Se desmorona la Administración Trump en su guerra contra Venezuela

Señales inequívocas de cambio, está mandando el pueblo estadounidense a sus élites gobernantes y al mundo todo. Se trata de un pueblo, que ha aprendido de las experiencias traumáticas de las guerras en Irak, Libia, Afganistán y Siria, pues son sus hijos quienes ponen en riesgo sus vidas para mantener el estilo de vida de esa élite multimillonaria. Es un pueblo amante de la paz, y las lecciones aprendidas de esos acontecimientos traumáticos, que representaron esas guerras, han conmocionado la conciencia colectiva y les ha conducido a aferrarse a la paz, como virtud del espíritu de vida estadounidense. Más aún, conscientes como están del espíritu belicista de la banda gansteril que hoy dirige los destinos de esa gran nación: Trump, Pence, Bolton, Abrams, Pompeo y Rubio, quienes expresan los intereses de las industrias armamentistas estadounidenses, como suyos, siendo en la guerra imperialista, donde reflejan sus intenciones de ver el planeta repleto de guerras; mientras, las exigencias de armas aumentan sin cesar y en consecuencia, se multiplican las ganancias de esas empresas de la muerte. Se estima, que hay 265 millones de armas en manos de ciudadanos en EE UU, más de una por adulto. Cada día, se registra un incidente en el que mueren cuatro o más personas debido a su uso. Es allí, que se ha construido un verdadero muro de contención entre los intereses de esa élite gobernante y los intereses del pueblo estadounidense, que apuesta por la vida. No más tiroteos en las escuelas y universidades, no más hijas e hijos muertos o enviados a combatir al exterior. ¡No más guerras!

En las guerras, nadie gana, todos pierden. La Administración Trump, no ha logrado socavar la voluntad patriótica del pueblo venezolano, su Gobierno y Fuerza Armada Nacional Bolivariana, quienes a medida que han sido objeto de ataques más virulentos y criminales, han reforzado su moral y espíritu de resistencia. No obstante, mucho daño ha causado al pueblo venezolano. Migraciones, pérdida del salario del trabajador y trabajadora venezolana, muerte de venezolanos y venezolanas por falta de medicamentos, inaccesibilidad a los alimentos de importantes sectores de nuestra población, falta de transporte, incomodidad en servicios vitales como luz, agua, telecomunicaciones, gas, en fin, perturbación de la vida cotidiana, son efectos de una causa común: las medidas unilaterales coercitivas ejercidas por el imperialismo de EEUU, en contra de la nación y pueblo venezolano. Medidas de guerra, que solo persiguen un objetivo: doblegar la capacidad de resistencia del pueblo venezolano, su Gobierno y Fuerza Armada Nacional Bolivariana. En el plano externo, la rapacidad imperialista se manifiesta en la expropiación de Activos venezolanos en el exterior, como es el caso de CITGO. Un caso emblemático, pues en CITGO, se expresa la voluntad solidaria del pueblo y Gobierno Bolivariano con el pueblo estadounidense. 180 mil hogares pobres, entre los más pobres de los estadounidenses, recibían suministro de combustible para calefacción (gasoil, fuel oil u otros), 55,6 millones de litros, en condiciones especiales, en el Estado de Maine, en Pennsylvania, Vermont, Delaware, en los sectores de Harlem y Bronx de New York y Connecticut. Un programa de Responsabilidad Social, que se convierte en una Ayuda Humanitaria para esas comunidades que pueden resistir las heladas temperaturas invernales, gracias a la buena voluntad del pueblo y Gobierno venezolano a través de CITGO, y que al serle expropiados esos activos a la nación venezolana, ahora quedarán desamparadas a merced del inclemente frío. Un efecto negativo de la guerra, pero del lado estadounidense.

La acción belicista de la Administración Trump, no solo afecta a importantes comunidades pobres estadounidenses, que ya no recibirán la bendición del combustible venezolano para superar las heladas invernales, sino que comienzan a expresarse en importantes sectores organizados de la ciudad de New York, como la movilización bien nutrida, ocurrida el pasado sábado 16 de marzo, con la consigna #TrumpHandsOffVenezuela, organizada por el Consejo Estadounidense por la Paz. Asimismo, la respuesta inédita que dio el pueblo estadounidense al grupito de terroristas de Voluntad Popular, que ocupó –violentamente- las sedes consulares venezolanas en los EEUU, desalojándolos y reintegrando dichas sedes a sus propietarios legítimos, el pueblo venezolano. Respuestas inéditas, que solo reflejan una conciencia de cambio en ese pueblo, nunca antes vista. Por lo demás, la respuesta belicista de la Administración Trump, le coloca de espaldas a la comunidad internacional. Su permanencia en el Sistema de Naciones Unidas, queda en entredicho al violar sistemáticamente la Carta de la ONU, que prohíbe el uso unilateral de la fuerza contra los países miembros de Naciones Unidas: "Los Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas" (Carta de las Naciones Unidas, Art. 2.4). La actuación de la Administración Trump contra Venezuela, es contraria al espíritu y propósito de la ONU, que no son otros, sino promover la paz y las buenas relaciones entre los Estados, y ello conlleva a considerarlo como un Estado forajido, contrario al Derecho Público Internacional, que solo promueve y ejerce la guerra. La ONU, debe ponderar, medidas y actuaciones, que en relación a EEUU, y su relación belicista contra Venezuela, hagan realidad sus propósitos de: "1. Mantener la paz y la seguridad internacionales, y 2. Fomentar entre las naciones, relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otras medidas adecuadas para fortalecer la paz universal…" (Carta de Naciones Unidas, Art. 1). La Carta de Naciones Unidas, debe hacerse respetar y quién no la cumpla, el colectivo de países, deben ponderar la permanencia o no del gobierno de los EEUU. Es hora de dar ese debate, y la Administración Trump, y el propio pueblo estadounidense, en su conjunto, también deben evaluar la forma de actuación de esa élite gobernante gansteril y colocarla a derecho. "El imbécil actúa impulsado por la firme convicción de ser especial y no estar sujeto, por lo tanto, a las normas de conducta comunes a todos los demás" (Trump: Ensayo sobre la imbecilidad, Autor: Aaron James).

Si algo, ha evidenciado la actuación de la Administración Trump, con relación a Venezuela, es que se ha quedado en minoría con relación al conjunto de naciones que integran el Sistema de Naciones Unidas. No han sumado más de 50, los gobiernos que se han doblegado a las directrices de EEUU, sobre un total de 190 estados que integran la ONU. Nunca antes, en toda su historia, los EEUU habían estado en tal estado de soledad. La falta de una política exterior coherente, muestra los signos de la crisis de liderazgo y hegemonía imperial, y es la confirmación de que ese país, ha perdido la capacidad de liderar un mundo complejo, multipolar, y de establecer alianzas flexibles entre actores con intereses múltiples. Tal estado de impotencia, ha llevado a la Administración Trump, al empleo de las amenazas personales de los Magistrados de la Corte Penal Internacional, impidiéndoles el inicio de investigaciones a soldados y oficiales del ejército imperialista sobre sus actuaciones en Afganistán y posibles crímenes de guerra, cometidos en ese territorio del Este de Asia. Tal es, el rol brutal, que le ha tocado desempeñar a Mr. John Bolton.

El mundo todo, al igual que el pueblo estadounidense, deben reaccionar –colectivamente- contra los desafíos a la paz mundial que representan los integrantes de la Administración Trump. Un desafío, muy similar al que vivió la humanidad en tiempos en que el fascismo arrasaba pueblos, y se proyectaban el trío de Hitler, Mussolini y Franco, como los dueños del mundo. Estados totalitarios, estados de guerra permanente, tal cual, los EEUU de estos tiempos. El país con mayor gasto militar en todo el planeta; mientras que, al pueblo estadounidense se le somete a la pobreza generalizada, carente de seguridad social, sin educación ni salud pública, con una infraestructura de servicios anticuada y solicitando prestamos al exterior para sostener un ejército, que está gastando lo que hoy no producen los EEUU. Lo que induce a las administraciones estadounidenses, a tener que recurrir a las guerras de rapiña, que cada vez ganan menos y que les resultan imposibles de sostener por mucho tiempo. Como lo manifiesta el escritor estadounidense, John Whitehead, en un artículo para Counter Punch: "Si esta es una fórmula para hacer EEUU grande de nuevo, no está funcionando", y advierte: "inevitablemente, los imperios militares caen y fracasan al extenderse demasiado y gastarse hasta la muerte…Sucedió en Roma. Está ocurriendo otra vez". Profetizando: "El imperio estadounidense, ya se está derrumbando". Y, con el derrumbe del imperio, seremos testigos históricos del derrumbe de la Administración Trump. Decía K. Marx: "La burguesía no solo forja su propia destrucción, sino también su propio sepulturero: el proletariado". Venezuela, se convierte entonces, en el sepulturero de la Administración Trump…



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Henry Escalante


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