Un barrio, por ejemplo, es una montaña que podía ser verde como el Avila, pero que ahora es fea, llena de ranchos, y éstos no son mas que fachadas sin contenido. La gente, de tan acostumbrada que está de verlos, apenas nota que en sus ventanas cuelga ropa, ropa de personas que la usan. Generalmente hay mucha ropa de niños, pero casi nadie lo nota, porque de hacerlo tendrían que pensar en esos muchachitos que crecen en esa montaña tan fea, y pensar complica las cosas, así que nada, compra un tostón en la cola de la autopista, sube la radio y sigue. Mejor no pensar...
Una vez en casa la televisión nos reparte imágenes de niños preciosos, gorditos, sanos, corriendo por la sala de una casa espaciosa y llena de juguetes. Da la impresión que así son todos los bebés. Todo es maravilloso hasta que, en el noticiero, otros niños, negritos, con moscas en la cara, ojos desorbitados, con una manita que se revela contra lo inevitable aferrada a la bata de una mamá que ya no llora,. Otra vez la sequía, otra vez la hambruna, ¿o era una guerra? O un golpe de estado. En fin, otra vez los mismos negritos padeciendo los mismos males de toda la vida. ¿Por qué mueren esos niños? Mejor no pensar…
Hay guerras eternas que ya dejaron de importarnos. Nada tiene de novedoso un niño moreno, narizón y de ojos grandotes que nunca más se van a abrir. Una vez lloramos por ellos, pero ya, de tan visto, dejó de ser noticia. ¿Qué culpa tengo yo de esa guerra tan lejana? Mejor no pensar…
Aplaudimos conmovidos por actos asquerosos que te presentan con un titular atado con lazos, palomas de la paz, y con musiquita de esa que hace correr las lágrimas: Ahmed, huérfano, mutilado y quemado por bombas de la coalición que lo vino a liberar del malvado Saddam, es llevado a Londres donde lo van a operar, le regalarán piernas y brazos plásticos, un teléfono celular, tarjetas firmadas en ingles que le desean ‘’get well’’. ¿Y por qué un niño que tenia familia, que nació completico, necesita ahora de tanta generosidad ajena? Mejor no pensar…
Y justo cuando estás en pleno no pensar, el noticiero te brinda un espacio maravilloso para cerrar: ‘’Estilo’’ así suele llamarse. Este espacio es como un extractor de neuronas y un borrador de sensibilidades. ¿Sufriste mucho con el negrito moribundo? No te preocupes, mira este spa en las islas Seychelles, exclusivo, solo para quienes pueden mimarse a todo trapo. Y ahí si piensas en que quieres llegar allí, que debe ser delicioso ese masaje con aceite de ballena y esencia de Yoki Yoki. Y corres a conectarte en internet, y buscas qué carajo es Yoki Yoki, y ubicas las islas carísimas, y te aprendes de memoria los precios, vuelos, conexiones, alojamientos, te aprendes hasta que la arena blanca es rosada y que acaricia tus pies al andar.
Desconectas y te vas a soñar.
carolachavez.blogspot.com