El imperialismo según el General (USMC) Smedley Butler

El general Smedley Darlington Butler (1881-1940) fue el más joven capitán y el militar más condecorado en la historia de los Estados Unidos. Destacado oficial de la historia de la Infantería de Marina, y uno de los dos únicos Marines en recibir por heroísmo en combate dos medallas de Honor del Congreso, la más alta condecoración de su país. Fue, hasta su muerte en 1940, el oficial más popular entre las tropas.

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La popularidad de Smedley Butler hizo que un grupo de la oligarquía industrial, financiera y mediática intentara reclutarlo para protagonizar un golpe de Estado contra Franklin D. Roosevelt y sus leyes sociales anticrisis. Le propusieron ser líder de una “marcha sobre Washington” estilo fascista, integrada por 500 mil veteranos descontentos, y jefe de un gobierno paralelo favorable sólo a la minoría millonaria. El General denunció el complot ante el Congreso, pero sus denuncias fueron silenciadas por “alta política”, y sólo se confirmaron después de su muerte, cuando salió a la luz el informe secreto de la comisión parlamentaria que investigó el caso.

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Extracto de un discurso del General Mayor Smedley Butler, en 1933: “La guerra es un negocio sucio. Artimaña o trácala es la mejor definición: algo que no es, para la mayoría de la gente, lo que parece ser. Sólo un pequeño círculo interno sabe de qué se trata. Algo que beneficia a pocos a expensas de las masas.

“Yo creo en una defensa adecuada de las costas y nada más. Si una nación viene a combatirnos, entonces pelearemos. El problema con Estados Unidos es que cuando aquí un dólar gana sólo un 6%, se pone nervioso y cruza el mar para ir a ganar un 100 %. La bandera sigue al dólar y los soldados siguen a la bandera. Yo no volvería a la guerra, como antes, para proteger las inversiones corruptas de los banqueros. Sólo existen dos cosas por las que deberíamos pelear. La defensa de nuestros hogares y la defensa de los Derechos Humanos. La guerra por cualquier otra razón es simplemente una artimaña.

(…) “Debe parecer raro que yo, un militar, adopte esta posición. La verdad me obliga. Estuve 33 años y 4 meses de servicio activo en el componente militar más ágil de mi país, el Cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos. Pasé por todos los rangos, desde subteniente hasta general. Y la pasé la mayor parte del tiempo fui un matón de primera clase para los Grandes Negocios, Wall Street y los banqueros. En pocas palabras, yo fui un sicario y un gangster del capitalismo.

“Durante todo ese tiempo sospeché, y hoy estoy seguro, que hacía parte de una gran artimaña. Como todos en la profesión militar, nunca tuve pensamiento propio hasta que abandoné el servicio. Mis facultades mentales estuvieron suspendidas mientras obedecía órdenes superiores, algo típico entre los integrantes de la profesión militar.

“En 1914 ayudé a hacer de Méjico, especialmente de Tampico, un baluarte para los intereses petroleros norteamericanos Ayudé a hacer de Haití y de Cuba dos lugares decentes para que los muchachos del National City Bank pudieran obtener dividendos. Ayudé a violar media docena de Republicas en Centroamericanas para beneficio de Wall Street. Mi record es largo. En 1909-1912 ayudé a purificar Nicaragua para la casa bancaria internacional Brown Brothers (¿Dónde escuché este nombre antes?). En 1916 llevé la luz a la República Dominicana para los intereses azucareros de Estados Unidos. En la China ayudé a que la Standard Oil se saliera con la suya sin molestias.

“Durante esos años yo hice, como dirían los chicos de los bajos fondos, una avalancha de trácalas. Hoy, veo hacia atrás y siento que pude haberle dado a Al Capone algunos trucos y consejos. Lo mejor que él hizo fue tracalear en tres distritos. Yo lo hice en tres Continentes”.

La carrera del General Smedley Butler terminó cuando se negó a retractarse de unas declaraciones en que denunciaba, con pruebas, el carácter inhumano de Mussolini y la infamia del fascismo.

Hace poco un periodista estadounidense escribió sobre el pequeño y magnífico libro de Butler “La Guerra es un negocio sucio” y tituló su artículo “¿Dónde está el viejo Smedley cuando más lo necesitamos?”. De hecho, Butler han vuelto a sonar, especialmente entre los soldados profesionales estadounidenses que hoy comprenden el profundo y doloroso sentido de su frase: “La guerra es un negocio sucio donde los beneficios se cuentan en dinero y las pérdidas se pagan con sangre”.

Verdaderamente: ¡Viva Chávez!


rotheeduardo@hotmail.com


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Eduardo Rothe


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