigue ocurriendo hoy en Venezuela, en Nuestramérica y el mundo, como parte de un solo proceso de conciencia en el que el pueblo proletario y pobre, lo único que tiene para perder son las cadenas que le oprimen.
Es por esto que hoy podemos decir que el movimiento consciente, bolivariano y chavista, que hoy es espíritu que recorre libertario por el mundo, enfrentando al capitalismo, a su fase superior de imperialismo, a su carácter de imperio, concentrado simbólicamente en los Estado Unidos, como gerente administrador político y militar, del mismo, es el fenómeno de conciencia proletaria más explícito que tienen los pueblos del mundo, en su lucha por vencer al dominio del capital, a sus expresiones ideológicas y a su hegemonía cultural, mientras construye la sociedad posible de los iguales, el socialismo.
En la actual guerra de posiciones (para denominarla en términos gramscianos, que pueden ser consultados en su bibliografía y, particularmente en sus Cuadernos de la cárcel), el capital en crisis y herido, lucha por su sobrevivencia y utiliza todos sus mecanismos para seguir torciendo conciencia e ideologizando a los pobres, pero también enseña los cañones que está a punto de utilizar para torcer cruentamente el brazo de quienes les sigan (sigamos) haciendo resistencia.
Lo que sí debemos entender es que los pueblos pobres, el proletariado, marchan al ritmo consecuente de sus intereses de clase y terminará venciendo el dominio del gran capital, de sus relaciones de producción y de su cultura de la explotación. A las y los revolucionarios, lo que nos corresponde es saber subordinarnos a la conciencia de clase del proletariado y actuar en todos los terrenos estratégicos de acuerdo con sus fines. Ese es el papel de una auténtica vanguardia revolucionaria. Esa es la tarea que hoy tiene asignada, en Venezuela y en el mundo, la Revolución Bolivariana y Chavista, que ha delegado su voz de mando en el Comandante en jefe Nicolás Maduro. ¡Mande comandante! ¡Mande proletariamente comandante! ¡Aquí estamos los soldados de la victoria, dispuestos a vencer!