Me imagino que todo aquel que anda arrecho porque el Líder Comandante reenvió a Gustavo Márquez a Colombia, tiene la razón. Lo digo por aquello de que cuando la realidad y las creencias chocan, normalmente es la primera la que sale con las tablas en la cabeza.
Despotricar de esa decisión es un acto eminentemente visceral que adquiere un tufillo al show de Lina en Cloacavisión ¿Qué carajo es lo que quieren, guerra? ¿De verdad van a echar pa´lante, o van a pelear su propia guerra con sus propias armas? ¿Se van a subordinar a un comando o serán bandoleros alzados?
De verdad hay camaradas que deben respirar un poco antes de salir corriendo con ese arrecharon comiéndoselos, a teclear una sarta de pendejadas. Entiendo que nuestro Presidente, en aras de la paz, que es lo que verdaderamente queremos ¿O no? decide en un acto de buena voluntad para buscar escenarios de diálogo con Colombia, enviar de regreso a nuestro embajador allá. No dijo que se retractaba en relación al congelamiento de acuerdos económicos y energéticos ni la revisión de empresas colombianas que operan en Venezuela. Eso, camaradas, lo entiendo como parte de un contraataque político que busca desmontar las “justificaciones” que Don Varito 82 anda regando por Latinoamérica en relación a las bases yankee-sionistas de marras.
Hace poco escribí por aquí que estamos cundidos de paramilitares, que debemos estar ojo pelao con los indocumentados que desde allá llegan. Incluso dije que al Gobierno Colombiano había que darle matica e´café, en el entendido de que no pusiéramos de nuevo la mejilla para recibir otra narco cachetada. Pero siendo esto un pensamiento común producto de una realidad que vivimos, no debe ser motivo para pronunciarse con matices guerreristas ni mucho menos tildar de ambigüedad o fanfarronería las estrategias que en este sentido ejecuta el Líder Comandante.
Llamo a reflexión sobre los hechos que están en juego en este momento, cuyas consecuencias pueden incidir sino en el orbe, en América toda, pues el verdadero enemigo, el divisor de fraternidades, el maldito imperio yankee, anda tras la mayor cornucopia de energía en el mundo: Venezuela.
Hace solo horas el camarada Hugo Chávez nos convocaba a reconocer y a estar concientes del rol que debemos desempeñar en este tiempo histórico que vivimos. Esencialmente no debemos caer en la trampa de la anarquía como catarsis ante la impunidad, la injusticia o peor, de nuestro parecer, pues esto resultaría en un regalo sumamente apetecido por el enemigo. No actuemos como ciegos ni como distribuidores de garrotes para tales.
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