Siguiendo los pasos de su colega Obama, el "premio nobel de la paz" Juan Manuel Santos anunció como un gran "logro" de su gestión, la decisión de la OTAN de darle luz verde al Acuerdo suscrito en 2013 por su Ministro de Defensa, Juan C. Pinzón y el Secretario General de la OTAN, Anders Fogh. El Parlamento le dio el visto bueno, pero está pendiente por el pronunciamiento de la Corte Constitucional sobre un recurso de improcedencia radicado por la Procuraduría General, porque "no define con precisión su finalidad" y "no hay claridad qué tipo de información se intercambiará".
Se trata de un Acuerdo Marco amplio para el intercambio de información en el ámbito político-militar. Los temas sustantivos serán desarrollados en "convenios administrativos separados". Así, Colombia se convertirá en un "Estado Asociado" de la OTAN y ésta ampliará sus fronteras hacia América Latina bajo la hegemonía de EEUU, quién ahora podrá formalizar la disponibilidad en el país vecino sus 7 bases militares y una plataforma operacional que fortalecerá su presencia militar en Suramérica.
En la ley aprobatoria del Acuerdo presentada por Santos, se devela una estrategia para convertir a Colombia en una potencia militar con proyección en escenarios internacionales. La relación con la OTAN "...está enfocada a fortalecer las capacidades de las Fuerzas Militares de Colombia, mediante el establecimiento de estándares que permitan la inter-operatividad, en diversos frentes, entre los países que hacen parte de la Alianza". El objetivo es potenciar la capacidad acumulada por su fuerza militar en el conflicto interno, para ejecutar misiones militares al servicio de EEUU y la OTAN en el mundo y en la región ¿Contra quién?
Obviamente, este Acuerdo es incompatible con los objetivos y principios del Consejo de Defensa Suramericano (UNASUR), de la CELAC y del Movimiento de los No Alineados. Va contra la preservación de Latinoamérica como zona de paz. Rompe el equilibrio regional en un escenario internacional caracterizado por la agudización de la disputa geopolítica entre la OTAN y las potencias emergentes de China y Rusia. Por ello, constituye una amenaza real a la paz y la seguridad de los pueblos de la región.
Es una puñalada trapera al proyecto de la Patria Grande. El espíritu de Santander reencarnó en Santos para abortar de nuevo el proyecto de Bolívar.