Águila Negras en Colombia, Franelas Negras en Venezuela

Habrá que suponer que el gobierno nacional le mete el guante al asunto del paramilitarismo en Venezuela con toda la fuerza y preocupación de que quienes lo adversan pretenden "colombianizar" al país antes de saberlo perdido definitivamente como la vieja concha de sus privilegios. El trabajo del ministro Rodríguez Chacín ha servido para poner el tema sobre el tapete, denunciándolo concretamente como un fenómeno que opera en Venezuela desde hace dos años con el específico trabajo de sembrar el terror en una sociedad de la que se espera responda con angustia y con la sensación de que no hay paz en su propia casa, bajo la custodia de un incapaz gobierno. Es un trabajo político que apunta al desgaste y a mantener una situación de "nervios", idónea para cualquier aventura anticonstitucional.

Los paramilitares, dentro del concepto llamado "guerra de baja intensidad", en pequeñas células se han establecido en los barrios, donde como mafias han empezado a operar como prestamistas y como profilácticos contra los azotes del lugar con el premeditado propósito de ganarse el favor de la comunidad y poder establecerse en un "campamento". Luego desde allí, alimentados por las armas que le suministran los mercenarios mediante contrabando desde Brasil y Colombia, y de acuerdo con los lineamientos políticos de sus planes, despliegan su real trabajo de guerra, el cual consiste en el asesinato selectivo de los líderes comunitarios afectos a la línea revolucionaria, amén de constituirse, en última instancia, en una especie de ejército al servicio de cualquier eventualidad desestabilizadora en el país: marchas, escándalos mediáticos, golpes de Estado, sabotajes, atentados a sedes, asesinato de los mismo dirigentes opositores con el fin de pintar a un gobierno represivo y asesino, entre otras linduras. Si se quiere comprobar, revísese como "incidentalmente" han muerto unos cuantos dirigentes comunitarios que, en virtud de su proyección local, han pasado desapercibidos. La magnificación de la delincuencia y la inseguridad son sus grandes etiquetas.

El antecedente de la finca "Daktari" en Baruta, cuyo propietario -Robert Alonso- ya está confeso como enemigo acérrimo del gobierno, prófugo en Florida, ya parece palidecer ante la vigorosa consumación del hecho paramilitarista en Venezuela, alertado en todas sus formas ante los medios de comunicación por el periodista José Vicente Rangel. Su última información fue que, dados los hechos de la Cumbre de Río y la OEA, los cuales precisaban presentar a una Colombia sinceramente arrepentida en sus desmanes, los paramilitares recibieron la orden de retirarse de sus campos de operaciones y entrenamientos fundamentales -ubicados en los llanos venezolanos- para refugiarse en el estado Zulia, bajo el cobijo de las autoridades estatales, es decir, bajo la protección de Manuel Rosales. ("José Vicente Rangel: 'Gobernación del Zulia protege a paramilitares" en Aporrea.org [en línea]. 24 mar 2.008. Págs.: 1 pantalla. - http://www.aporrea.org/oposicion/n111229.html. - (Consulta: 30 mar 2.008))

Pero lo anterior –hay que decirlo con la lógica especuladora-, en su antecedente emblemático de la finca en Baruta y en su fuerte protagonismo colombiano, no es más que el primer paso que se le da al muchacho para que camine en Venezuela, autónomamente. El propósito es realizar, inicialmente, la incursión colombiana del paramilitarismo en Venezuela –como ya se hace-, enseñar a los locales y luego retirarse a su país de origen con las manos limpias de todo pecado, aunque unidos aquí y allá en espíritu ideológico. Es la forma que ha conseguido la extrema derecha para enfrentar al "régimen" con efectividad, ensamblarse como grupo de defensa por su intereses con proyección continental, con el santificado apoyo de la CIA, especialistas antiguerrilleros y hasta gremios ganaderos que prestan sus espacios para la conspiración. De hecho, su génesis paramilitarista en ganaderos y hacendados que un buen día decidieron preparar su pequeño ejército para protegerse contra el secuestro y la guerrilla, es explicación icónica de una derecha que se siente amenazada en sus intereses por la emersión de la corriente izquierdista en América Latina y el despertar de la conciencia nacionalista de los pueblos.

Pero lo que es paramilitarismo en Colombia, opción militar consentida por el poder instituido, es aquí en Venezuela guerrilla urbana, en nada consentida por el poder constitucional, debiendo ser el mandato su combate sin cuartel como brote desestabilizador de la paz nacional.

Hay información sobre los llamados "franelas negras" de Venezuela, "integrado por chavales beligerantes de clase media-alta y descendientes de los carcamales que conformaron la mal llamada IV República, [que] integran un comando nacional para conformar el nuevo paramilitarismo venezolano", cuya inspiración es el ideal fascista de Benito Mussolini, con preparación en Colombia por agentes de la CIA y mercenarios desde el año 2.007. [José Luis Carpio: "La Puerta de Alcalá" en Las Verdades de Miguel. - (2.008) ene 25-31; p. 4)]. Célula paramilitarista segura de las ahora conocidas "Águilas negras" de Colombia, de redoblada capacidad homicida, según nacen de una fractura de criterios entre el mismo gobierno hipócrita que una vez "pretendió" desmontarlas como fuerza paramilitar y un mantuanismo enquistado dispuesto a no concordar con nadie si se ve amenazado en sus intereses.

Como sea, "franelas negras" en Venezuela, o "águilas negras" en Colombia, ambas facciones son ramas de un mismo árbol, la ultraderecha omnipotente, conservadora hasta la muerte de sus tradicionales cuotas de poder en los países. Su cometido político inmediato consiste en hacer el trabajo sucio en Colombia, ese que no puede realizar el ejército so pena de acusaciones de crímenes de lesa humanidad, a efectos de preservar sus intereses en el poder; y desestabilizar en Venezuela, con el nada oculto sueño de recuperar el poder mediante la violencia. Y hay que decir que el poder recuperado por la ultraderecha en Venezuela, sumiendo al país en una situación como la de Colombia (de real división), le aseguraría a la clase dirigente control absoluto de la vida nacional, apoyo y legitimación del "régimen de libertades" por parte de países rectores de la política capitalista mundial, como EEUU e Inglaterra, y sus testaferros locales como Chile, Perú, Honduras y Costa Rica, y proscripción, probablemente como grupo guerrillero, del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), como si se tratara del tarareado cáncer comunista de los años de la Guerra Fría.

Finalizamos trayendo a colación las apreciaciones del periodista francés, Thierry Meyssan, citadas en este mismo blog: "No es creíble que los EEUU desplieguen tropas directamente para actuar en Venezuela, pues suficientemente están desenmascarados ante la comunidad internacional con su participación en el golpe de abril de 2.002, junto con España; pero es completamente creíble que operen de modo indirecto, a través de terceros, de grupos paramilitares y mercenarios para desestabilizar en lo concreto interior, así como en lo exterior también pueden echar mano de la provocación a través de sus aliados en la región, dos países, en opinión del periodista." [Oscar J. Camero: "La guarimba armada" en Animal político [en línea]. 23 nov 2.007. Págs.: 9 pantallas. - http://zoopolitico.blogspot.com/2007/11/la-guarimba-armada.html. - (Consulta: 30 mar 2.008)] A pensar nuestro país, pues, con criterio y acción salvadores.

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Oscar Camero Lezama

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental. Animal Político https://zoopolitico.blogspot.com/

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