No sé si George W. Bush ha sido el presidente estadounidense que ha desatado las mayores polémicas en los últimos tiempos, en todo caso es innegable que es uno de los más duramente criticados en el mundo.
Lleva a cuesta la invasión a Irak entre el 19 de marzo y el 11 de mayo de 2003, con el argumento de que este país tenía armas de destrucción masiva y a la fecha lo más contundente que ha encontrado son el par de zapatos que le lanzó el periodista Muntazer al-Zeidi.
Desde el principio, comenzaron las críticas fundamentadas en que esa invasión no se debía a que Irak tuviera en su poder tal armamento, sino controlar las reservas de petróleo y evitar que la Unión Europea o potencias como China e India se acercaran a esas gigantescas reservas.
Lo cierto es que, según publicaciones de prensa, unos 4 mil 209 miembros de las fuerzas de EEUU han perdido la vida en esa guerra que ha costado 576 mil millones de dólares a los norteamericanos, mientras que en Irak algunos estudios indican que los muertos rayan en los 700 mil. Méritos suficientes para ser uno de los personajes más impopulares del orbe.
Y así por el estilo, tenemos otros eventos que colocan a Bush en el ojo del huracán como el reforzamiento del muro construido entre los EEUU y México, para impedir la entrada de inmigrantes ilegales. La actual crisis financiera que mantiene al mundo en jaque por las consecuencias que acarrea en otros países, sobre todo en Latinoamérica, donde la mayoría de los gobiernos importan y exportan los productos del norte. Ya el presidente venezolano Hugo Chávez dijo que para este mes hará importantes anuncios a fin de que, pese a ella, el proyecto socialista salga fortalecido.
Existen innumerables sucesos que se podrían exponer como ejemplo, para demostrar la impopularidad del dignatario norteamericano, pero dentro de estas acciones, hay un hecho que resulta hasta jocoso tras el incidente del comunicador iraquí que quizás no se ha dicho: los reflejos de Bush.
Es impresionante ver como este periodista pareciera tener un lanza cohetes en el brazo y a manera de misil le arroja los dos zapatazos, pero es más impresionante observar como el mandatario sorprendido los esquiva, sobre todo si tomamos en cuenta que hablamos de un hombre de 62 años y que, según comentarios de prensa, no desperdicia el momento para ingerir una buena dosis de licor, dos elementos (los años y la bebida) que bien se sabe conspiran contra los reflejos de cualquier persona.
Sin embargo, esos buenos reflejos parecieran ser la única virtud de Bush durante sus mandatos. Lo demuestra la tranquilidad y la expectativa generada porque se va definitivamente este 20 de enero y, por fin, asume Obama. Al final de cuentas, fue él quien demostró ser el eje del mal.
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