Nada resulta más ofensivo e
inesperadamente descortés para un guapetón de barrio que tener que soportar la
disposición de enfrentamiento que le puede brindar un vecino al cual considera
pisoteable. En su trastocada y decadente dialéctica de poderoso pobre diablo
frecuentemente emergen hipócritas y ridículas susceptibilidades que lo llevan a
sentirse protestonamente ofendido al no entender cómo enfrentar, en su propio
terreno, a un decidido “debilucho” aguerridamente renuente a arrastrarse a sus
pies para permitirle su necesaria seguridad.
De ninguna mejor manera se podría describir ni comprender la reacción del Departamento de Estado norteamericano a la razonable y justificada nueva adquisición y modernización que ha realizado Venezuela sobre su sistema de defensa. Entre otras estupideces han alegado y alertado sobre una posible desestabilización para la zona, como si no fuera poco la que ellos han provocado e iniciado con la instalación de las nada juguetonas Siete Bases Militares en Colombia, la reincorporación de la nada cándida Cuarta Flota en el Caribe y las insistentes negociaciones que se realizan con Francia para procurar una o más Bases en la Guyana de ese país.
De los presupuestos militares que hoy
en día mantienen los países de Latinoamérica el de Venezuela, a pesar de sus
últimas adquisiciones, está lejos de puntear dicha lista. Hecho que realmente
resulta irresponsable si se toma en cuenta la estratégica riqueza no renovable
que existe en su territorio, además del reconocido y nefasto historial
expansionista de los EEUU. No precisamente por estupidez e ignorancia
recientemente el gobierno de Brasil ha invertido nada menos que doce mil
millones de dólares en compra de equipos militares a Francia, abiertamente
argumentando que el descubrimiento de los nuevos y cuantiosos yacimientos
energéticos le obliga a tener mayor capacidad de defensa sobre su soberanía y
recursos.
Solamente para aquellos que a gritos requieren la presencia de quienes en el pasado les brindaron en concesión su propio país podría esperárseles que desconsideran y oculten el hecho notorio y noticioso que las reservas energéticas de los Estados Unidos se agotan peligrosa y desproporcionalmente como vertiginosamente aumenta su demanda. Respuesta única para el empecinamiento estratégico por mantener y aumentar su inversión militar, y su evidente búsqueda de sembrar nuevas Bases Militares sobre todo por los lugares donde se haya comprobada la existencia de este insustituible mineral. Lamentablemente todo nos lleva a pensar que el pillaje y el saqueo, a medida que pasa el tiempo, será la forma que mejor describirá la política exterior de norteamérica.
Evidenciando la escasa creatividad y una francamente arrogante desfachatez en estos momentos se han dado la tarea de comenzar a preparar las condiciones subjetivas para justificar eventuales operaciones contra Venezuela. Nada menos que a partir de la misma canallesca manera como intentaron “justificar” su invasión a Iraq, con el viejo cuento sobre la existencia de armas de destrucción masiva.