Una derrota para la doctrina de "seguridad democrática"

Los presidentes reunidos en Santo Domingo infringieron su peor derrota política al Presidente Uribe y a su doctrina de “seguridad democrática”. La presidenta argentina dejó en el aire una pregunta: ¿por qué, si todo seguía igual desde hace años, ocurría ahora un cambio como la violación abierta de la soberanía ecuatoriana? Cristina Kirchner confirmaba, sin decirlo, los señalamientos de Chávez y Correa sobre la urgencia de Washington y sus agentes neogranadinos en impedir un acuerdo humanitario y cortarle el camino a la paz en Colombia.

LA PALESTINIZACION

Una Colombia-portaviones para influir o agredir a los países limítrofes (Venezuela, Ecuador, Perú, Brasil y Panamá) forma parte de la estrategia geopolítica de Estados Unidos, que se vuelve urgente a medida que avanza la política de Chávez hacia una unión latinocaribeña. Instituciones como el Alba, Banco del Sur, Petrocaribe, Telesur, etc. son momentos de un mismo movimiento continental que beneficia a pueblos y gobiernos, y les permite liberarse y recuperarse del obsceno saqueo neoliberal. La “palestinización” del continente, con Colombia en el papel de Israel, está a la orden del día. Si las FARC no existieran Bush tendría que inventarlas.

Washington, coherente con su concepción burguesa de la vida y su visión capitalista del mundo, desprecia la subjetividad política del imaginario colectivo de los pueblos. La perspectiva bolivariana le parece a Bush una moda demagógica fácilmente reversible y, empeñado en Medio Oriente, se contentó hasta hoy con nuestro abastecimiento seguro de materias primas y poder exportar sus capitales. Pero la reciente derrota de Uribe marca un cambio de marea. Hasta con su muerte contribuye Raúl Reyes a fijar a Washington, como lo fijaron sus victorias tácticas en Vietnam, en la ilusión de que una guerra de desgaste puede someter a un pueblo antes de la muerte de su último soldado.

LA ESPADA DE BOLÍVAR

Comprobada la ineficiencia de las burguesías de Ecuador y Venezuela, hasta para derrotar las revoluciones democráticas de sus países, a la Casa Blanca sólo le queda la receta de usar a Colombia para desangrarlas económica y políticamente con la guerra, como hizo con la Nicaragua sandinista. Pero “con las bayonetas se puede hacer de todo menos sentarse encima” y la receta carece de sostenibilidad: la jóven oficialidad colombiana comienza a descubrir lo actual del antagonismo entre Bolívar y Santander, y a sopesar el doloroso futuro que le espera, incluso en el supuesto negado de una posible solución militar para Colombia.

No es en la alta oficialidad corrupta ni en los operadores de sistemas de armas de alta tecnología, sino en el ejército, en la infantería que muere y mata en las selvas, llanos y veredas de Colombia, donde se fermenta la solución política al conflicto. Una vez más un Imperio se derrumba por sus pies de barro, por el acuerdo entre los trabajadores de la guerra, porque toda salvación comienza con un acuerdo entre humanos, con un acuerdo humanitario.

rotheeduardo@hotmail.com


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Eduardo Rothe


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