Afortunadamente en Venezuela no necesitamos respetar obligados ningún Rey y hasta nos molesta que alguien se endiose. Nuestra manera de ser, nuestro carácter rebelde o “levantisco”, es conocido y reconocido desde tiempos de Guaicaipuro, más tarde por el desprendimiento acompañado del valor de los libertadores encabezados por Simón Bolívar, ahora en la Venezuela del siglo XXI porque si bien es cierto que la inmensa mayoría del colectivo nacional admira, respeta y sigue el carisma de un líder revolucionario, lo que mas le agrada de ese líder es no dársela de “taquititaqui” y no “pararle” ni a reyes ni a reyezuelos, es decir no tiene porque ocultarle “diplomáticamente” ni al asesino Bush, ni al impuesto Rey de España, verdades revolucionarias que antes no se mencionaban en las CUMBRES PRESIDENCIALES, esas citas donde los Magistrados iban de “cumbre en cumbre” y los pueblos seguían de “barranco en barranco”.
La Cumbre Borrascosa concluida en Chile, tuvo su momento culminante de sinceridad nueva, la nueva situación del mundo, cuando el Presidente venezolano denunció al ex Jefe del Gobierno español J.M. Aznar, a quien muchos españoles le escriben con “S” el apellido…, dirigente que ha demostrando sin ambigüedades exhibiendo su bigotillo hitleriano, cuanto desprecia a nuestros países americanos sin importarle que sean de habla hispana, pues una vez afirmó que estos países pobres “se jodieron…” -palabras textuales de Asnar-. La mención a las barbaridades contra nuestro país que ha cometido y sigue induciendo internacionalmente el ex jefe gubernamental español, valientemente denunciadas ante el mundo por el jefe de estado venezolano, fue lo que provocó la incomodidad de Juan Carlos “El Rey”, a punto que el espigado español terminó de molestarse después de su prepotente y grosero gesto de gritarle a Chávez “porque no te callas”, un lenguaje catalogado por un distinguido profesor de la universidad complutense de Madrid como “de borracho en taberna”, a punto que durante la intervención de Daniel Ortega, “el rey” ungido como tal desde tiempos del dictador fascista Francisco Franco, hervida su “sangre real” de Borbón y Bribón negociador, no aguantó otras verdades dichas por el Presidente de Nicaragua y se retiró airado, aunque minutos después se reincorporó a la clausura de la Cumbre Borrascosa inolvidable..
Ocurridos los acontecimientos, uno se pregunta A CUENTA DE QUÉ ese tal “Rey” puede mandar a callar a un Presidente de otra nación soberana, tan soberana o más soberana que su madre patria… No les dará vergüenza a quienes acá están aprovechando el incidente para ponerse de parte del Rey. Uno no tiene la culpa del alma de vasallos que tengan esos defensores de Juan Carlillos. Deberían recordar que el único Rey que aceptamos en Venezuela es el Rey Zamuro, a quien mucha gente no conoce y se informa poco de su existencia y su función en la fauna. Ahora bien, será que en su propia patria esos apoyadores de Juan Carlos “El Rey””, son consumidores adictos a un aceite que no se si todavía existe por estos lados y así se llama…, o será que desde sus entrañas les viene ser eunucos, disminuidos mentales, colonizados de nuevo cuño que apoyan a los “realistas” como aquellos venezolanos que odiaban la guerra de independencia y querían seguir siendo esclavos. Inconcebible la reacción de cierta prensa lacaya en torno al incidente de Santiago de Chile en la XVII Cumbre Iberoamericana, pero no extraña tal reacción considerando su apoyo al golpe de Abril 2002, cuando “la carmonada”, hecho por cierto aupado y celebrado por ese dirigente retrogrado del PP español, que se arrodilla ante Bush como uno de sus pitiyanquis favoritos, una vez más metido hasta los “tequeteques” en intentos golpistas que prepara la derecha reaccionaria venezolana. En definitiva admiro más a este paisano venezolano que ha revolucionado las cumbres presidenciales en el mundo, pues sus verdades no pueden ser tapadas ni siquiera con el manto de la soberbia y la prepotencia de una monarquía caduca.
Asnar no rebuznó para defenderse de sus barrabasadas, pero la monarquía rebuznó por él y el tal “rey” le faltó el respeto al representante de una nación soberana y felizmente independiente.
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