¿Qué es el Socialismo?
De manera general podemos decir que es una proposición económica y social, antagónica a las circunstancias de la vida política y económica, intervenida por los factores estructurales del capitalismo; desde que la economía y la ley son aplicadas de arriba hacia abajo en acontecimientos individuales que privilegian la clase possessora. Este escenario refleja los intereses de las políticas económicas y sociales que protegen el status quo de la cultura occidental dominante, la transformación práctica del Estado capitalista y su función legislativa.
El capitalismo conduce la creación del sistema político “democrático” en el sentido sociológico, político y militar; predeterminado, para desempeñar las funciones estructurales de coacción y dominación impuestas por la cultura occidental dominante.
Estableciendo estas circunstancias, el capitalismo y el sistema político “democrático” podrán ser elegidos, como de hecho lo son, dentro de categorías inmanentes al mundo de la alucinación, siempre que echen mano de la manipulación mediática que maquilla la realidad que produce: hambre, miseria, muerte y genocidio. Ésta, estructura de exterminio y su significación, tiene, según lo confiesan sus propósitos, la capacidad de vender la imagen saludable del capitalismo, junto a las comparaciones políticas, económicas y sociales que implican la composición imaginaria del bienestar.
¿Por que es necesario el Socialismo Bolivariano?
Defender las ideas del Socialismo Bolivariano, por más sorprendente que parezca, nos enfrenta con el modelo político “democrático”. Esta rencilla nos señala una relación entre el absolutismo que le permite a la “democracia” la intervención de la conciencia del auditorio individual y colectivo; y la ratificación del poder legislativo como custodio del orden jurídico que asegura los privilegios de las clases dominantes. De hecho, el auditorio “democrático” desarrolló un papel protagónico en la obstrucción de la reforma constitucional propuesta por el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías.
Si nos ubicamos dentro de las bondades del historicismo, la trascendencia y la contemporaneidad nos encontramos con las exigencias simultáneas de los valores religiosos y su dependencia a la historia del sistema político “democrático” que, en su conjunto, ha fallado la realización de sus ideales. Esta incapacidad de organizar los ideales comercializados por la “democracia”, ratifica su propia e indivisible carencia y el fracaso por ella provocado. Esta situación, conduce el reconocimiento de la necesidad de cambio. Después de definir los puntos de vista y sus detalles, en lo concerniente a la parroquia democrática y los grupos religiosos que la conforman.
Reforma Constitucional
El referéndum propuesto para la reforma constitucional en la República Bolivariana de Venezuela devela el más grave de los problemas planteado en la lucha contra la explotación, la dominación y el colonialismo. Develado está, con la victoria del fascismo “democrático” que se opuso a la reforma el problema que produce el control que se ejerce sobre el auditorio subjetivo: valores, cultura y conducta; categorizada por consignas, claves, frases, eventos y miedos; extraídos de las ceremonias religiosas escenificadas en el bacanal de la memoria. Estos núcleos de energía mediática conforman la parroquia “democrática”. Este conglomerado es el ejército inconsciente de la “sociedad civil”. Manifestado como el núcleo de la sobrenaturalidad, conjugada y materializada para controlar, sicológicamente a grupos sociológicos. Cabe destacar que los personajes o los grupos sociológicos son denominados auditorio individual y colectivo por los operadores sicológicos que invierten: tiempo, energía, dinero, personal, facilidades y otros recursos en la guerra sicológica, y en la conformación de los grupos religiosos de desestabilización y desarticulación política y social.
El referéndum aprobatorio de la reforma constitucional en Venezuela es particularmente interesante, ya que se constituirá, sin lugar a dudas, en la referencia de la guerra sicológica aplicada a un pueblo; suplantado por un auditorio individual y colectivo disimulado como pueblo. Aunque parezca extraño, el fascismo “democrático” - auditorio individual y colectivo - conduciendo para sí, la la violencia y la trascendencia de la oligarquía colegiala; asociada a la conferencia episcopal de Venezuela y su falange vaticana, admitió el dogma católico de la encarnación que manipula lo divino, trasfiriendo las definiciones de violencia y fascismo a una pandilla estudiantil privilegiada.
Recordemos que, durante el golpe de Estado y el golpe petrolero vivimos el período preliminar de desestabilización y desarticulación de la guerra sicológica. Operación limitada al auditorio individual organizado por los partidos políticos referenciales, la Fuerza Armada Venezolana y las industrias básicas. Ejemplo de ello es el show mediático transmitido desde la Plaza Altamira del Distrito Capital: identificación del fascismo con cierta práctica “democrática”; generadora de contradicciones en los entornos de la fuerza armada y en la sucesión de fracasos políticos asestados a la contrarrevolución.
El fracaso de Plaza Altamira conformó la reconstitución abstracta de una intriga contrarrevolucionaria. Al parecer, los proyectistas yankees confeccionaron una intriga creando un universo de oposición adolescente, detrás de los decorados de la campaña presidencial de ese animal que mientan Manuel Rosales. Ahí y en ese momento se inició la utilización y el acentuamiento de todo lo relativo al posicionamiento de actores mediáticos, resucitados de las faldas estudiantiles. Todo esto a pesar, de que la guerra sicológica, poseía en ese entonces, un mínimo de éxito que supone la supresión de la conciencia que abandona la pluralidad y el libre albedrío subordinándose a la propaganda persuasiva de las operaciones sicológicas.
Este fue el génesis de lo que no quisimos ver, e incluso oír, no sólo persuasivamente sino emocionalmente. Jamás reconocimos ni transmitimos, la realidad de las ideas transferidas a la parroquia “democrática”. Nunca nos percatamos del peligro real de una propaganda consonante al conjunto de complejos sociales y su condición apátrida: idea de representación individual forjada como ámbito colectivo de comportamiento; consentido como enemigo de un hecho político trascendental.
Estas razones nos hacen suponer un conjunto de debilidades en el plano de la responsabilidad y la autocrítica; debilidad revelada a la hora de penetrar el sistema de defensa que oculta la guerra sicológica y sus operaciones de desestabilización y desarticulación.
En nuestro caso, la guerra sicológica tiene como enemigo al Socialismo Bolivariano; como gerente a los Estados unidos; y como aliado, a los medios de comunicación e información, radio eléctricos e impreso; comunicadores apátridas, organizaciones no gubernamentales, universidades autónomas, conferencia episcopal venezolana y la sociedad llamada civil: espacios consonantes de la estructura del pensamiento y la expresión de dominación conferida a la “democracia” por el lobby monopólico del sufragio.
En estas condiciones se originan entidades de explotación y exclusión antagonistas del derecho de la vida, en todos los ámbitos donde interactúa el Estado “democrático”. Es así que florece la intolerancia contra la revolución social, el bienestar de los pueblos y el socialismo.
candelarioreina@yahoo.es
¡Patria, Socialismo o Muerte!
¡Venceremos!