El
terrorismo, por otra parte, sustituye las tareas que deben ser propias
de un pueblo para la solución de sus diferencias. Pero, como toda
expresión o forma de lucha política, es el producto de realidades
específicas, de causas que generan reacciones, y no de voluntades
abstractas. El terrorismo, como la propiedad privada de los medios de
producción, no cae del cielo. El terrorismo es un efecto de la madre de
todas las causas: la propiedad privada de los factores que determinan el curso de los destinos, la economía.
Sobre ésta se levanta una superestructura de: política, ideología,
moral, derecho, filosofía, religión. El terrorismo, aunque se le busque
el motivo que se desee, pertenece a la política.
Bien
es sabido que la explotación del hombre por el hombre, le genera
riqueza al explotador y pobreza al explotado. Pero, además, esa
explotación requiere de la opresión del hombre por el hombre, para que
el oprimido cumpla –lo más resignado posible- su deber de producirle
riqueza al opresor. Eso genera reacción que se manifiesta en diversas
expresiones. Entre éstas, el terrorismo es sólo una de ellas: bien para
liberarse el esclavo del esclavista o bien del esclavista para
garantizar la obediencia del esclavo. Explique alguien, guiado por los
supremos sentimientos del pacifismo, ¿cómo puede responder un pueblo
invadido, en inferioridad de armamento y recursos bélicos, a una fuerza
que esencialmente hace sus más destructivos ataques desde el aire sin
oposición de ninguna naturaleza?
Tiene
razón el obispo que dijo que la globalización capitalista incorpora un
nuevo elemento más cínico al despotismo social que todos los
anteriores. Ese que ahora no sólo intensifica el dolor en la pobreza,
sino que igualmente con sadismo se burla y disfruta de él. Hay quienes
se ponen a sembrar pulgas y ¡de pronto!
cosechan dragones que se vuelven contra el productor, le desobedecen y
se convierten en un hueso duro de roer. Al Qaeda es el resultado del
sembradío del terrorismo que costeó el imperialismo estadounidense en
Afganistán para luchar contra la extinta Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas. Antes –los terroristas- eran los chicos buenos
de la película de terror, pero ahora –rebelados contra sus padres-
merecen el castigo del infierno pero en la tierra.
¡Ha
muerto Abu Musab Al-Zarqawi! Hay fiesta en una parte del reino de la
tierra. Los gringos son los anfitriones y, al mismo tiempo, los
galardonados. Bailaron los soldados del ejército iraquí epígono del
invasor. Mataron al jefe de Al Qaeda en Irak. Gran motivo para el
festejo y el derroche de habladurías de guevonadas. Prolongados
aplausos de los periodistas ‘honestos, serios y objetivos’ en el palacio de gobierno iraquí tan pronto se anunció la muerte de Al-Zarqawi. Estados Unidos ha demostrado su ‘invencibilidad’.
El supremo jefe del terrorismo de Estado sonríe largamente y hace
diversas poses para ser captadas por los fotógrafos y las cámaras de
televisión. Al rato, Bachelet habló en la Casa Blanca de la vieja y
sana relación política entre Chile y Estados Unidos, y su coincidencia
común en la democracia. Se confirma que la muerte de Allende ya no
duele en el pecho de algunos ‘socialistas’ chilenos. No era un
demócrata al gusto del imperialismo, por lo que había que derrocarlo.
Pronto tendrán Jara –para una canción- y Neruda –para un poema- un
motivo de inspiración en el más allá sobre el más acá.
Presentan
la foto del cadáver de Al-Zarqawi. La vuelven a presentar, la miran
fijamente, observan los detalles de las cicatrices. Sí, sí es él, dice
un vocero del departamento de Estado. Es necesario que todos crean en
la muerte del terrorista. Ordenan hacer la prueba del ADN, porque
también necesitan confirman el semen que lo engendró y el vientre que
lo crió. No debe quedar ninguna duda de su muerte, para que nadie
invente un mito que asuste a los soldados impostores. Ya hay demasiados
soldados siendo víctimas de las pesadillas que se quieren vengar de sus
atrocidades. Los voceros del imperio juran que la foto es la imagen
muerta idéntica del terrorista muerto. Bush llama a sus asesores más
allegados, y les pregunta si ha subido en popularidad. Todos le sonríen
y dicen que <<sí>>. Bush
mira al cielo como buscando la bendición de Dios. Nada observan los
televidentes, aunque existen periodistas que inventan el mensaje de
alegría caído del reino del Señor. La foto se movió un poco, y Bush se
sobresaltó. Creyó que era el cadáver que se estaba despertando y dudó
por un momento si también en el islamismo se produce la resurrección.
El departamento de Estado, recomendó que mejor se hablara de la muerte
del capo. Tal vez, pensaron en sembrarle droga. No, eso no, nadie lo
creería. Ya han ofendido demasiado a Alá, a Mahoma, y al pueblo
islámico.
Casi
todo el mundo musulmán guarda silencio ante los horrendos crímenes del
terrorismo de Estado imperialista. Kadhafi, antes el ejemplo más
viviente del antiimperialismo, en plena producción de genocidios de
Estados Unidos en Irak y Afganistán, le abre las piernas al imperio,
alegando que lo hace para que su pueblo viva mejor. Arabia Saudita es
la Celestina que con sus senos alimenta a los impostores sobre el
hambre y la sed de su propio pueblo. Mientras tanto, lastimosamente,
los palestinos se están matando entre sí.
Hay que tomarle foto a la fotografía
del muerto. Mientras más seguro de su muerte, mejor. Bush
condena al coche-bomba y alaba al avión-lanza bombas. Disfruta de la
muerte de Al-Zarqawi sin nada decir de la causa que la produce. Detrás
hay un mudo haciendo señas diciendo que con la vara que midas serás
medido, y si a hierro matas a hierro mueres. Bush no entiende de
filosofía. Dice que sus tropas tienen sólo la misión de entrenar a las
de Irak. El mudo insiste con sus señas, y dice que <<a matar>>.
Realizadas
todas las pruebas que confirmar la muerte de Al-Zarqawi, se ordenó la
persecución contra todos los espermatozoides que anden girando por los
alrededores del lugar del bombardeo donde murió el jefe de Al Qaeda en
Irak. No hay que dejar heredero vivo del terrorismo.
Un niño que llora la muerte de Al-Zarqawi, le dice a un periodista que no lo escucha: <<El
peor mal no es el terrorismo como efecto, es la causa que lo engendra y
lo pare. Si se elimina la causa, el efecto se extingue por sí solo al
no germinarse>>. Eso a Bush, le sabe a ñoña.
Cuando
ya en el mundo no exista una causa que obligue a quitarse la vida los
unos con los otros, tampoco habrá ninguna necesidad que nadie se
inmole. El mundo tendrá lo suficiente para que todos vivan en justicia,
solidaridad y paz, que es la libertad. Eso será posible cuando en el
mundo no haya un solo germen que se asemeje a Bush, porque no habrá
propiedad privada que lo alimente.