Ya en América Latina no hay más fiestas de palabras sino de hechos profundamente revolucionarios. No más retórica. Tenemos en Venezuela a un Presidente que no descansa, que interroga a sus funcionarios en pública para ver si dominan su oficio y su cargo; que en sus proyectos políticos no le oculta nada al pueblo. Que se mete en escuelas y escucha las clases que imparten los maestros y alumnos; que recorre los caminos a pie o en jeeps, indagando sobre el buen uso que hacen de los dineros las cooperativas, los pequeños propietarios, los consejos comunales. Un Presidente que ama con devoción sincera a toda América Latina, que está pendiente de lo que le ocurre a los pobres desde la Patagonia hasta Washington. Un Presidente que es un maestro, un pedagogo en todas las dimensiones del saber. Un hombre valiente, un hombre sencillo, un hombre que jamás ha dejado de ser del pueblo. Es él, la esperanza toda de un mundo. Los analistas escépticos le admiran. Sus debates son los debates que deben definir la suerte del planeta en los próximos veinte años. Él ha dado vigor y nuevas dimensiones de lucha al pertinaz agotamiento que venían presentando las ideas, los programas sociales del pasado. Él ha demostrado que los sesudos genios como Alan Greespan y Francis Fukuyama están totalmente equivocados con sus tesis sobre la economía global y el fin de la historia. Ahora estos genios reculan, reconsideran sus posiciones y quedan totalmente ridículos con sus tesis. Y Venezuela se convierte en la pieza estratégica para un nuevo orden pluripolar, y China y Rusia encuentran en sus posiciones, razones y fuerzas para emprender una nueva geopolítica. El debate político mundial, entra pues con Chávez, en una plena efervescencia moral y ética ascendente.
Chávez valientemente ha desenmascarado el negocio del terrorismo de Bush-Obama, el cual se sustenta en la Guerra Perpetua. La salvación de la civilización occidental y de la democracia que propugnan los halcones gringos lleva implícito un mundo de caos sin salida y una total destrucción de la vida. Chávez va a la ONU y lo denuncia. Cada palabra de Chávez resuena como un disparo en medio de un concierto. Ya el Globo-Terror de Bush se desborda a través de CNN, de toda la prensa Europea y llega a África y Asia porque el gran enemigo del imperio, Hugo Chávez, viva en los corazones de los desposeídos, llega a todos los rincones del planeta. Puede decirse que la acción política de Chávez detuvo una conflagración mundial cuyo incendio empezó por desatarse en el Medio Oriente. Hay ahora grandes espacios de diálogos en América que rescatan el pensamiento de integración bolivariana de nuestros pueblos. Ya Bolívar no se encuentra mineralizado en los congresos o en el perpetuo mármol de las plazas, ya su espada no está envainada, y por doquier nos encontramos con cantera de hombres libres decididos a morir por sus pueblos. El triunfo de Evo Morales en Bolivia profundiza la lucha de los pueblos originarios. Ya se percibe claramente que el Sur es nuestro norte. Triunfo tras triunfo de la izquierda en América Latina, y hoy con la conciencia del pueblo hondureño más recia y profunda. Canteras de encuentros sociales plagados de carga humana; ramilletes de pueblos en plena renovación que vienen cantando los augustos himnos de la libertad y del progreso. Hoy en América más que las leyes, más que la democracia, más que las constituciones gobiernan la imaginación de los pueblos. La energía natural de los sueños tanto tiempo retenida que nos ha traído a este gran líder, a estos gloriosos próceres. Ellos con sus palabras, con su presencia rejuvenecen la hora gloriosa en que nos movemos. Viva el indio Evo, viva Hugo, viva Fidel Castro y vivan Rafael Correa, Daniel Ortega, los padres de la nueva América.
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