El escenario político que vivimos actualmente es consecuencia del 2D.
Escenario que ha venido desarrollando diferentes momentos cuyo desenlace
final apunta al 23/11. Interpreto los momentos como espacios temporales
definidos por circunstancias que generan la confrontación de las fuerzas que
actúan en sus límites. Por lo tanto, para efectos de este corto análisis
identifico dos macrofuerzas antagónicas que se repelen y copan la actividad
política de hoy: las revolucionarias (fuerzas propias) y las
contrarrevolucionarias (oposición). Fuerzas que han marcado dos momentos y
proyectan el tercero.
El primer momento va de enero a junio donde las fuerzas oponentes emergen
con energía inspiradas en el 2D. Forman su particular matriz de opinión
destacando el inicio del fin del Proceso Revolucionario, el rechazo
colectivo al socialismo y su victoria segura en 10 gobernaciones y el 50% de
las Alcaldías. Matriz que fue construida con base en supuestos, ilusiones y
suspiros de aire. Por su parte las fuerzas propias se mantuvieron en
cautela, observando y preparando el específico terreno de la real
confrontación. Fue el momento de las 3R, el surgimiento de la organización
del PSUV y de la disposición plena del revolucionario a avanzar hacia la
profundización del Proceso. Enero-junio fue el escenario de riesgos para la
Revolución. Se creció la oposición valentonada pero sin conceptos.
El segundo momento va de julio a septiembre. Ahora aparecen las fuerzas
oponentes desunidas, fragmentadas y quebradas moralmente. La ausencia de
proyectos que superen al Proceso Revolucionario y la vaguedad de sus
propuestas sin base ideológica, sin apreciaciones científicas, carentes de
planteamientos políticos honestos fuera del clientelismo y usufructo de
poder; oquedad lo denominas anteriormente, todo este conjunto de variables
inciden en la caída de su energía eufórica que a principio de año irradió.
Por su parte, las fuerzas propias se unifican, se fortalecen moralmente por
el respaldo que reciben de un líder como Hugo Chávez que le transmite día a
día a ese colectivo identificados con el cambio, el socialismo y la
revolución, le transmite fuerzas inconmensurables para crecer
espiritualmente y asumir a plenitud la energía morfogenética de su ser.
Julio-septiembre es para las fuerzas propias el momento del ascenso y la
definición inequívoca para el combate de las ideas y el diseño del nuevo
modelo político para el Estado y la sociedad.
Pero, lo obtuso que son las fuerzas oponentes al darse cuenta de la
reciedumbre de las fuerzas propias, proyectan el desmonoramiento de su
posibilidad de triunfo electoral, y pasan entonces a crear las condiciones
para que surja un punto crítico que conduzca a la explosión social y la
violencia. Conducta irresponsable y ruin que nos lleva al tercer momento del
escenario. Creo entonces que Octubre-noviembre será el momento de la
desestabilización por la vía de la conspiración (clandestina), la aplicación
de las disciplinas no violentas (fascismo disfrazado), la intervención
desobedeciendo (Gene Sharp); y, a nivel internacional, el desprestigio del
gobierno, la calificación de ente terrorista y su aislamiento con respecto
al primer mundo. En este escenario, las fuerzas propias tienen que potenciar
su lealtad al Proceso, intensificar su estudio para elevar la conciencia
revolucionaria y dominar las nuevas categorías vinculadas a los cambios
estructurales (véase el conjunto de 26 leyes habilitantes) que emergen de la
creación del poder popular.
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