La senadora Piedad Córdova debería tener un poco de consideración por nuestro país y sobre todo por nuestro abnegado y generoso Presidente Hugo Chávez. Con aquella vocecita, con aquellos ruegos, va y le implora: “Usted Presidente tiene una enorme capacidad para perdonar. Perdone una vez más…”, y llega nuestro querido Comandante, se le pone el corazón encogido como pasa, y cede. La senadora se pone de pie, pega un grito y comienza a abrazar a todo el mundo. Coño de la madre, el inicio de otro capítulo de traperas puñaladas. Por Dios o Satanás, las cosas deben tener un límite y tienen que ser los colombianos los que le echen bolas a su propio peo. Allá realmente no hay ninguna lucha organizada, ninguna profunda resistencia popular. Todo es Chávez, Chávez y mil veces Chávez, y él es el que siempre tiene que salir a echarse solo toda la carga del mundo encima. Para que después los poderosos canallas de la tierra salgan a decir que por culpa de él, el mundo está patas arriba.
Eso pasó anoche: Nuestro presidente Hugo Chávez, en reunión desde el Palacio de Miraflores con representantes de la organización Colombianos por la Paz, pidió el retorno a Colombia del embajador Gustavo Márquez. A hurtadillas se escuchan palmadas de victoria. A escondidillas se arman nuevas tramas, nuevos escenarios de traperas puñaladas. “¡Qué bien lo hiciste Piedad Córdova!”
Esa es la única diplomacia que conocen los lacayos, la elite, los pelucones santanderistas. Ya cantan las voces guerreristas que nuestro presidente da marcha atrás en su escalada de insultos y arremetidas contra el demócrata y gran estadista Uribe. Cómo le escuece a uno el alma de la arrechera cuando escucha estas cosas, y que otra vez vayan a meter en mil enredos a nuestro presidente. Y en cierto modo me molesta que la senadora Piedad Córdova le pida tanto al Comandante, siempre pidiéndole y pidiéndole lo imposible. ¡Ya no sabe ella, acaso, en las mil emboscadas en las que nos han envuelto! A cada perdón una traición.
Cada pueblo tiene que ganarse sus victorias, su lugar en el mundo, su soberanía. Ahí está Honduras dando su sangre, con su pueblo alzado, llevando plomo y decidido a morir o ir a parar a la cárcel. Coño, es hora ya de que el pueblo colombiano también haga algo. Les metieron de mandatario al narcotraficante Uribe, y el tipo va fresquecito para otra reelección, y el Juan Manuel Santos como si nada paseándose por el mundo, como todo un dechado de virtudes.
Los empresarios colombianos ya se están frotando las manos; aspiran a seguir robándonos los productos de primera necesidad, la gasolina, y continuar estafándonos con bisuterías gringas enormes cantidades de divisas. Globovisión canta victoria diciendo que el presidente ha entendido que debe apartarse la diplomacia de lo meramente mercantil. Toma. Entonces ya van comenzar a colocar en cola los diez mil carros prometidos, vendidos con sobreprecios descomunales. Ya corren los agiotistas a llenar los gandolas con más sostenes y pantaletas. Y la droga, claro, que corre junto con todo ese comercio maldito.
Simultáneamente, los think tank colombianos aseguran que la gira que emprendió martes, miércoles y jueves Álvaro Uribe, por Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil, para explicar el alcance y los propósitos del uso de siete bases militares por fuerzas estadounidenses, fue calificada de positiva. Alfredo Rangel, que dirige la Fundación Seguridad y Democracia, argumenta que las visitas relámpago por el sur del continente "lograron transmitir, la impresión de que el Gobierno colombiano no tiene nada que ocultar sobre el acuerdo con Washington, y logró convencer a algunos gobiernos, que un principio se mostraron suspicaces, de que Colombia no quiere poner en riesgo la seguridad nacional de ningún país de la región". Es decir, que pese a las pendejadas dichas por Obama, Bogotá continuará adelante en la negociación con Estados Unidos, pero que con el conocimiento de las posturas de los Estados de la región "firmará cláusulas muy claras, muy taxativas, que expliquen que el control de la operación de aviones estadounidenses desde bases colombianas van a ser controlados por Colombia y no van a afectar a terceros países".
Un país que ha perdido toda soberanía de su territorio nos quiere meter el cuento de que las conclusiones que emanen de la reunión del lunes de la Unasur sobre Colombia, las tomará en cuenta "siempre y cuando partan del principio de respeto a la soberanía". Yo, la verdad, me muero de la arrechera.
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