Desde el 9 de abril de aquel 2002, quienes aprendimos desde muy jóvenes el arte político de “oler la calle” sabíamos que se precipitaban grandes acontecimientos históricos. El 10 de abril pude observar muy de cerca la concentración opositora en Chuao, urbanización metropolitana de Caracas. Allí percibí el profundo odio de clases que habían inoculado en esa muchedumbre y su disposición a actuar para aniquilar a otros, es decir a nosotros los chavistas.
Solo los humildes llegan hasta el fin. Que siempre será un nuevo comienzo.
Esa noche compartimos la vigilia en las afueras de Miraflores, amaneció el jueves 11 de abril del año en cuestión y lamentablemente mi percepción del día anterior se confirmó.
Ese 11, estábamos reunidos en la sede de la Asamblea Nacional (AN), en la oficina del entrañable compañero Willian Lara, cuando un amigo de la universidad que participa en la marcha opositora me llama y me dice esta gente decidió que va para Miraflores, “están locos, yo me voy a retirar”, me dice.
Le comento la llamada a los compañeros y compañeras. Reunidos en la Presidencia de la AN, Willian Lara expresa “es la marcha de las camisas pardas”. Decidimos ir a Miraflores, cerca de la fuente del vetusto Palacio Federal Legislativo, la periodista Taímen Hernández me pregunta “Habrá un golpe de Estado” le respondo al rompe “solo si hay una felonía del alto mando militar”. La hubo.
Fuimos partes del gran protagonista. colectivo, el pueblo.
Días antes hubo una reunión del denominado Comando de la Revolución, con algunos miembros de aquel alto mando y yo al salir comenté con algunos, “Pinochet se reunió días antes del 11 de septiembre de 1973, con todos los dirigentes de organizaciones revolucionarias para trazar una estrategia de defensa frente a un golpe militar”. Alguien me respondió “Ojalá esta reunión no sea igual”.
11, 12, 13 y 14 de abril fueron días en que no dormimos. Allí estuvimos con los militares patriotas, con el pueblo humilde, con los honestos, con los revolucionarios y revolucionarias, con los y las que siempre llegarán hasta el fin, en la derrota y en el retorno victorioso. Esas horas las dejé testimoniadas en un escrito que hice aquel mismo año, que se llama “Esa fiesta es de otros”.
Fuimos parte del protagonista colectivo de esos días, el pueblo. Lo hicimos porque defendíamos el derecho a gobernar de los que nunca habíamos gobernado, la corriente histórica indígena, bolivariana, zamorista, socialista, democrática popular sintetizada en el mandato democrático de nuestro Comandante Chávez; lo hicimos para defender la soberanía nacional frente a la injerencia extranjera; lo hicimos para evitar la guerra civil, conjurando el odio de clases que movió y mueve a las élites que quieren que las grandes mayorías vuelvan al régimen de exclusión social y cultural a cualquier costo; lo hicimos para mantener al poder popular en ejercicio del gobierno y demostrar que si podíamos, como lo logramos en los años subsiguientes de esa primera década del siglo XXI, un cambio histórico que permitió el cumplimiento y la ampliación de los derechos y garantías políticas, económicas, sociales y culturales para las grandes mayorías, que hoy defendemos y que vamos a recuperar a plenitud.
Lo volveríamos a hacer.
¿Lo volveríamos a hacer? Sin duda alguna que lo volveríamos a hacer porque tenemos plena conciencia de que somos parte de este pueblo y de su lucha histórica por tener una patria independiente y construir una sociedad de igualdad, justicia y dignidad. Porque tenemos horror a la oligarquía racista, clasista y asesina.
Tenemos conciencia de clase y eso nos mueve como seres humanos para los grandes acontecimientos históricos, para las auténticas transformaciones. Hay muchas maneras de hacer una rebelión, así nos lo enseñó Chávez. La rebelión es permanente, de todos los días contra la burocracia, la corrupción, el reformismo, la restauración de viejas prácticas elitistas y autoritarias.
El próximo 20 de mayo, ya nos preparamos para una rebelión electoral contra la injerencia extranjera y el lacayismo. Vamos con Nicolás, vamos camaradas de todas las horas, de todas las luchas. ¡Vamos a votar!. Otra vez lo haremos, por nuestra historia, por nuestra revolución bolivariana y socialista, por nuestro futuro como Patria libre y soberana.