De cara al empoderamiento de l@s trabajador@s

Reflexiones sobre un nuevo modelo sindical

Es una frase muy conocida, en el ámbito de la Izquierda a nivel mundial, aquella que versa de la siguiente manera: El motor de la historia, es la Lucha de Clases. No es caso muy diferente, el modelo político-económico de Venezuela, desde la llegada del Comandante Chávez al poder en 1998 (año en que gana las elecciones). Incluso, fue la lucha entre clases sociales (evidenciada en el desbarajuste macroeconómico de la época y la creciente división social) la que sirvió de caldo de cultivo para los hechos suscitados 27 de febrero de 1989, el 4 de febrero de 1992 y 27 de noviembre de 1989. Hechos, ambos, que marcaron pauta y el revolucionamiento de lo que, hasta la época, se conocía como un proceso paulatino de privatización de la economía Venezolana.

De igual manera, fue la izquierda a nivel nacional, la que movilizó gran parte de esa época de cambios, iniciados 20 años antes; no considero prudente en aras de la verdad, dejar de lado a aquellos sectores minoritarios de acción democrática (sectores a lo interno del partido), que estaban inconformes con la política bipartidista y de pacto de sus máximos representantes políticos, y culminaron acompañando a las guerrillas comunistas en la defensa de sus ideales políticos (1960).

¿Quienes conformaban estas guerrillas? Miembros del pueblo venezolano. Trabajadores, estudiantes, pueblo en general, que por la defensa de sus ideales, estuvieron dispuestos a dar la vida con las armas en sus manos, confiando en que aquella izquierda que no asumiera esa posición, hiciera su trabajo en el interior del país (movimientos sociales, estudiantiles, etc.). Ya desde ese momento, la clase obrera se perfilaba como vanguardia de los cambios políticos a nivel nacional. Cambios que, a su vez, recibían los mas duros golpes de la derecha pro neoliberal, lumpen burguesa y sin la mas mínima intención de lograr el máximo desarrollo industrial del país en beneficio del mismo, sino en beneficio de un grupo minoritario de cúpulas meritocráticas que querían adueñarse de las riquezas monetarias y materiales del país, producidas, refinadas, procesadas o extraídas por nuestros trabajadores.

Sin embargo, la lucha a lo interno de las agrupaciones laborales, ha caído en posibles giros sin fin. Ha dejado de lado un considerable número de aspectos importantes.

1.) Parece que los trabajadores no se están pensando a si mismos como motor del aparato productivo venezolano.

2.) Los trabajadores no están evidenciados de sus propias contradicciones de clase. Viven esas contradicciones a diario: plusvalía, tercerizacion, relación producción-salario, más ello, en algunos grupos de trabajadores. Esto puede obedecer a la naturaleza del trabajo: trabajo rudimentario, administrativo, doméstico, etc.

3.) Puede que muchos trabajadores no tengan claro quien es el enemigo en esta guerra económica (esto puede verse como reflejo de la sociedad).

4.) Los trabajadores no están sistematizando sus vivencias y sus reflexiones (que en base al primer punto, no se esta haciendo).

Respecto al primer punto, razono lo siguiente:

• El trabajador debe, desde la perspectiva humanista (entiéndase como filosofía y no como demagogia), evidenciarse a si mismo como origen del pensamiento filosófico del trabajo. Sobre esto se pueden reconocer tres carencias:

1.) Ausencia de filosofía del trabajo.
2.) Ausencia de condiciones materiales para la transformación de la realidad del trabajo.
3.) Carácter dialectico de la lucha de clases (parte de la unión de las primeras dos premisas)

Todo proceso de transformación, parte, desde un análisis materialista (entiéndase como modo de pensamiento), de la confrontación de la condición actual con lo que la lógica desde la perspectiva de la razón representa. SI AMBAS NO ESTAN CONECTADAS, SI AMBAS NO CONCUERDAN, EL TRABAJADOR BUSCARA UNA VIA PARA TRANSFORMAR LA REALIDAD HASTA QUE CONCUERDE CON LO QUE SU RAZON SE DICTA. Pero el origen de la razón es EL PENSAMIENTO, LA CONSTRUCCION DE LA IDEA, y si esto NO SE HACE, el proceso histórico seguirá una conducta inercial, evidenciando cambios populistas, pequeño burgueses y puramente reivindicativos, mas no estructurales

Es con esto con lo que hago la introducción al segundo punto planteado:

Los trabajadores tienen la digna responsabilidad de asumir los retos históricos de la lucha de clases. Si es la misma, en su sentido clásico, el motor de la historia, entonces los trabajadores son EL MOTOR DE LA HISTORIA. Deben estar a la cabeza de los cambios estructurales de la sociedad. Con esto, estimado trabajador que quizá me este leyendo, le digo: no se sienta atemorizado, porque, no está solo. Pero, si no asume su condición de clase, y gira únicamente en torno a los beneficios que recibe sin constatar lo intrascendente de los mismos frente a la Dignidad Infinita que representa LA DEFENSA DEL PUESTO DE TRABAJO: la lucha está perdida, porque la revolución es tan fuerte, como su eslabón mas débil.

Los sindicatos, los consejos de trabajadores, consejos comunales, deben inundar los espacios laborales con material escrito, audiovisual; todos los medios posibles, que evidencien al trabajador, en la ignominia en que se encuentra, que lo hagan observar a sus compañeros tercerizados (frente a los cuales algunos sectores de gobierno tienen un silencio y una ausencia de defensa PAVOROSA, cosa de lo cual se aprovechan sectores de la derecha lumpen burguesa), que lo hagan asumir su reto histórico que es DINAMIZAR ESTE PROCESO REVOLUCIONARIO.

Es este material, dentro de mi propuesta, lo que puede dar cabida a la solución de mi tercer punto: Carlos Marx planteaba lo siguiente (tomado de http://redespertando.wordpress.com/2010/11/28/filosofia-marx/)

“Hay que hacer la opresión real aun mas opresiva, agregándole la consciencia de la opresión; hay que hacer la ignominia aun mas ignominiosa, publicándola”


No lograremos que el trabajador se evidencie en la necesidad de dinamizar el proceso bolivariano revolucionario si no evidenciamos en si mismo, su calidad indigna y oprimida por parte del patrono (sea Estado o privado). En esto, el pueblo revolucionario tiene un reto de carácter dialectico (como todos):

¿Cómo evidenciar el carácter ignominioso del trabajador a lo interno de los espacios de trabajo (como evidenciar que es esclavizado y subpagado), sin promover el desorden a lo interno de la acción revolucionaria? Mi respuesta es que, una vez superados el punto 1 y 2, el 3 no será mayor problema, porque tendremos trabajadores con plena conciencia de clase. Sin embargo, esta conciencia de clase, no puede quedar en el mero pensamiento materialista (insisto, entiéndase como modo de pensamiento filosófico) inmaterial, sino que debe sistematizarse y con esto hago la introducción de mi último punto:
El nuevo modelo sindical que se plantea, debe sistematizar: TODAS Y CADA UNA DE SUS VIVENCIAS, TODAS Y CADA UNA DE LAS REFLEXIONES QUE RECABA DE LAS EXPERIENCIA CON LA MASA LABORAL EN PROCESO DE CONCIENTIZACIÓN, para su próximo análisis político y creación de una nueva doctrina de pensamiento revolucionario que continúe construyendo el legado del comandante Chávez planteado en su Golpe de Timón y en el Plan de la Patria

No digo con esto que, el análisis científico y sistemático, debe ser complejizado al mejor estilo de la burguesía occidental europea, cartesiana, que coloca al hombre europeo como origen de la historia y denigra (ya para la época de la Academia de Berlín donde se establecen las bases de los modelos educativos con perspectiva euro centrista) a la población latinoamericana, eliminándola de la historia al no mencionarla. El análisis debe hacerse, de manera dialéctica, pero haciéndola digerible para la masa trabajadora, que esta, en si, engullida en sus enfermedades ocupacionales, en las persecuciones del patrono, en sus realidades familiares, en la pavada de la televisión, en la moda de la tecnología, en fin, en la existencia inauténtica (aquella que hace que la mujer y el hombre, no se piensen de cara a la finitud de su existencia: si pensamos que no morimos, no nos haremos preguntas importantes).

Con esto, estimado camarada que me estás leyendo, seas o no trabajador, seas o no estudiante, seas o no miembro de algún sindicato, seas o no miembro de algún colectivo artístico, seas o no tercerizado, seas o no miembro del aparato de gobierno, no te eximo (ni me eximo) de la siguiente pregunta:

¿Estamos nosotros, todos, a la altura del reto que los trabajadores de la patria tienen?
Si lo estamos, pongamos las manos a la obra para la construcción en conjunto del nuevo modelo sindical. Si no lo estamos, y esto obedece a la concientización producto de un profundo proceso introspectivo: No seamos indignos de la crítica, no menospreciemos a la clase trabajadora nacional. Coloquémonos a la altura del momento histórico que tenemos, a la altura de los retos históricos que por obligación revolucionaria debemos asumir, y, parafraseando al Comandante Chávez: SIGAMOS CONSTRUYENDO PATRIA.


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Guillermo Rodriguez


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