Quinto malo

Del Conspirador al Subversivo, una misma libertad

En los últimos días he escuchado intensamente que la Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven 2016) estará dedicada a homenajear al Generalísimo Francisco de Miranda. Sebastián Francisco dedicó toda su vida a conspirar por la patria y acabar con el yugo y coloniaje español. Lo hizo, incluso, llegando a servir, política y militarmente, en la conflictuada Europa del siglo XVIII, a dos monarquías enfrentadas entre ellas, la de Inglaterra y la de Francia. Esta última, en el pleno desarrollo de su emblemática Revolución (francesa) y él como “consecuencia de los primeros fracasos sufridos en la realización de sus planes emancipadores”, tal como lo sostiene la historiadora Carmen Bohórquez en su Francisco de Miranda, Precursor de las independencias de la América Latina (El Perro y La Rana. Caracas, 2006).

Lo cierto es que escoger como homenajeado de la Filven 2016, al gran lector, letrado y soldado Sebastián Francisco de Miranda (Caracas, 1759 – Cádiz 1816) en el bicentenario de su defenestración en la cárcel de La Carraca, en Cádiz, España, es una forma pequeña, pero de alta profundidad, de reivindicar su nombre, su condición lectora y su compromiso de conspirar infatigablemente por la libertad de “mezoamérica” y de la patria que le vio nacer. Miranda, el incomprendido, supo siempre que por la palabra avanzaba con celeridad al logro de la libertad de la humanidad.

Casi 200 años después de su desaparición física, en la cárcel de La Carraca, en la ciudad de Cádiz, otro conspirador, pero con “apodo” de subversivo sigue sus pasos entre libros y sables de libertad. Nos referimos a Hugo Chávez, Bolivariano y Mirandino independentista, lector y soldado también, a quien correspondió contribuir a conjurar aquella confusa acción de oficiales patriotas que, el 31 de julio de 1812, entregaron a Sebastián Francisco en calidad de reo, luego de calificarlo como traidor por la supuesta firma de la llamada Capitulación de San Mateo. Así se urde toda la patraña favorable a los realistas españoles, quienes, finalmente ven al indómito Generalísimo sometido a las cadenas y grillos de la Cárcel de La Carraca, donde Miranda muere, justo en fecha aniversario de la famosa Toma de La Bastilla, en Francia, país éste que sería el primero en reconocer los méritos del primero y más universal de los venezolanos, e incluyen su nombre en el Arco del Triunfo, en la ciudad de París.

Hoy, 200 años después de su muerte en 1816, sin los restos de Miranda en casa, la perseverancia de dos grandes guerreros –el uno “conspirador” y el otro “subversivo”- nos develan que el camino de la Libertad es el mismo y que Venezuela y Nuestramérica van ahora, con mayor firmeza, hacia su independencia definitiva y hacia la Patria grande y socialista.



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Iván Padilla Bravo

Director del semanario cultural "Todos Adentro", medio adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura. http://www.mincultura.gob.ve/

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