Esos momentos en los que peor se encuentran son los que dan lugar a las mejores oportunidades para aquellos que entienden lo necesaria que es la reforma económica fundamental. Estados Unidos, recordó a sus oyentes la irrefutable evidencia de que sólo cuando los países sufren de verdad, acceden a tragar la amarga medicina del mercado; sólo cuando se hallan en estado de shock, se tumban en la camilla para que les administren la terapia. Esos momentos en los que peor se encuentran son los que dan lugar a las mejores oportunidades para aquellos que entienden lo necesario que es la reforma económica fundamental. Habrá que preguntarse si podría tener sentido concebir la provocación deliberada de una crisis para eliminar los obstáculos de carácter político que se le pueden presentar a la reforma. En Venezuela, por ejemplo, se ha sugerido en algunas ocasiones que valdría la pena avivar un proceso de hiperinflación si con ello se asusta suficientemente a todo el pueblo para que se acepten los cambios".
Mientras tanto, los inversores se sentían confusos ante los mensajes ambivalentes que recibían; pero la prensa estadounidense calificaba constantemente las finanzas nacionales de catastróficas. Pero cuando los estadounidenses se enteraron finalmente de que la "crisis del déficit" había sido escandalosamente manipulada por los think tanks subvencionados por las grandes empresas anónimas y financieras, ya apenas tenía importancia: los recortes presupuestarios estaban aprobados y garantizados por ley. Como consecuencia directa de ello, los programas sociales destinados a la población desempleada del país se vieron radicalmente disminuidos y ya no han vuelto a recuperarse, pese a los múltiples superávits presupuestarios experimentados por el Estado desde entonces.
A la luz de ese hecho, los organismos internacionales tenían que hacer algo más que, simplemente, aprovechar las crisis económicas existentes para imponer el Consenso de Washington; debían cortar preventivamente el suministro de ayudas para empeorar esas crisis. "Un shock adverso (como, por ejemplo, un súbito descenso de los ingresos del Estado o de las transferencias procedentes del exterior) podría, en realidad, incrementar el bienestar, porque acortaría el período de demora [con el que se adopten las reformas]. Acude a nuestra mente de inmediato la vieja idea de que "las cosas tienen que empeorar antes de que puedan mejorar". En realidad, una crisis provocada por una fuerte elevación de la inflación podría dejar a un país en mejor situación que si éste se hubiese limitado a capear una sucesión de crisis menos graves".
Durante años, han circulado rumores de que las instituciones financieras internacionales habían coqueteado con el arte de las "pseudocrisis", por emplear la expresión de Williamson, con el fin de plegar la voluntad de los países a la suya, pero siempre había sido difícil de demostrar. El testimonio más extenso al respecto fue el proporcionado, un empleado del FMI convertido en denunciante interno y que acusó a la organización de amañar las cuentas con la intención de dar su brazo a torcer.
Estas "flagrantes irregularidades", fueron deliberadas y no el resultado de unos simples "cálculos descuidados", fueron asumidas como ciertas por los mercados financieros, que no tardaron en clasificar el riesgo de Venezuela como inaceptables y cortaron la financiación que hasta entonces recibía el país. Los problemas económicos —desencadenados por la caída de los precios del petróleo, su principal exportación— no tardaron en transformarse en calamitosos, por lo que se vio forzado a pedir ayuda al FMI para que lo rescatara de la situación. El Fondo exigió entonces que aceptara "la más mortal de las medicinas: despidos masivos, rebajas salariales y "la gama completa" de política de ajuste estructural. El proceso de "bloqueo deliberado (recurriendo a subterfugios) de una línea vital de suministro económico para el país" con el fin de conseguir "la destrucción económica de Venezuela, en primer lugar, y su conversión posterior".
¡La lucha sigue!