Desde la llegada del comandante Chávez al antiguo patio trasero de EE.UU., Latinoamérica, todos los artilugios y maniobras, para sacar este subordinado caporal del granero dorado llamado Venezuela han sido infructuosos. Y es que siempre fue así, desde Páez, pasando por Bethancourt, Leoni, Caldera, Luís Herrera, Jaime Lusinchi y Carlos Andrés, hombres considerados peones de hacienda, al servicio de los imperios, primero español y luego norteamericano, pero todos marcados con el hierro del deshonor y la traición a sus raíces bolivarianas.
Hugo Chávez ha levantado las banderas de la integración de los pueblos y le da continuidad al sueño de Bolívar. Rompe las cadenas de subordinación, lanzando el yugo de la ignominia marcada en las desnudas espaldas, de una deshonrosa generación de presidentes lacayos.
El siglo XXI, marca el camino para la construcción de aquel socialismo utópico, irrealizable, inalcanzable, pero vivo en las ideas y pensamientos de los padres libertadores y que terminó en frustraciones, traiciones y muerte, dejando además de los mártires de las revoluciones, pedazos esparcidos en las viejas bitácoras que hoy, gracias al comandante, apuntalan el rumbo a seguir en las futuras generaciones.
El imperio y sus aliados, tienen miedo y huelen un viento adverso a su favor y han comenzado a prender sus alarmas, al corroborar despavoridos el paso fuerte y acerado de la revolución bolivariana por el continente y más allá.
Nos acusan de integrarnos con un supuesto eje del mal, con países extraños o alejados de la región e inmediatamente nos convierten en una amenaza a sus intereses y como tal proceden, colocándonos como una fuerza desestabilizadora que apoya al narcotráfico y al terrorismo.
Como todas sus acusaciones e intentos de aislarnos económica, política y militarmente han sucumbido, ante las acertadas estrategias de nuestro líder y la aceptación mundial al nuevo modelo impulsado desde Venezuela, se escuchan voces absurdas y esquizofrenicas de la derecha mundial tales como, la finalidad de la reciente creación del banco venezolano-iraní, destinado a financiar grupos de Al-qaeda u otras células del terrorismo en Latinoamérica, la creación del banco del ALBA y UNASUR, para crear redes de invasores bolivarianos y socialistas que catapulten la imagen de Chávez, la creación del banco Chino- Venezolano, que financiará la construcción de una inmensa muralla, mas grande que la de la frontera de México con Estados Unidos y así, cuanto proyecto integracionista apoye Venezuela, contará con la colonial respuesta del imperio, al cual, tendremos que acostumbrarnos a ver lamentablemente, como un cadáver a caballo en las tierras de Colombia, Perú y otros suelos hipotecados.
Patria, Socialismo o Muerte…….Venceremos
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