Estados Unidos y la conexión narcótica: Diosdado Cabello en la mira de las mentiras que matan

I

La CIA, “la conexión narcótica” y el general que intentó asesinar al Comandante Chávez.

Durante más de una década, la CIA moviliza desde Venezuela, con la cobertura de un programa anti-drogas, más de 22 toneladas de cocaína hacia Estados Unidos.

Descubierto el operativo del envío de una tonelada (01) de cocaína que coloca al descubierto las andanzas de la conexión narcótica: los voceros de la Casa Blanca declaran que “ese grave accidente no podía ser confundido con una operación planificada e intencional”. No obstante, tal como puntualizaron varios periodistas norteamericanos, más de 20 toneladas de cocaína es vendida en las calles de Estados Unidos, y especialmente en Miami.

Multiplíquese y sáquese la cuenta (a los precios de ahora o de entonces) y tenemos un indicador de cómo la conexión narcótica financia operaciones encubiertas de los servicios de inteligencia norteamericanos. A precios actuales, el kilo de cocaína pura se vende en Estados Unidos entre 20.000 y 30.000 dólares, si es en Nueva York y otras ciudades de la llamada “Costa Este”. La cocaína que se menudea es la “rebajada”, y la regla es que de cada kilo de la pura obtienen 4 para la venta. Y a 20.000 dólares tenemos: 440. 000.000 millones de dólares.

Las operaciones de la conexión narcótica, son coordinadas, en Venezuela, por el mismito General que luego conspira contra la Revolución Bolivariana y urde planes para asesinar al Comandante Chávez:

El general Ramón Guillén Dávila, ex jefe de la División Anti-drogas de la Guardia Nacional de Venezuela (integrado al presupuesto destinado a la compra de militares, a escala mundial, de la CIA), es acusado, en 1990, por el “Gran Jurado” de Miami de introducir, en USA, 22 toneladas de drogas: “En noviembre de 1991, tras recibir una promesa escrita de inmunidad de la oficina del fiscal federal en Miami, Guillén viajó a E.U. a testificar. Al cabo de cuatro días de interrogatorio en un cuarto del hotel Hilton del aeropuerto, Guillen perdió su compostura y confesó.” Acepta y refiere detalles de los envíos de cocaína controlados por la CIA.

La conexión narcótica, se moviliza y el General empleado de la CIA no es enjuiciado. Sin embargo se evidencias suficientemente cómo el imperialismo usa sistemáticamente el control del negocio de la droga, en tanto elemento central del financiamiento de sus operaciones desestabilizadora, conspirativas y de inteligencia, y para criminalizar. Como parte esencial de su maquinaria de guerra:

“Peter Dale Scott: Permítame, ante todo, definir lo que yo entiendo por «conexión narcótica». Las drogas no entran en Estados Unidos por arte de magia. Importantes cargamentos de droga son enviados a veces a ese país con el consentimiento y/o la complicidad directa de la CIA. Le voy a poner un ejemplo que yo mismo cito en. En ese libro “La maquinaria de la guerra” yo menciono al general Ramón Guillén Dávila, director de una unidad antidroga creada por la CIA en Venezuela, quien fue inculpado en Miami por haber introducido clandestinamente una tonelada de cocaína en Estados Unidos…. En total, según el Wall Street Journal, el general Guillén posiblemente envió ilegalmente más de 22 toneladas de droga a Estados Unidos. Sin embargo, las autoridades estadounidenses nunca solicitaron a Venezuela la extradición de Guillén… el acta de acusación contra ese individuo todavía estaba sellada en Miami.”

II

Gary Webb, el mensajero que asesinaron y lo que el informe de John Kerry ya no puede ocultar.

Gary Webb es el periodista estado-unidense suicidado (exactamente asesinado), que con sus investigaciones acerca de la “Alianza Oscura”, revela un conjunto de casos del negocio de la droga por la CIA, y en especial las operaciones contra-revolucionarias en Nicaragua dirigidas por el narco-terrorista Posada Carriles. Un detalle que no puede pasar inadvertido, en Alianza oscura, “Webb revela a partir de documentos desclasificados de la CIA que, en enero de 1974, la Agencia rechazó una solicitud de Posada para proveer a un socio suyo «un pasaporte venezolano…”

Diez años más tarde, Nick Schou escribe “Kill the Messenger” (Muerte al mensajero), un libro testimonial en torno al trabajo de Webb, y demostrativo de la veracidad de sus denuncias acerca el alcance de las relaciones de los negocios de la droga protegidos y realizados por la CIA. Schou, en una entrevista precisa que: “Si hubieras tratado de escribir una historia de hace diez años el argumento de que la CIA estaba promoviendo o practicando la tortura, estarías mirado como una especie de reconstrucción de marxista o algo así. Y ahora usted puede leer en los periódicos, todos los días, acerca del uso de la tortura.”

Puntualizando que: “…la CIA publicó un informe admitiendo que había ocultado su relación con los traficantes de drogas de la Contra desde hace más de una década… La CIA terminó admitiendo lazos con decenas de organizaciones de tráfico que participaron en Nicaragua.”

Para Gary Webb se trata de encontrar fuertes evidencias de lo que no es un secreto, para los periodista (ni para nadie), la existencia de la conexión narcótica, y particularmente de sus operaciones en la Nicaragua sandinista. Empero, en tanto, periodista de investigación no fue ese el mayor desafío que confronta, sino el hueso en la garganta que significa el gremio de los poderosos dueños de periódicos. Como demuestra Nick Schou, y Webb aclara en su libro, los editores de los artículos enfatizan una idea difícil de demostrar, y que Webb nunca sostuvo: que las operaciones de la CIA desencadenaron el consumo de Crack en Estados Unidos. Y ese énfasis de los editores, da lugar a que los principales periódicos desacrediten a Webb hasta expulsarlo del periodismo para así legitimar su asesinato. Y puesta al descubierto las verdades del periodismo de investigación de Webb, por la mismísima CIA: el poder mediático guarda un impúdico y cínico silencio.

La complicidad de la CIA y el poder mediático, en este punto, es más que obvia: periodistas de la gran prensa estado-unidense, sabían de qué Webb escribía, y también elaboraban reportajes al respecto de la conexión narcótica: pero, para el poder mediático siempre fue información caliche y de segunda o tercera página, “…La gente como Bob Parry, que escribió la primera historia sobre el conocimiento de la CIA del narcotráfico Contra, terminaron perdiendo su trabajo en la Associated Press…”

Destapado los casos “Irán contra” y la ventas de crack en EEUU (especialmente en Los Ángeles), John Kerry constituye una “Comisión en el Senado, para investigar el “Irán-Contra”, y emite el Informe “Drogas, ley y política exterior” (abril-1989). No obstante, Nick Schou está absolutamente equivocado cuando escribe que: “Cuando en diciembre de 1985, Brian Barger y yo escribimos la primicia para Associated Press sobre cómo los rebeldes de la contrarrevolución en Nicaragua trasegaban cocaína a Estados Unidos, un senador norteamericano se jugó su carrera política para dar seguimiento a nuestras inquietantes revelaciones. Esa persona era John Kerry”.

John Kerry jamás fue el “investigador imprudente” que desafía a Ronald Reagan y George Bush: simplemente es un alfil en una pelea bastarda entre republicanos y demócratas. Lo cierto, es que desde finales de la década de los ochenta, el actual Secretario de Estados Unidos, sabe, perfecta y absolutamente, de las relaciones estrechas y vinculantes entre la política exterior de los Estados Unidos y el uso político del tráfico de droga, del desempeño de la conexión narcótica. Él conoce de los detalles, acerca de cómo:

El negocio de la droga es una de las fuentes principales de financiamiento ilícito de los servicios de inteligencia de Estados Unidos. Su informe no deja dudas, lo que sigue es de su puño y letra: “En base a la evidencia, es obvio que los individuos que brindaron apoyo a la Contra estaban involucrados en el tráfico de drogas, que la red de suministro de la Contra fue utilizada por las organizaciones que trafican droga, y que a sabiendas, algunos elementos de la Contra recibieron ayuda financiera y material de parte de traficantes de drogas. En cada caso, una u otra agencia del gobierno de los Estados Unidos conocía de estas actividades, ya fuera mientras ocurrían o inmediatamente después”.

De ninguna manera, se trataba de un hecho eventual o episódico, como insinúa Kerry, a lo largo del documento: Oliver North, el coronel que dirige las operaciones contra la revolución nicaragüense (y jefe de coordinar el apoyo logístico a los “contra”) “rendía cuentas directas a George Bush padre, “responsable directo del programa íntegro de operaciones encubiertas en América Central del gobierno de Reagan". Y tampoco, estamos ante un hecho novedoso de la política exterior del imperialismo: el financiamiento de operaciones encubiertas (militares y de inteligencia) con dinero del negocio de la droga: como Secretario de Estado de la Administración, sabe exactamente como bate el cobre la conexión narcótica en la política exterior de la Casa Blanca.

III

Hay que hacerse cargo del ataque a Diosdado Cabello: reflexión determinada y determinación reflexiva

La sostenida proliferación, rabiosa y masiva, de operaciones de inteligencia encubiertas como “ollas mediáticas” tiene una finalidad básica: determinar la reflexión política del pueblo venezolano, y de los chavistas. Se trata, estrictamente,  de eso que podemos registrar como la producción política  de la “reflexión determinada”. La alternativa política de los chavistas, es  tomar nota del  desacuerdo radical con la eficacia  del marketing político de la derecha. Marketing que es efectivo,  si los chavistas somos sujetos reactivos, sujetos  enganchados, por  la red mediática del poder imperial y oligárquico.

La elección forzada es hacer efectiva la determinación de la reflexión contra la reflexión determinada que intentan fijar los operativos de inteligencia del imperio y los “laboratorios” del poder mediático. Operativos y laboratorios que funcionan con base de un rastreo y vigilancia masiva e intensiva de los acontecimientos políticos (y en especial de la dinámica, desempeño y evolución de la Revolución Bolivariana).

La determinación de la reflexión, es ese momento puntual de los seres humanos, momento en el cual suspendemos o nos retiramos de la autoridad del amo. Marcuse apunta una idea clave e invalorable: la liberación de los seres humanos no produce la libertad. Es la libertad, el requisito previo de asumirse libres,  lo que produce o asegura nuestra liberación.

Y la lucha de clases es una manera precisa de decir que no estamos solos en el campo de batalla, que confrontamos, como bien sabemos,  una fuerza política-ideológica, socio-económica y militar que moviliza un arsenal de estrategias. Y en ese tope, el factor subjetivo de los chavistas es clave: esa es nuestra responsabilidad, y en esta perspectiva no hay nada de lo que no seamos responsables.

El dirigente de la Revolución bolivariana está en la mira: las fuerzas del imperio saben lo que hacen y aun lo hacen. Entonces, toca la defensa irrestricta y absoluta del camarada Diosdado Cabello, hay que derrotar las mentiras que matan.

IV

Las mentiras que matan

Ilustro esta cuestión con un dialogo de la película  “Mentiras que matan

Roberto de Niro le pregunta a Dustin Hoffmann; “¿Qué es lo mejor que recuerda la gente de la Guerra del Golfo?”  Hoffman responde: “una bomba cayendo por una chimenea”.

Y Robert de Niro, como decimos por estas tierras, se da bomba;   y ronca con: “Déjame decirte algo, yo estaba en el edificio donde firmamos eso con un modelo de 25 centímetros hecho en legos”.

Sorprendido, Hoffman pregunta: “¿De verdad?”

Y recibe de,  De Niro,  no una respuesta irónica, sino extremadamente cínica: “¿Quién diablos puede saberlo?”. Cuando De Niro se despide de Hoffman y de la secretaria, ella (estupefacta y escandalizada), le pregunta: “¿es verdad o mentira lo que dice sobre el montaje de legos en la guerra de Irak?”  De Niro refuerza el cinismo “de quien puede saberlo”, con una frase enfatizada con un dejo de desprecio: “Que importa si es verdad o es mentira.”

La verdadera veracidad, es que todas y todos somos objetivos políticos, ideológicos y militares de la elite imperial. No hay de otra,  se impone pensar y actuar a contrapelo de ese modelo de control y producción de la vida, que ya no distingue entre la veracidad y  la mentira, entre la ley y la transgresión de la ley.



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Francisco Cedeño Lugo


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