Josep Borrell y el decadente vasallaje europeo

Sin ir muy lejos en la historia, al mirar los últimos treinta años observamos la miseria, ruina, devastación y muerte a la que llevaron a los pueblos africanos, al medio oriente; Libia, Irak, Siria, Palestina…, todo con el propósito –«incuestionable de expoliar sus riquezas tras la construcción fáctica de Estados-Naciones fallidos»–, en nombre de una libertad, democracia, prosperidad que ni siquiera eran capaces de llevar a sus propias naciones, –¡Ya no es en nombre de Dios, pero sí; mediante la espada y la cruz, con sus leyes ajenas al sentir y ser de los pueblos objeto de su opresión!».

Contra Irak; uno, dos veces, inicialmente España e Inglaterra declaraban y a hacían el juego en un falso testimonio sobre inexistentes armas de destrucción masiva que; «en cuarenta y cinco minutos tenían la capacidad de borrarlos de la faz de la tierra», decían el presidente español y el primer ministro británico. «¡Todo fue un cuento académico de un estudiante inglés!» por el que 30 años después; «la cuna de la civilización occidental, de la escritura, la cultura…, fue extinta de esta tierra» ¡Hasta el día de hoy, solo han llevado devastación y muerte, mientras continua el saqueo de sus riquezas ante la inexistencia de un estado e institucionalidad nacional, soberana!

Contra Libia: España, Italia, Inglaterra, Francia, Alemania, de economías sustentadas durante años por la cuantiosa, descomunal inversión del «malvado régimen libio» un día cualquiera deciden qué; «las ganancias no les eran suficientes» y necesario era la destrucción del Estado-Nación libio, «¡de nuevo en nombre de la libertad, la democracia y prosperidad que estos gobiernos europeos no sabían dónde habían extraviado!» Sus gobernantes en turno requerían más, más y más dividendos –«¿para sus arcas personales?»–, en cuestión de días nombran, proclaman y reconocen –«así, de la nada, en nombre de instituciones y legalidad europea, ajena al sentir y desconocidas del pueblo libio»–, gobierno de facto, paralelo, de transición, encargado…, mediante el cual se hacen de 200, 300 mil millones de dólares en reservas internacionales. «¡Sí, 200, 300.000.000.000, trescientos mil millones de dólares en reservas internacionales que para entonces sustentaban las economías de Francia, Inglaterra, Italia, España, Alemania!» confiscadas y finalmente hurtadas, porque hasta hoy, con «Libia convertida en mercado de blancas, de esclavos, a cielo abierto, ante la mirada del mundo» nadie sabe dónde, en manos de quiénes fue a parar tan extraordinaria riqueza, del entonces; bien aventurado pueblo libio.

Consumado el asalto al pueblo libio, fueron e insisten contra Siria…, enmudecen, no ven, no escuchan cuando de Palestina y su pueblo se trata…

Los gobiernos europeos, al mejor estilo colonial de siglos pasados, solo buscan el saqueo de las naciones llevándolas a las ruina mediante el desconocimiento institucional, como Estado-Nación soberano, instaurando gobiernos títeres, en antojo y pretexto de legislaciones europeas, a satisfacción y capricho del más gansteril y sórdido imperio jamás conocido, mientras su economía y pretendida unidad es puesta en tela de juicio: «¡Arde Francia, Desahucios, falta de gobierno y legislación en España, Alemania espiada, burlada, Inglaterra separada…», todos, en desunión, saqueados unos a otros tras el colapso de sus sistemas de salud y protección social, sancionados, intervenidos, espiados y mal puestos ante los ojos del mundo. Cuestionables; sus muros fronterizos –de inmoralidad– en contención de la más importante migración humana desde el norte africano, «¿dónde está el origen, las causas de esa migración?», su inhumanidad y silencio en la creación del cementerio humano en el que han convertido al Mar Mediterráneo, ante el exterminio y desalojo del Pueblo Palestino…

Silencio y actuaciones cómplices, complacientes, en la creación de estados naciones fallidos, como lo expresó, hace un año Josep Borrell[1], entonces ministro de Asuntos Exteriores (Canciller) de España, en tono jocoso, en susurro temeroso del que no quiere ser oído o señalado, del que debe y no puede decir, en entrevista televisiva:

«Sería un exabrupto diplomático, legal, el reconocimiento de un gobierno no electo, paralelo en Venezuela, mucho menos si este es producto de una imposición de Donald Trump, la Unión Europea ni España pueden aceptarlo» –no lo menciona directamente, tiene miedo, solo lo sugiere y lo deja a consideración de la entrevistadora, del espectador–. «Ellos» –continua diciendo, mientras la periodista lo interrumpe repreguntando; «¿Estados Unidos?»–, «nos propusieron, dijeron y convencieron que tras la declaratoria y reconocimiento del gobierno interino, encargado…, era cuestión de tres días la caída del régimen de Nicolás Maduro. Sin embargo; ¡ya usted ve que no sucedió así! ¡Todo lo que ha sucedido son shows, nombramientos, declaraciones y proclamas desde plazas públicas sin legitimidad alguna ni apego al derecho constitucional!»

Un año más tarde, el gobierno impuesto por Donald Trump y reconocido por la Unión Europea, con Josep Borrell a la cabeza, dice estar en funciones, hace y deshace a conciencia, conocimiento, complacencia y beneplácito de toda la institucionalidad europea, todo debidamente calculado, premeditado hacia el desconocimiento institucional de la Venezuela Bolivariana y su proyecto emancipador, incluido el delito de exterminio contra el pueblo venezolano, «¡a un clip!» de la gesta libertaria más significativa en América contra el entonces imperio español.

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[1] Venezuela Bolivariana; ¡extraordinaria e inusual Venezuela!



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Felipe Marcano


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