Estados Unidos, con la pandilla que hoy lo gobierna, ha asumido el rol de juez del planeta. Ignorando el derecho internacional y tratando de evadir su decadencia como potencia hegemónica, imparte directivas, sanciones, dictámenes y resoluciones en países y regiones que no son de su incumbencia.
Si bien el derecho a la soberanía y la autodeterminación de los pueblos fue siempre desdeñado por el imperialismo, hoy actúa con actitud indisimulada y provocadora, propia de un matón en declive que quiere recuperar sus cualidades de antaño.
Hoy por hoy, son prácticamente pocos los países del planeta que no estén recibiendo sanciones o estén amenazados de recibirlas por parte de Estados Unidos. Desde China, pasando por Rusia, Irán, Venezuela, Cuba, Corea del Norte, Turquía, Siria, hasta Irak, Myanmar, Yemen, Bielorrusia, Nicaragua, entre tantos otros.
Estas sanciones involucran tanto a países como a ciudadanos, empresas e instituciones que mantengan relaciones con los países sancionados. Inclusive bancos y empresas de los países aliados a los Estados Unidos no escapan de los apercibimientos en caso de "violar" las sanciones extraterritoriales de Washington.
Con razón el canciller ruso Sergei Lavrov dijo que las sanciones que Estados Unidos aplica contra distintos países "son ilegales" y responden a su anhelo de "dominar" en el mundo y "dictar su política" a otros Estados, obteniendo de esa forma "beneficios unilaterales".
Y como si esto fuera poco las sanciones económicas siempre se presentan como un preámbulo a medidas más extremas, como provocar acciones desestabilizadoras, apelar al terrorismo con mercenarios financiados por los mismos Estados Unidos o la amenaza con guerras e invasiones.
Trump y sus secuaces parecen desconocer que el mundo que se conformó inmediatamente después de la Caída del Muro de Berlín es otro, y la unipolaridad deseada por el Imperio estadounidense no se dio. Si Estados Unidos, que sigue siendo una potencia formidable y temible en muchos aspectos, cree que podrá convertirse en amo del mundo sin resistencia, se equivoca.
Es por ello que urge a los países del mundo poner freno a esa arrogancia imperialista. Cada vez es más necesario enfrentar con decisión las medidas punitivas unilaterales que aplica caprichosamente el gobierno norteamericano.
El multilateralismo debe imponerse. Una propuesta que no debe subestimarse es la de avanzar en la conformación de un espacio común que reúna a aquellos países que han sido sancionados de manera ilegal por los Estados Unidos.
Una respuesta conjunta siempre es más contundente que respuestas parciales. Es momento de conformar un Club de países sancionados arbitrariamente por los EEUU, para abrir así paso a un nuevo multilateralismo que se fundamente en la práctica al respeto a la soberanía y la autodeterminación de los pueblos.