EEUU: ¿Por qué si hay presupuesto para la guerra y matar y no para la salud y salvar vidas?

El sistema político y social de los Estados Unidos parece herido de muerte ineluctablemente, por su falta de sensibilidad, de solidaridad y su desamor innatos. No otra cosa se puede pensar cuando se analizan las noticias que en estos días llegan de ese país sobre la discusión que se lleva a cabo para canalizar la aprobación por el Congreso de una legislación que garantice los servicios de salud a 50 millones de habitantes a quienes actualmente les está negado por constituir los sectores más pobres y marginados de la mayor potencia económica del mundo.
A la hora de aprobar el presupuesto para gastos militares, con monto de miles de millones para mantener las guerras a miles de kilómetros de sus fronteras, dando continuación a la misión de matar a miles de personas de otros países y, lógicamente, también con cuota de muertes de ciudadanos estadounidenses, se hace con una mayoría aplastante y sin que medie ningún alboroto en los círculos de poder. Entonces sí se dilapidan generosamente los recursos del país.

Ahora que se trata de garantizar el derecho humano a la salud y la vida a millones de seres humanos, creando las condiciones para establecer una política más justa y equitativa, prácticamente se discute a todos los niveles, con tal grado de irracionalidad y descoco, que da vergüenza que así se expresen sectores diversos de la sociedad norteamericana. Además de mostrar su desacuerdo por razones de distintas naturalezas, están acusando y pidiendo la cabeza del presidente Obama, por el simple hecho de pretender cumplir con lo que fue una promesa de su campaña electoral. Entonces sí se regatean con egoísmo mezquino los recursos del país.

Y las cosas han ido tomando tal carácter en este asunto particular que tiene que ver con la satisfacción de necesidades esenciales de sectores marginados, que casi se puede decir que el presidente y sus partidarios, acosados por la campaña virulenta de los poderosos intereses creados del sistema imperial, van a tener que reconocer que existen cosas en Estados Unidos que no se pueden cambiar, o sea, confesar una nueva consigna de retirada: NOT, WE CAN NOT CHANGE

Es una triste realidad y duele tener que reconocer que medidas que favorecen a millones de personas, que por su envergadura humanitaria debieran ser populares y aplaudidas, son vistas con ojeriza por una parte de la sociedad norteamericana. Es decir, que una política que sólo aspira a poner al sistema de salud norteamericano a la par del de Canadá y de los países europeos más desarrollados, la pintan como si surgiera de los propios infiernos.

Tal parece que el cineasta Michael Moore ha arado en el desierto al tratar de despertar la conciencia de sus compatriotas con el documental SICKO, visto por millones de personas en los Estados Unidos y en el mundo, que denuncia el sistema sanitario norteamericano y las estafas de las aseguradoras, y que fue realizado en el 2007.

Ojalá con una variante cualquiera se pueda lograr al fin una legislación que satisfaga las expectativas de los sectores pobres y carentes de seguro de salud, ya sean blancos, negros, amarillos, y provenientes de las emigraciones de todas partes de la tierra.

La derrota e inviabilidad de este proyecto sería un gran fracaso para el presidente Barack Obama, pero sería una derrota mayor para el pueblo de los Estados Unidos y el sistema político y social imperante. También sería una señal más de que el mismo no tiene escapatoria ni remedio.


wilkie@sierra.scu.sld.cu


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Wilkie Delgado Correa (*)


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