Desde la antigüedad, antes de que Herodoto comenzara sus primeros relatos históricos, ha habido “imperios”: países que someten a otros por la fuerza, aprovechándose de sus recursos naturales y su fuerza de trabajo, gobernando por sobre su cultura y aún por sobre aquello que les es más sagrado. Incluso los imperios determinaban qué religión podía tener un país dominado, y se apoderaban de sus reliquias históricas. De ejemplos están llenos los museos de Europa y USA: El Louvre, por ejemplo, donde pueden verse joyas arqueológicas de distintos países que fueron colonizados y expoliados.
Hoy día el imperio global se expresa con un lenguaje amistoso o agresivo, según le convenga, pero utiliza a discreción las armas y sus muy publicitados marines, con cuyo concurso ha dirigido y operado invasiones y ocupaciones a los países de todo el mundo, ante la indiferencia de la ONU, que también es de ellos. El imperio más amplio del mundo, ante cuyos dominios realmente “no se pone el Sol” es el imperialismo de los Estados Unidos de América, con sus cinco mil y pico de bases militares por todo el mundo
LAS POTENCIAS
Las potencias, en cambio, son naciones o grupos de naciones que tienen capacidad económica, política, social y militar para disfrutar de su soberanía, aún a pesar de las amenazas imperiales. Pueden ser potencias capitalistas o socialistas. Sus pueblos suelen disfrutar de condiciones razonables de existencia, pero AUNQUE TODO IMPERIO ES UNA POTENCIA, NO TODA POTENCIA ES UN IMPERIO.
Por ejemplo, la URSS fue una potencia, que pudo transformar muchos elementos de su vida económica y social a favor de su pueblo, y se comportó solidariamente con otros pueblos del mundo, aunque en sus últimos tiempos, después del arrase que la pérdida de rumbo de Stalin les produjo, de la muerte de Lenin y el asesinato de Trotski, además de miles y miles de comunistas, la URSS se convirtió en un simple capitalismo de Estado, que no pudo evolucionar hacia el socialismo y, aunque sus últimos líderes tuvieron amagos imperiales, realmente no llegó a tal grado de degeneración, En esos tiempos, los chinos llamaban al régimen soviético “socialimperialismo”. Es decir, socialismo de palabra, imperialismo de hecho, denominación que no comparto. Su desvinculación del pueblo y su descomposición política propiciaron que los derrotaran los yanquis, y se desmembró, desapareciendo. Sin embargo, cabe esperar que, corrigiendo errores antiguos, resurjan esos pueblos, conformando un polo de poder soberano y popular.
En la actualidad, diferentes naciones o grupos de naciones se han ido convirtiendo en potencias económicas: Los imperios de Europa, venidos a menos y desplazados por los EEUU, al crear la Comunidad Europea, se convirtieron en una potencia económica y política, en la cual existen elementos internos que intentan volver a su antiguo esplendor imperial y, aunque los yanquis se aprovechan de esos vanos deseos para utilizarlos en su propio beneficio, jamás permitirán que los europeos se queden con lo que quieren sólo para sí. Países como Irán y Brasil son potencias en formación. Irán se perfila como la siguiente víctima del imperio global yanqui, que quiere ser el único que tenga armas atómicas; y Brasil, con la habilidad política de Lula, que no es derechista ni izquierdista sino todo lo contrario, intenta convertirse en potencia económica, mientras arrastra la pobreza de millones de personas, sobre todo los campesinos, que no ha podido acabar, como ofreció.
LOS CHINOS
China pudo ser una potencia socialista; fue lo que intentó Mao Zedong, el líder capaz de dirigir a su país en lucha victoriosa contra la derecha interna, los imperialistas japoneses y todas las potencias europeas que, junto con los yanquis, se opusieron a la construcción del socialismo en ese país oriental.
Mucho tiempo ha pasado y muchos sucesos han ocurrido en el mundo desde entonces. Hoy día, con su política de “un país, dos sistemas”, China ha ido recuperando territorios que le habían sido arrebatados en anteriores guerras, y sólo les resta Taiwán, que los gringos están armando fuertemente, por lo cual China, que es una potencia económica, política y militar, protesta fuertemente, y se yergue en defensa de su soberanía.
CHINA ES UNA POTENCIA, PERO NO UN IMPERIO.
Es una potencia porque tiene la capacidad para hacerse respetar en todos los ámbitos, de hecho es acreedora de los EE UU, quienes creyeron que, sembrando empresas en ese país, estimulando el capitalismo neoliberal, iban a controlar a la antigua nación. Craso error. Los chinos, que son muy buenos para aprender, son ahora la primera potencia económica del mundo. No pueden calificarse de imperio, porque LOS IMPERIOS SE IMPONEN POR LA FUERZA. En cambio los chinos, con su astucia milenaria, su laboriosidad y modales corteses, se han ido apoderando de un “mercado” mundial que antes era coto exclusivo de los gringos y otras potencias, siempre de manera pacífica. Y los japoneses, que quedaron en el suelo cuando los yanquis les mataron cientos de miles de personas con las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, pujan para recuperar su antiguo esplendor. Aunque no han vuelto a ser un verdadero imperio, Japón es también una potencia económica.
¿Y VENEZUELA?
Venezuela lo tiene todo para convertirse en una potencia económica, política y social, sobre todo soberana, lo cual nos pone en la mira del imperio. Avezado estratega, el Presidente Chávez, a pesar de la amenaza imperial y su labor desestabilizadora, ha logrado sobrepasar los diez años de gobierno avanzando, deteniéndose cuando lo consideró necesario y volviendo a avanzar, y en ese tiempo se han logrado en nuestro país importantes transformaciones económicas y sociales, que se consolidarán cuando, por medio de la socialización de los medios de producción, seamos una potencia socialista que, al unirse con los otros países del Sur, aumentemos nuestro poder económico y social, pacíficamente, pero sin dejarnos dominar por ningún imperio.
Cuando los países del Sur agrupen fuerzas y se ayuden unos a otros en paz, con una actitud soberana de colaboración, habrá nacido el mundo multipolar.
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