Cuando un régimen llega al paroxismo de rechazar alimentos y medicinas, dentro de un país que ha sido devorado por el hambre y las enfermedades, es la prueba de que estamos gobernados por criminales insensibles, quienes disfrutan ver morir a ese pueblo que dicen "defender", y para ello, alegan entre otros pueriles argumentos que la entrada de ayuda humanitaria para un país significa la invasión de "cascos azules" en contra de la soberanía y los principios de la patria¹.
O sea, según la filosofía suicida del madurismo, es preferible ver morir a los niños deshidratados en los hospitales o en sus hogares, porque ese país ni si siquiera es capaz de atender las diarreas (amibiasis) de quienes las padecen², porque en definitiva es mejor carecer de los medicamentos y que mueran venezolanos, aunque estos apenan estén comenzando a vivir y representen el futuro de la nación, que aceptar - según lo dice el propio Maduro - "limosnas" desde el exterior.
Quienes gobiernan han llegado al extremo de decir que tenemos que inmolarnos por la revolución, o lo que es lo mismo, sacrificarnos para que la cúpula madurista siga siendo beneficiada de privilegios a costa del saqueo de la nación, el hambre de millones de venezolanos, y la condena de morir porque ni siquiera tenemos una aspirina en los hospitales.
Son tan hipócritas las "justificaciones" maduristas que hablan de la existencia de una patria que solamente pasa por sus mentes desquiciadas. Si tenemos más de 2,3 millones de venezolanos (cifras de la Organización de Naciones Unidas) que han emigrado es porque éstos se han ido "engañados", es decir, que si esos connacionales decidieron abandonar el país, no existe ninguna influencia que no haya nada qué comer en sus hogares, o porque apenas devengan salarios que a tasa oficial llegan a los 18 centavos de dólar por día, porque en definitiva eso sería una "mentira".
Igualmente, si el madurismo acepta una tasa de cambio que equivale a casi una semana de trabajo del salario mínimo, y ello ha generado una hiperinflación superior al 1.000.000% no es responsabilidad de ellos en la generación inorgánica de dinero electrónico, sino en una "guerra económica". Y si hablamos de la destrucción de la industria petrolera, pues la culpa es de una "directiva infiltrada" que por cierto fue designada por Chávez, a quien curiosamente utilizan como herramienta política en sus agotados discursos, en especial, en cada letrina televisiva que transmite Diosdado Cabello.
La bazofia política que conjuga el madurismo para desatar toda su maldad sobre el país, es defecada sin ningún resquebrajamiento moral sobre los más débiles. Por ello, poco les importa que ese pueblo no tenga agua, ni luz, ni gas, ni transporte público, y menos seguridad. Ellos en sus mansiones tienen enormes reservas del vital líquido, cuentan con plantas eléctricas, y por supuesto, tienen a su disposición vehículos y camionetas último modelo, con las cuales se desplazan con el máximo lujo, rodeados de escoltas por doquier.
Así tenemos, que Maduro nos dice con máxima parafernalia a través de una entrevista para un medio internacional, palabras más, palabras menos, que debemos pasar unos 10 años más de hambre y vicisitudes económicas, sin medicamentos y con pésimos servicios públicos³, hasta que él pueda lograr la anhelada "recuperación económica". Verbigracia, si sumamos los 20 años que llevan en el poder, pues quiere decir que si la cuarta república necesitó 40 años para desgastarse en la cúpula del poder político; según la tesis madurista, seria con apenas 30 años enquistados en Miraflores que comenzaríamos a ver los "frutos" de una política de bienestar. Así de simple. Sin duda, que la falsedad es la principal características de quienes han llevado a Venezuela hasta este nivel de desastre y destrucción colectiva.
Nicolás Maduro junto con Diosdado Cabello, y el resto de los zascandiles, panegíricos y resentidos maduristas no tienen nada nuevo qué decirnos, y menos en calidad de promesas, las cuales sólo se convirtieron en cementerios de palabras. Está claro que su único fin era acabar con la población a través de la inanición y la multiplicación de enfermedades. Esa es la única razón por la cual colocan en la frontera del Táchira unos contenedores y cisterna – probablemente también cargados de explosivos – evitando la entrada de ayuda humanitaria, mientras nuestros niños nada tienen qué comer en las escuelas u hospitales, o sin ir muy lejos, nada tienen en las neveras y despensas de sus casas, y muchos venezolanos carecemos de medicamentos para nuestras patologías o padecimientos crónicos.
El madurismo está llegando a su fin. Intentar negar esa realidad, es cómo negar que Venezuela está sumida en una profunda crisis política, económica y social. Negar que se aproxima el fin del madurismo, es cómo negar la existencia de un dólar paralelo que terminaron aceptando por encima de ese valor. Negar que estamos muy cerca de la muerte del madurismo, es cómo negar que al obstaculizar la entrada de ayuda humanitaria, muchos venezolanos mueren por hambre o falta de medicamentos.
Al final de esta historia, unos contenedores y una cisterna como armas anti-imperialistas no impedirán la muerte del régimen neototalitario que destruyó por completo a Venezuela, cuya autoría intelectual y material sólo fue producto de ese madurismo. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
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¹ https://twitter.com/jvivassantana/status/1093495775387152384
