Con las compotas de pupú, se acelera la lucha de clases

Lentamente las cosas van buscando su acomodo. La imposibilidad de convivencia de dos sistemas sociales, económicos, políticos, etc., antagónicos, en un mismo espacio y tiempo, hace que las contradicciones exploten “una paz” fingida y, manejada a conveniencia de quien más tiene que perder. Esa paz que sirvió para llenar las cárceles de un país con gente empobrecida y engañada por la propaganda y valores retorcidos, en los cuales la posesión de inmensas riquezas en su mayoría mal habidas, servía de carnet de impunidad y excusa para violar las leyes que esa misma sociedad enferma elaboró a su conveniencia. En esa paz, el ser pobre es símbolo de ilegalidad, y pretender a la vez obtener los elementos necesarios para ser incluidos por medios honestos es también signo de ilegalidad. La propia inquietud por romper el encierro de pobreza, es considerada por la burguesía oligárquica una forma de rebelión ilegal, que es pagada hasta con la vida. Últimamente catalogada de terrorismo

En la sociedad capitalista burguesa, la pobreza es una necesidad tan importante como el aire mismo para respirar. Mediante la pobreza, las clases minoritarias dominantes, se garantizan la servidumbre en todas sus expresiones, es la concepción diabólica del ser humano utilizado como bestia de trabajo y carga, del cual se valen para obtener comodidad y lujos que le dan a la burguesía su estatus enfermizo. Ese orden es el que defiende la conferencia episcopal, el cardenal Sabino Urosa, Fedecamaras, los rectores de las universidades elitistas públicas y privadas ¡que antagónico: publicas elitistas! Ese orden es el factor de unidad de los masacradores de pueblos de todo el mundo: Sionismo, iglesias, monopolios económicos. Son esos mismos factores los que difunden mensajes de paz mientras diezman poblaciones enteras y explotan a hombres, niños y mujeres en empresas, sembradíos y minas, donde les quitan hasta la condición de humanos

Las comporticas de pupú impulsadas a la calle para defender los privilegios de clase; es la mejor demostración de hasta donde pueden ir los oligarcas burgueses en su decisión de mantener vivo lo que debe morir irremediablemente. Éllos como nosotros sabemos que es imposible que la enfermedad que representan, permanezca en el nuevo cuerpo social y se mantenga la salud colectiva. Son un cáncer que hay que extirpar por necesidad extrema. Lo que se vive hoy en Venezuela, no es una guerra fría. Es una guerra caliente y abierta, quienes creen que se puede seguir conviviendo con la práctica hipócrita que se sostuvo hasta ahora deben poner los pies en la tierra. El enemigo mueve sus fichas, está usando a los peones de pupú de la clase media, reclutados en la falsa ilusión de considerarse oligarcas, cuyos intereses son afectados. Esos instrumentos inconscientes, solo son asalariados con sueldos un poco mas elevados, pero asalariados al fin, les alimentaron el ego y los hicieron creer patrones, cuando en verdad son serviles de la más baja calaña, odiadores de sus raíces y adoradores de sus carceleros.

En la medida que las estrategias del enemigo fracasan, en esa medida se irán radicalizando más sus acciones, ante el desespero de no poder recuperar un poder que era de su pertenencia y que a partir del 27 de febrero del 1989, se les empezó a escurrir de las manos como agua liquida. Ese deterioro se les acentuó en mayor grado con las acciones del 4 f del año 92, y se les agudiza después del año 1998. A partir de la aprobación por votación y participación popular de la constitución bolivariana, ya la situación se tornó irreversible para los poderes oligarcas. Es a partir de esa conquista popular que la burguesía nacional apoyada por los sectores retrógrados del mundo, entienden la dimensión del proceso que se estableció en Venezuela y la proyección internacional, proyección alimentada por las características semejantes de explotación y mancillamiento de los pueblos a nivel mundial y muy idénticas en América sur latino caribeña.

Las burguesías son de por si cobardes a la hora de arriesgar sus fichas, pero la ambición y egoísmo es tan grande, que al ver sus privilegios en juego, son capaces de mandar a sus rapaces hijos (comporticas de pupú) al escenario de la calle. Aunque hay deficiencias, es indudable que la revolución ha tocado interese que son emblemáticos de la oligarquía burguesa, es por esta razón que los chicos compotas salen de sus lujosos salones de clase, y se bajan de sus mal habidos autos de lujos, para salir a sembrar el caos en las calle y avenidas, aprovechándose del espíritu de tolerancia y respeto a los derechos humanos de gobierno nacional. Pero mucha tolerancia ha contribuido a que estos cobardes consentidos de cachifas, crean que pueden tomar el cielo por asalto. Es allí donde se les enfría el guarapo, el pueblo entendió que en movilización y solidaridad, puede sostener el poder y convertir las instituciones del estado a su servicio mayoritario, entendió que solo con la lucha por sus intereses comunes puede tener un futuro digno, sabe el pueblo, que las oligarquías son sus enemigos naturales, que es imposibles la convivencia y la conciliación con unas fuerzas que están dispuestas a destruir todo para mantener el poder. Esa demostración se palpó aquel glorioso 13 de abril del 2002 y créanlo o no, ese pueblo no olvida esa lección.

Llegado el necesario momento para que el glorioso pueblo de Venezuela vuelva a la calle a defender los espacios conquistados, no habrá fuerza ni comporticas de pupú o potencia extranjera que lo detenga, eso ténganlo por seguro, tan seguro como que el sol alumbra y el agua moja. Chávez hizo lo importante, abrió el cause; rompió el caudillismo sectario de esa izquierda que se diluía en luchas estériles y alejadas del pueblo que decía defender. Izquierda tan absurda que cobijó en su seno a seres tan desgraciados como los Petkoff, Américo Martí, Pompeyo Márquez, Douglas Bravo, Gabriel Puerta, y otra pléyade de rateros inmundos y traidores de los intereses populares. Lo anterior, Chávez abrió esas compuertas y no hay fuerza capaz de cerrarlas, son tan acertadas la palabras del comandante, cuando dice que Chávez no es un hombre, es todo un pueblo y ese pueblo esta dispuesto a ser libre por sobre todo lo que haga falta saltar.

Se equivocan los servicios de inteligencia sionistas (CIA, MOSSAD),si creen que sus instrumentos o frasquitos de pupú van a dar al traste con las conquistas del pueblo, o usando al narco presidente de Colombia y sus tropas diabólicas del paramilitarismo, van a detener la causa revolucionaria Bolivariana latinoamericana. No están peleando con una elite o con una masa sin conciencia. ¡ATREVANSE!

javiermonagasmaita@yahoo.es




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Javier Monagas Maita


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