Tu boca es fea Pontífice amargo. Hay un rictus, una cruel mueca en tu boca de hiena. Tu misión es de muerte, no de amor, Papa rico. Hay en ti un hocico, algo que desgarra, que muerde con fiereza y con maldad. Sabemos por qué te paseas por América. Vienes a negociar. Todos recordamos a Juan Pablo II cuando permitió en una visita que hizo al mismo Brasil que se promocionara un producto de papas fritas con el slogan: “Dos Papas llegan al Brasil.” También lo hizo en Venezuela y en México. Pero Juan Pablo II también fue a Nicaragua a tratar de atropellar y vejar a los sandinistas. “Regañó” al poeta Ernesto Cardenal. Lo primero que hizo al descender del avión fue buscar a Cardenal y exigirle que se acoplara a sus mandatos. Después cuando Reagan decidió masacrar a los Nicaragüenses Juan Pablo II calló, se hizo el loco. Ahora tú Benedicto XVI, que sabes que en América estamos dejando de ser colonias de la ignorancia y de la estupidez, de los imperios llegas tú, Papa Hiena a pretender insuflar el odio, a levantar las huestes de tus purpurados criminales como en tantos pueblos de Europa lo han hecho tus antecesores. Pero nosotros te contestamos con este poema de Antonin Artaud (francés)- (1896-1948). Artaud es considerado el poeta maldito más grande del siglo XX, a la altura de Baudelaire, Rimbaud y Verlaine.
He aquí el poema de Artaud: “MENSAJE AL PAPA”
“No eres tú el confesionario, ¡oh Papa!, lo somos nosotros; compréndenos y que los católicos nos comprendan.
En nombre de la Familia, impulsas a la venta de las almas y a la libre trituración de los cuerpos.
En nuestra alma y nosotros mismos, tenemos bastantes caminos que transitar, bastantes distancias que salvar, para que vengan a interponerse tus tambaleantes sacerdotes y ese cúmulo de aventuradas doctrinas con que se nutren todos los castrados del liberalismo mundial. A tu dios católico y cristiano que – como los otros dioses – ha concebido todo el mal:
1- Te los ha metido en el bolsillo.
2- Nada tenemos que hacer con tus cánones, índex, pecados, confesionarios, clerigalla; pensamos en otra guerra, una guerra contra ti, Papa, perro.
Aquí el espíritu se confiesa al espíritu.
De la cabeza a los pies de tu mascarada romana triunfa el odio a las verdades inmediatas del alma, a esas llamas que consumen el espíritu mismo. No hay Dios, Biblia o Evangelio, no hay palabras que detengan al espíritu.
No estamos en el mundo. ¡Oh Papa confinado en el mundo!, ni la tierra ni Dios hablan de ti.
El mundo es el abismo del alma, Papa contrahecho, Papa ajeno al alma; déjanos nada en nuestros cuerpos, deja nuestras almas en nuestras almas; no necesitamos tu cuchillo de claridades.”
jrodri@ula.ve