El resurgimiento de aquellas concepciones antiguas y su adaptación a la modernidad, por parte de cada una de las administraciones norteamericanas, se hacen evidentes en cada una de las etapas históricas acaecidas. El deseo expansionista y la “democratización” por medio de la fuerza, cual mandato de la bula papal, es hoy lema fundamental para la campaña en la lucha contra el “terrorismo”, muchos aspectos de esta conducta es extrapolada de manera firme, en el “Acta Patriótica” firmada por los principales “Obispos del Imperio”, reiniciando así la “cruzada contra los infieles” y “obscuros rincones del planeta”, como digno homenaje a los caballeros templarios que dieron sus vidas, en el “santo oficio de purificación de las almas”.
Fue el 11 de septiembre de 2001, la continuación de esta “cruzada” que comenzó hace más de 150 años con la doctrina expansionista del “Gigante de las 7 Leguas”, hasta la actualidad, ha acumulado un inmenso expediente, donde se puede constatar a ojo vista, la política empleada desde el exterminio casi total de los indios del sur de los EEUU, el robo de territorios a otros Estados y el desprecio total a la soberanía de los países vecinos y más lejanos, es el discurso empleado con más vigencia en nuestros día, el mandato del “Mesías” de lo que están contra él, están a favor del terrorismo, es una muestra del fanatismo imperial, y del miedo visceral infringido a sus ciudadanos, para conseguir el pretexto de acusar de peligro a la seguridad nacional, a personas con tiara, “color de piel”, “lenguaje distinto al normal” y de religión musulmana, o catalogar a países de enemigos en un santiamén.
Ahora se cierne con más fuerza en estos días la “limpieza de la sangre” en América Latina, pues ya se encargan los “ejércitos de Dios” de expulsar las almas endemoniadas, en otros “obscuros rincones del planeta”. El “Santo Patriarca” lo ha dicho con su acostumbrada incoherencia, estamos librando una batalla del “bien contra el mal” y así lo han entendido otros “adictos al Santo Oficio”, quienes lo acompañan se sienten herederos fieles de Tomás de Torquemada, y van por todo el mundo “profetizando sus visiones” y exigiendo la expulsión terrenal de los que se consideran “sectarios provocadores y desestabilizadores del bendito bien”, por lo que se debe demandar para ellos, el “acto de fe” para que paguen sus culpas.
Latinoamérica es ahora la tierra a excomulgar, pues existen ciertas “desviaciones en la razón de varios presidentes”, que la locura le ha dado por devolver la esperanza a los más débiles, la sinrazón les ha convertido en ¡instrumentos del pueblo¡ y no de la clase límpida y beata que es la oligarquía, para colmo se agrupan en “Sectas peligrosas” que no tienen nada que ver con las “fieles creadas por el señor” como la OEA o el TLC.
No la debe tener nada fácil el “Supremo Inquisidor” pues esta vez con tantos “herejes” en este mundo, no le van a ser suficientes los “cruzados” para redimir tan “cristiana batalla”, sabe que el tiempo se le acaba, y no sabe a cuál de los futuros “Pontífices” en la carrera por el poder le entregará la “bula papal” o “Acta Patriótica”, para que continúen con su modesta “Mein Kampf”.
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