Bush: baila y goza sobre un cadáver

Es cierto que el terrorismo (sea de Estado, grupo o individual), es casi siempre una manifestación de impotencia ante la ausencia de una salida a un conflicto por otros medios;  es una especie de acto de voluntad subjetivo que resulta de un pronóstico astrológico en una manera extraña de hacer política; es un estado de impaciencia en que se toma una decisión para una acción, sin tomar en cuenta las consecuencias de sus errores. Generalmente, es así. El terrorismo es como esa especie de velocidad en busca de una solución inmediata a una contradicción. De allí que su decisión sea, por lo general, desesperada como tan urgente su acción.

El terrorismo, por otra parte, sustituye las tareas que deben ser propias de un pueblo para la solución de sus diferencias. Pero, como toda expresión o forma de lucha política, es el producto de realidades específicas, de causas que generan reacciones, y no de voluntades abstractas. El terrorismo, como la propiedad privada de los medios de producción, no cae del cielo. El terrorismo es un efecto de la madre de todas las causas: la propiedad privada de los factores que determinan el curso de los destinos, la economía. Sobre ésta se levanta una superestructura de: política, ideología, moral, derecho, filosofía, religión. El terrorismo, aunque se le busque el motivo que se desee, pertenece a la política.

Bien es sabido que la explotación del hombre por el hombre, le genera riqueza al explotador y pobreza al explotado. Pero, además, esa explotación requiere de la opresión del hombre por el hombre, para que el oprimido cumpla –lo más resignado posible- su deber de producirle riqueza al opresor. Eso genera reacción que se manifiesta en diversas expresiones. Entre éstas, el terrorismo es sólo una de ellas: bien para liberarse el esclavo del esclavista o bien del esclavista para garantizar la obediencia del esclavo. Explique alguien, guiado por los supremos sentimientos del pacifismo, ¿cómo puede responder un pueblo invadido, en inferioridad de armamento y recursos bélicos, a una fuerza que esencialmente hace sus más destructivos ataques desde el aire sin oposición de ninguna naturaleza?

Tiene razón el obispo que dijo que la globalización capitalista incorpora un nuevo elemento más cínico al despotismo social que todos los anteriores. Ese que ahora no sólo intensifica el dolor en la pobreza, sino que igualmente con sadismo se burla y disfruta de él. Hay quienes se ponen a sembrar pulgas y ¡de pronto! cosechan dragones que se vuelven contra el productor, le desobedecen y se convierten en un hueso duro de roer. Al Qaeda es el resultado del sembradío del terrorismo que costeó el imperialismo estadounidense en Afganistán para luchar contra la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Antes –los terroristas- eran los chicos buenos de la película de terror, pero ahora –rebelados contra sus padres- merecen el castigo del infierno pero en la tierra.

¡Ha muerto Abu Musab Al-Zarqawi! Hay fiesta en una parte del reino de la tierra. Los gringos son los anfitriones y, al mismo tiempo, los galardonados. Bailaron los soldados del ejército iraquí epígono del invasor. Mataron al jefe de Al Qaeda en Irak. Gran motivo para el festejo y el derroche de habladurías de guevonadas. Prolongados aplausos de los periodistas ‘honestos, serios y objetivos en el palacio de gobierno iraquí tan pronto se anunció la muerte de Al-Zarqawi. Estados Unidos ha demostrado su ‘invencibilidad’. El supremo jefe del terrorismo de Estado sonríe largamente y hace diversas poses para ser captadas por los fotógrafos y las cámaras de televisión. Al rato, Bachelet habló en la Casa Blanca de la vieja y sana relación política entre Chile y Estados Unidos, y su coincidencia común en la democracia. Se confirma que la muerte de Allende ya no duele en el pecho de algunos ‘socialistas’ chilenos. No era un demócrata al gusto del imperialismo, por lo que había que derrocarlo. Pronto tendrán Jara –para una canción- y Neruda –para un poema- un motivo de inspiración en el más allá sobre el más acá.

Presentan la foto del cadáver de Al-Zarqawi. La vuelven a presentar, la miran fijamente, observan los detalles de las cicatrices. Sí, sí es él, dice un vocero del departamento de Estado. Es necesario que todos crean en la muerte del terrorista. Ordenan hacer la prueba del ADN, porque también necesitan confirman el semen que lo engendró y el vientre que lo crió. No debe quedar ninguna duda de su muerte, para que nadie invente un mito que asuste a los soldados impostores. Ya hay demasiados soldados siendo víctimas de las pesadillas que se quieren vengar de sus atrocidades. Los voceros del imperio juran que la foto es la imagen muerta idéntica del terrorista muerto. Bush llama a sus asesores más allegados, y les pregunta si ha subido en popularidad. Todos le sonríen y dicen que <<>>. Bush mira al cielo como buscando la bendición de Dios. Nada observan los televidentes, aunque existen periodistas que inventan el mensaje de alegría caído del reino del Señor. La foto se movió un poco, y Bush se sobresaltó. Creyó que era el cadáver que se estaba despertando y dudó por un momento si también en el islamismo se produce la resurrección. El departamento de Estado, recomendó que mejor se hablara de la muerte del capo. Tal vez, pensaron en sembrarle droga. No, eso no, nadie lo creería. Ya han ofendido demasiado a Alá, a Mahoma, y al pueblo islámico.

Casi todo el mundo musulmán guarda silencio ante los horrendos crímenes del terrorismo de Estado imperialista. Kadhafi, antes el ejemplo más viviente del antiimperialismo, en plena producción de genocidios de Estados Unidos en Irak y Afganistán, le abre las piernas al imperio, alegando que lo hace para que su pueblo viva mejor. Arabia Saudita es la Celestina que con sus senos alimenta a los impostores sobre el hambre y la sed de su propio pueblo. Mientras tanto, lastimosamente, los palestinos se están matando entre sí.

Hay que tomarle foto a la fotografía del muerto. Mientras más seguro de su muerte, mejor. Bush condena al coche-bomba y alaba al avión-lanza bombas. Disfruta de la muerte de Al-Zarqawi sin nada decir de la causa que la produce. Detrás hay un mudo haciendo señas diciendo que con la vara que midas serás medido, y si a hierro matas a hierro mueres. Bush no entiende de filosofía. Dice que sus tropas tienen sólo la misión de entrenar a las de Irak. El mudo insiste con sus señas, y dice que <<a matar>>.

Realizadas todas las pruebas que confirmar la muerte de Al-Zarqawi, se ordenó la persecución contra todos los espermatozoides que anden girando por los alrededores del lugar del bombardeo donde murió el jefe de Al Qaeda en Irak. No hay que dejar heredero vivo del terrorismo.

Un niño que llora la muerte de Al-Zarqawi, le dice a un periodista que no lo escucha: <<El peor mal no es el terrorismo como efecto, es la causa que lo engendra y lo pare. Si se elimina la causa, el efecto se extingue por sí solo al no germinarse>>. Eso a Bush, le sabe a ñoña.

Cuando ya en el mundo no exista una causa que obligue a quitarse la vida los unos con los otros, tampoco habrá ninguna necesidad que nadie se inmole. El mundo tendrá lo suficiente para que todos vivan en justicia, solidaridad y paz, que es la libertad. Eso será posible cuando en el mundo no haya un solo germen que se asemeje a Bush, porque no habrá propiedad privada que lo alimente.

En verdad, resulta tan cruel degollar una cabeza, como mensaje religioso de una lucha política, como bailar sobre los cadáveres, producto de bombardeos indiscriminados en zonas de pobladores inocentes.


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Freddy Yépez


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