(ENSARTAOS.COM) Don José Rafael Sañudo fue un filósofo pastuso que escribió un amargo y brutal libro contra el Libertador[1]. Dice en su libro este bárbaro que José María Obando (el asesino del Mariscal Sucre) era un hombre sanguinario y un asesino que traicionó a hombres como el indio Agualongo (realista obtuso, cuya única prenda fue la de la rebeldía contra los patriotas y una fidelidad salvaje a Fernando VII). En la rebelión de Obando en 1840, contra el gobierno constitucional, hay entre sus huestes un sacerdote de apellido Sañudo que monta a caballo con la sotana amarrada a la cintura y reparte escapularios y bendiciones a los alzados; les dice que morir por el rey de España es ir al cielo. ¿Habrá sido este Sañudo pariente de este otro que en nuestro siglo veinte se duele de la política de Sucre y de Bolívar?
Para Sañudo, José Hilario López era ínclito prócer, de lo más refinado y sabio de la Nueva Granada, sin caer en cuenta que éste López fue el binomio inseparable de todas las salvajadas políticas de Obando; el Jackson granadino -expresión de Santander para denominar a Obando- llamaba a López en algunas de sus cartas "Amado Hilario". Por ejemplo, Apolinar Morillo fue un torcido oficial venezolano, de la más baja especie, borracho y jugador empedernido que disfrutaba matando pastusos con una daga, según cuentan las crónicas. Los ponía en fila y los traspasaba de a tres. Este abominable sujeto fue el que llevó la orden a unos forajidos de Pasto -orden que según documentos auténticos fue enviada por Obando-para que mataran a Sucre. Pero veamos esta carta del 19 de julio de 1830, mes y medio después de haber sido asesinado el Gran Mariscal de Ayacucho: "Amado Hilario... Te recomiendo al pobre comandante Morillo; aconséjalo que no beba, que no se desacredite, y que cuente con nuestra protección. Este podrá sernos útil... te lo recomiendo mucho, mucho, y debes tratarlo bien como a un pobre oficial que ha servido mucho y mucho"[2]. Luego, cuando Obando y López expulsaron a los oficiales "extranjeros" de la Nueva Granada, sobre todo a los venezolanos; Morillo se quedó sirviendo bajo la protección de aquellos ínclitos jefes. Más tarde se descubrió parte del embrollo y Morillo fue fusilado, allí donde está hoy la plaza Bolívar de Bogotá.
Ningún caso, como el de José Rafael Sañudo a quien le es imposible ver el menor gesto humano y sincero de Bolívar. Entresaca a su capricho citas históricas para arreglar los hechos de un modo funesto contra su enemigo, y uno se pregunta, ¿cómo lo habrían hecho ellos, señores como Sañudo -con alma torpe-, el complicado asunto de procurar la libertad a un continente anárquico y confuso? Quería establecerse un sistema democrático constitucional y pluralista, en cortísimo tiempo, y en un territorio plagado de elementos humanos caóticos, entre los que Pasto fue la cúspide. No nos vengan con consejas de vieja, a decirnos que era natural debido a la "crueldad" de Bolívar y Sucre, el que los pastusos se mostraran luego tan despiadados. Nada más falso. No eran nada civilizados y suaves estos seres como para tratarlos con papeles, discursos y paliativos republicanos. Nada más pernicioso en tiempos de guerra que ese fanatismo religioso -de criollos o españoles: musulmanes- mezclado con la más ruin ignorancia. Aún en el presente siglo podemos encontrar una similitud de estas locuras en los grupos de requetés españoles, que -durante la guerra civil- mostraron una demencia y una invencibilidad meramente brutal; pretender hablarnos de heroísmo en tipos como Agualongo, por ejemplo, es una torpeza odiosa: no puede existir heroísmo en seres incapaces de dominar sus instintos primarios. Los requetés luchaban como lobos por "Cristo Rey", la Santa Virgen (y contra el diablo que eran los republicanos) Escribe M. Casanova en su libro "La Guerra de España", que cuando tomaron el pueblo de Codo, que era defendido por requetés, había en todas partes inscripciones de "Viva Cristo Rey", "Vienen los marxistas, ¡coraje!", "Cuando matas a un rojo tienes un año de purgatorio de menos", y añade: "Se defendían hasta el fin, hasta el último cartucho, completamente rodeados, y eran unos trescientos para defender Codo y nosotros quizás dos mil más". Tengo al señor Sañudo por muy español, fanático, intransigente, ortodoxo, con espíritu requeté y por eso me extiendo en este asunto, y agrego esto de Casanova, de donde me parece ver una descripción de los pastusos en tiempos de la revolución de independencia: Recitaban oraciones varias veces al día y esperaban la ayuda de la Santa Virgen, y los más materialistas la de la caballería mora. Viendo el miércoles por la tarde que no venía ayuda ni del cielo ni de la tierra, intentaron una salida forzada. Se vio de un solo golpe una avalancha de hombres salir de la iglesia y abalanzarse por la colina. Nuestras ametralladoras empezaron a funcionar. Muchos murieron...[3]
El propio Santander temblaba ante los descalabros de Pasto; Sañudo luego reseña una carta de Sucre -del 25 de febrero de 1822-: por allí (Guayaquil), como dice Santander, tomaremos a Quito y por Pasto difícilmente se logrará. Y añade Sañudo: Lo mismo pensaba Borrero y el mismo Santander que el 25 de febrero de 1822 escribía a Bolívar: "Nos queda otra vez el Juanambú y Pasto, el terror del ejército y es preciso creerlo el sepulcro de los bravos, porque 36 oficiales perdió Nariño (así de bueno lo trataron los pastusos a Nariño a quien tanto admiraba Sañudo) y Valdés a perdido 23 que no, repondremos fácilmente. Resulta pues que Ud. Debe tomar en consideración la idea de Sucre y de abandonar el propósito de llevar ejército alguno por Pasto, porque siempre será destruido por los pueblos empecinados, un poco aguerridos y SIEMPRE, SIEMPRE VICTORIOSOS (subrayado nuestro)". ¡Pero el "cobarde" Bolívar; que gustaba rehuir las dificultades tomó el camino más terrible!
No está en el ánimo ni en una cabeza tan goda entender la angustia de un hombre que exclama: "A SER TERRIBLE AUTORIZA EL PELIGRO DE LA PATRIA Y LAS NECESIDADES DEL ESTADO...ME ES IMPOSIBLE SACRIFICARME HASTA EL PUNTO DE METERME A NERON POR EL BIEN DE LOS OTROS QUE NO QUIEREN SER SIMPLES CIUDADANOS." Deshelé a esto la interpretación que se quiera, pero es por no comprender las leyes implacables que pedía el Libertador contra el delito y el crimen, por lo que hoy vivimos en una extrema mengua moral y una pachanga de narcosangre y corrupción sin límites. Cosa inútil es pedirle, lo que no se vende en la botica, a unos negociantes de partido, todos débiles de carácter y voluntad ganglionar, para que nuestra causa pueda seguir una dirección coherente, unida.
El señor Sañudo es muy cuidadoso en no mostrar las cosas como sucedieron, pero se le ha hecho imposible su misión, porque sus contradicciones lo traicionan. El no hace mención de las cartas que Santander envía al Libertador, mientras éste está en el Norte completando la independencia de Venezuela, y le habla de lo imposible que es vencer a los pastusos. Le dice textualmente que Pasto es un saco roto donde todo lo que entra se pierde. Son innumerables los documentos que hablan de la ferocidad indomable de los elementos de esta región, seriamente protegidos por una naturaleza infranqueable. No menciona Sañudo, aquella memorable carta, eufórica, en que Santander le cuenta a Bolívar, que el gobernador de Pasto, don José María Obando, ha cogido "con ardides divinas", las huestes de Benavides y las ha pasado en el acto por las armas. Y no refiere las habilidades para cometer actos monstruosos de ciertos pastusos, que ciertamente no fueron adquiridas como consecuencia de los castigos a que los sometieran Sucre y el Libertador; por ejemplo, como el famoso Juan Gregorio Sarria que castraba a sus víctimas en acto de inspiración "trasmitida" por la Virgen de los Dolores. Pasto era un caso único de trastorno mental como consecuencia del enlace de razas antropófagas con diabólicos conquistadores españoles, digna de ser estudiada con algún método sicológico, que tal vez no ha sido descubierto todavía. No vengan a decirnos que cuando el excelentísimo señor Manuel José Mosquera escribía a don Rufino Cuervo -el 13 de julio de 1832-: "Esa furia de fanatismo tan propia del pueblo pastuso", o en otra "en verdad que el maldito Pasto, no merece tanto empeño como se quiere" (cuando trataban de salvarlo del Ecuador), no nos digan, repetimos, que se debe al genocidio que han querido achacar a Sucre y Bolívar. Bien bárbaros y tercos eran, y sobre ello existen muchísimos documentos. Al azar, leo en el libro de don A.J. Lemos Guzmán D e Cruz Verde a Cruz Verde[4], el párrafo de una carta de Santander a Bolívar antes de que ocurriese el alzamiento de Benito Boves en Pasto: -No sé nada de los pastusos, absolutamente he dejado a Córdoba PARA QUE HAGA LO QUE QUIERA. A hombres tan perversos es menester enviarles un demonio sin instrucción. (Subrayado del autor).
Voy a exponer otro de sus dislates. Usa muchas citas que no son ni por asomo propias del vocabulario del Libertador como las que están en las páginas 118, 119, 131 y 323. Sobre Bolívar se han inventado tantas cartas raras que es muy fácil darse a la tarea de escoger entre ellas para sustentar las tesis más erradas. Eso que dice en la página 131 de que cuando le preguntó uno de sus tenientes al Libertador, qué hacía con unos capuchinos, respondió: ¿Y por qué no los han matado?, es de veras torpe. Es impotencia, por no encontrar justas culpaciones. El señor Sañudo se parece a José María Obando cuando escribió al obispo de Popayán una cantidad de barbaridades diciendo que Bolívar había asesinado no sé cuántos capuchinos de Caroní. El señor Sañudo que ostenta tanto su catolicismo, debería referirse a lo que responde don Salvador, reverendo obispo de Popayán al respecto, donde niega que haya tenido Bolívar participación alguna en tan despreciable hecho. Léase página 185, vol. XIII, de Documentos para la historia de la vida pública del Libertador.
Otra de las partes donde peca de pobreza de imaginación este autor es cuando habla de la falsificación de documentos que realizaba Bolívar para perder y confundir a los realistas. No se da cuenta este señor que más bien, esto demuestra el genio de Bolívar, que hizo prácticamente una república de la nada y que tenía que recurrir a los trucos más fabulosos para sustentar la imagen de patria, donde teníamos apenas cuatro pelagatos que sabían leer y escribir. El error de Bolívar -lo admito- fue liberarnos a destiempo, pero repito, según esta teoría no estamos aún en condiciones de ser libres. Tacaño Sañudo que se duele que Colombia haya prestado ayuda al Perú para lograr su independencia. Para poner de cobarde a Bolívar no pierde oportunidad y hasta Comete la estupidez de traducir torpemente del inglés un párrafo de Miller sobre la batalla de Ayacucho, ¡insólito!, a la vez que coloca el original del mismo párrafo. Uno no ve en esto, sino la ley de expiación que da al lector la oportunidad de sopesar su alma absurda. En la página 293, dice textualmente: General Bolívar, at the commencement of the action, he passed the defile, and himself directed the first movements of the cavalry; but so soon as he perceived the dispersion he VERY PROPERLY -que debe traducirse "muy apropiadamente", "muy en debida forma", "correctamente", "oportunamente"- gal -loped back to the infantry... Pero el señor Sañudo que no tuvo la menor decencia en tomar los datos históricos y trastocarlos a su gusto, comete la desfachatez de mostrarse hasta loco colocando su traducción dónde primero, encasqueta que Bolívar se retiró a gran distancia para ponerse al abrigo de su infantería... y entonces traduce el párrafo de Miller así: El general Bolívar al comienzo de la acción, había pasado el desfiladero, y él mismo dirigió los primeros movimientos de la caballería; pero tan pronto como notó su dispersión - incorrectamente traducido. Debió decir: la dispersión, no su dispersión- MUY RÁPIDAMENTE galopó hacia atrás hacia la infantería... ¿Qué podríamos decir de este Sañudo que dedica tan extensas páginas en predicar el horror de las falsificaciones de documentos que hacía Bolívar cuando él ha llenado quinientas páginas de peores falsedades, y lo malo, para nada útil?
Sobre la acción de Junín, el escritor Waldo Frank sin duda basado en la descripción que hace Miller de la batalla, dice: pero Bolívar rehízo SABIAMENTE a sus hombres en un flanco del enemigo y luego volvió a cargar... ¿Cómo se explica, que venga a ser Sañudo el que nos cuente que Bolívar era un cobarde, y no lo hicieron en sus famosos apuntamiento, sus amargos enemigos de aquella gesta, por ejemplo Obando, López, Santander? ¿Puede acaso creerse, que guerreros como Córdoba, Sucre, Páez, Mariño, Bermúdez, Brión, Arismendi, Rondón, Cedeño, Plaza, etc., iban a ponerse bajo la mirada de un jefe que dudara de sí mismo, que fuese capaz de vacilar en los trances terribles de un ataque, de una borrascosa batalla? Recuérdese aquellos temibles llaneros que se opusieron en Casanare a que Santander los comandase, porque no era el hombre de valor necesario, fueron domados y orientados por el "cobarde" Bolívar.
Finalmente diré que Sañudo es de la estirpe de los ingratos que muestran encono contra los venezolanos que sirvieron en la Nueva Granada durante la revolución. Al respecto coloco aquí una cita de Posada Gutiérrez, que él alguna vez debió leer: Justicia sea hecha a quien la merece, y los indomables patriotas venezolanos ocupan el lugar más eminente de la guerra de independencia hispanoamericana... Los granadinos se quejaban de la postergación en los ascensos militares, acusando a Bolívar de parcialidad en favor de los venezolanos... PERO VENEZUELA FUE EL TEATRO DE LA GUERRA SANGRIENTA Y FEROZ LLAMADA DE LA GUERRA A MUERTE. LOS VENEZOLANOS LA HICIERON CON TESÓN, CON UNA ENERGÍA, CON UN ACIERTO QUE LOS MISMOS GENERALES ESPAÑOLES HAN CONFESADO CON ADMIRACIÓN... SEA LO QUE FUERE, SIN LOS VENEZOLANOS QUIEN SABE SI SERIAMOS TODAVÍA COLONOS Y SI LO SERIA EL PERÚ Y BOLIVIA... ¿QUIEN ENTRE NOSOTROS PODÍA DISPUTAR ESE PUESTO (GENERAL EN JEFE) A BOLÍVAR, SUCRE, URDANETA, MARIÑO, BERMÚDEZ, PIAR, BRIÓN, ARISMENDI?
[1] Estudios sobre la vida de Bolívar, Rafael sañudo, edit. Bedout, Vol. 168, Medellín, Colombia, 1980.
[2] Una fotocopia de esta Carta se encuentra en el libro de J. B. y Soto, Tomo I, PP. 136 y 137; Asesinato de Antonio José de Sucre. Análisis Histórico-Político. Roma Escuela Tip. Salesiana, 1924.
[3] M. Casanova, la Guerra de España Editorial Fontamora, Barcelona 1978.