¿Estados Unidos está en condiciones de presionar al Gobierno Bolivariano?

“Tenemos opciones a nuestra disposición. No voy a avanzar ninguna de ellas en este momento, pero ciertamente tenemos opciones con respecto a sanciones  ese tipo de cosas que podemos tomar. Tienen hasta abril”, dijo en rueda de prensa el pasado 29 de enero de 2024 el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jhon Kirvy.

Sin ánimos de desmeritar  las injerencistas declaraciones de los representantes del actual Gobierno de Estados Unidos de América, se debe hacer un breve pero contundente análisis de la situación internacional y porqué los tiempos no son idóneos para éste tipo de comentarios.

En primer Lugar,  el Conflicto en Ucrania está a punto de inclinar definitivamente la balanza a favor de la Federación de Rusia, dando un terrible traspié a las pretensiones hegemónicas de la OTAN en esa parte del Mundo, demostrando la incapacidad no solamente financiera, sino económica, militar, y hasta demográfica; para poder torcer ésta tendencia al menos en el futuro inmediato y mediato.

Ucrania, o lo que queda de ella, es un país destruido, endeudado y que ha perdido gran parte de su población, bien sea por migración, o por causas inherentes al Conflicto. El objetivo de “desarmar” a Ucrania y “desnazificarlo” se ha cumplido en gran parte, hoy en día no tienen a disposición población joven (20 a 30 años) para reemplazar a las envejecidas tropas  formadas por reclutados a la fuerza mayores de 40 años, incluso las mujeres embarazadas están siendo llamadas a servicio.

Aunado a la elemental devastación de los diversos y heterogéneos equipos militares averiados o defectuosos enviados por Occidente, que han sido blanco de las armas rusas y que han sido literalmente calcinados en el campo de batalla, con una reposición bastante difícil al estar la industria y el aparato militar de Europa y Norte América en un nivel de producción mediocre desde hace décadas. Por ende, muy difícilmente Ucrania pueda llegar al invierno, sin haber perdido más territorios y quizás la misma guerra.

En segundo Lugar, la dependencia del petróleo ruso y la imposición de sanciones no han surtido el efecto deseado por Occidente, para no decir que no han servido de nada, sin embargo se ha mitigado dicha escasez con la importación masiva de petróleo ruso, revendido por India y hasta de la misma China, por ende la Ruta de Suez a través del Mar Rojo, ha cobrado una importancia de vida o muerte para el mantenimiento, al menos en apariencia del bloqueo a los productos rusos.

Por ende, y en tercer lugar, todo el conflicto en el Medio Oriente y su propagación al Mar Rojo y muy probablemente al Golfo Pérsico, crea un escenario bastante oscuro y apocalíptico para el suministro energético no solamente de Europa, sino global; por tanto deben reactivar otras fuentes seguras, confiables y tradicionales del oro negro, y no hay otro país en el mundo que Venezuela, que pueda tener esos requerimientos.

Los Estados Unidos no carece de medios para presionar a Venezuela, sino que en las actuales circunstancias, muy puntuales pero extraordinariamente complejas y distintas que se han presentado y que se han descrito, no pueden apelar a seguir sancionando la industria de hidrocarburos venezolana, en razón que puede verse seriamente afectado su suministro, en un año electoral y con un Trump galopando a la cabeza en la carrera hacia la Casa Blanca.

Por lo tanto, la opción del garrote tiende a ser inocua ante un Gobierno Bolivariano absolutamente fortalecido y curtido por la experiencia de haber sorteado toda la agresión económica de los últimos años, por ende la mejor de las opciones para Washington es sacrificar el peón Maria Corina Machado, en aras de intereses superiores y más terrenales, o lo que es lo mismo: dejar hacer a Nicolás Maduro lo que quiera y “hacerse el gringo”.



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Jesús Millán


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