El imperialismo norteamericano no amenaza en vano. No es como el padre consentidor que le dice al hijo: “te voy a pegar”, “te voy a castigar si no haces esto o aquello”, y no cumple su amenaza. Para Estados Unidos, en este momento, no pueden haber en el mundo gobiernos que se le salgan del redil; no puede haber medias tinta. Su profunda debilidad histórica les impide aceptarlos, de allí que tengan que apelar a sus recursos políticos y militares para someter a cualquier gobierno o pueblo que no cumpla con sus designios, ejemplo de ello es la intervención en Irak. Por tal razón, Venezuela es una piedra en el zapato, que obstaculiza los planes imperialistas en América Latina, constituyéndose, además, en un mal ejemplo en una región tremendamente convulsionada, donde la movilización de masas y el descontento se extienden como reguero de pólvora desde México hasta Argentina.
El gobierno de Bush, a través de Roger Noriega, secretario de Estado para América Latina, nuevamente se inmiscuye en los asuntos internos de nuestro país. Ahora amenazan con aplicarnos sanciones a través de los organismos multilaterales si no se realiza el referéndum revocatorio. Analicemos esta bravuconada imperial.
Como hemos dicho en otros artículos, la intervención gringa a Venezuela comenzó hace ya algún tiempo, sin embargo, esta puede adquirir diferentes expresiones. No siempre se traduce en invasión militar, algunas veces puede manifestarse por medios políticos o sanciones económicas. Amenazarnos con los organismos multilaterales puede significar: prohibir o limitar las exportaciones desde EE.UU.; prohibir el despegue o aterrizaje de líneas aéreas venezolanas en territorio norteamericano –estas medidas se le han aplicado recientemente a Siria-. Otras acciones podrían ser, aplicación de sanciones comerciales a través de la Organización Mundial de Comercio. En el caso específico de Venezuela, y de acuerdo a lo dicho por Noriega, se podría invocar la Carta Democrática con el objetivo de suspender a nuestro país de la OEA, específicamente de la participación en la Asamblea General, en la Reunión de Consulta, en los Consejos de la Organización y de las conferencias especializadas, así como de las Comisiones, grupos de trabajo y otros organismos del ente hemisférico. Otra medida, esta sí de gran envergadura, podría ser suspender o reducir la compra de petróleo venezolano.
Ante cualquiera de estas acciones, debemos responder con firmeza y aplicando el proverbio babilónico de: “diente por diente ojo por ojo”. A cada agresión imperialista debemos responder con medidas que afecten duramente sus intereses económicos. El ejemplo de la Revolución Cubana es muy claro. Cuando el gobierno de Estados Unidos suprimió las compras de azúcar a Cuba, el gobierno revolucionario nacionalizó diversas empresas de capital imperialista, lo que se tradujo en la consigna popular de: “sin cuota pero sin amo”. Cuando las compañías petroleras amenazaron con paralizar la producción de combustible, el gobierno cubano nacionalizó esas compañías. Ante las acciones terroristas de bandas armadas y financiadas por el imperialismo –similares a los paramilitares localizados en El Hatillo-, el gobierno cubano respondió con la nacionalización de toda la industria, la banca y el comercio.
Con discursos no basta, a las agresiones imperialistas es necesario responderle con acciones concretas. A cada golpe del imperio debemos responder con uno más fuerte que los debilite y los disuada de continuar con su escalada intervencionista, para ello contamos con la disposición del pueblo y los trabajadores para organizarse y movilizarse contra la intromisión imperialista.
Si suspenden la compra de petróleo, les expropiamos sus empresas en el país; si aplican la Carta Democrática, suspendemos la venta de gasolina en EE.UU. a través de Citgo. Lo mismo debemos hacer con los intereses de sus lacayos nacionales. A cada agresión responderemos en la misma proporción. Pero estas medidas deben ser acompañadas con la organización de los trabajadores y el pueblo para la defensa del territorio y de instalaciones sensibles para la economía del país, de allí que debemos continuar con la preparación de las Milicias Obreras y Populares, a través de las organizaciones de masas (UNT, Círculos Bolivarianos, Comités de Tierra, organizaciones estudiantiles, etc.), y su extensión a todo el país, paralelamente a su articulación con los elementos patrióticos de la FAN.
Miguel Angel Hernández Arvelo
Profesor de la Escuela de Sociología de la UCV y dirigente nacional de Opción de Izquierda Revolucionaria (OIR)
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