Para asegurar el rumbo del proceso venezolano hacia el Socialismo, se requiere la participación creciente del pueblo y sus trabajadores en las decisiones fundamentales del país. Esto significa, su participación en las decisiones del Estado en todos sus niveles: gobierno nacional, gobernaciones, alcaldías y otras instituciones. También en la economía y las empresas.
Una expresión trascendental de la lucha de clases en Venezuela, es la que se libra hoy, dentro y fuera del viejo Estado por la exclusión o participación del pueblo y los trabajadores en las decisiones fundamentales que afectan su vida, entre ellas las que tienen que ver con el proceso social de trabajo. De una parte, están aquellos que históricamente han excluido y excluyen al pueblo, y en particular a los trabajadores, de participar en las decisiones fundamentales de la sociedad, lo cual hacen para tratar de perpetuar, de manera consciente o inconsciente, las bases principales de la reproducción metabólica del capital: a. la división social del trabajo, en especial la que existe entre trabajo intelectual y trabajo material, así como la estructura jerárquica clasista del trabajo que de ella se deriva, b. la alienación social, y c. la propiedad privada sobre los medios fundamentales de producción.
Ellos, generalmente capitalistas o personas vinculadas a los intereses del sistema capitalista, son partidarios de excluir al pueblo de la elaboración, ejecución y control de las políticas públicas, programas y planes de desarrollo; y aún con mayor insistencia e intensidad, -puesto que hay muchos intereses políticos y económicos de por medio-, de la distribución y control de los recursos financieros y de todo tipo que se asignan por medio de los presupuestos y contratos del Estado. Porque, éstos, manejados de manera excluyente y reservada (secreta en muchos casos), autoritaria y anti-ética, permiten a burócratas inconscientes e ineptos, en asociación con empresarios privados, generarse privilegios y acumular capital.
De la otra parte, en correspondencia con la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y tratando de preservar el legado socialista del Presidente Hugo Chávez, están los revolucionarios que luchan por abrir espacios para que el pueblo organizado como Poder Popular en Consejos Comunales y/o Comunas, Consejos de Trabajadores, de Campesinos, de Pescadores, etc., participe de manera protagónica en estas decisiones, junto con el gobierno nacional, estadal o local. Esto es necesario para que los recursos de la nación sean utilizados con eficiencia en la solución de los problemas económicos y sociales y en el desarrollo integral de toda la población. La participación protagónica del pueblo organizado y consciente en todas las dimensiones de la dinámica social, es el punto clave para avanzar en la construcción del socialismo bolivariano en Venezuela.
Solo quienes luchen por esta participación decisoria y decisiva; quienes permitan, promuevan y estimulen por todos los medios la participación del pueblo y los trabajadores en las decisiones fundamentales en su ámbito de acción y de vida, podrán ser considerados como verdaderos revolucionarios que quieren en la práctica – y no solo de palabra-, construir el socialismo.
Al analizar la realidad social en toda su diversidad y complejidad, es necesario reconocer que, desafortunadamente, en el conjunto de la sociedad venezolana junto a los nuevos valores creados por la Revolución Bolivariana, como en los casos de cualquier otra sociedad, existe una cultura heredada del pasado, que aún sigue siendo dominante, en la cual prevalece la mentalidad individualista y egoísta creada por el capitalismo dependiente, complejizada por la mentalidad generada por el rentismo petrolero y el asistencialismo del Estado, que sólo podrán ser superadas a escala de masas, con una praxis revolucionaria de masas.
Esto requiere la formación sistemática de la población y los trabajadores (entre ellos los servidores públicos), en nuevos valores y principios de igualdad, equidad, solidaridad, justicia social, eficiencia, eficacia, responsabilidad social, honestidad, amor por la naturaleza…, junto y simultáneamente con la transformación progresiva de la base económica de la sociedad y las relaciones sociales de producción, lo cual implica la producción y adquisición de nuevos conocimientos científicos, tecnológicos y en gestión y la diversificación de la economía para hacerla productiva y soberana. Es la creación planificada del sujeto de la revolución socialista bolivariana a partir de la transformación del sujeto social actualmente existente.
Es necesario también decir que, precisamente por la circunstancia más arriba descrita, al igual que entre el personal directivo y con capacidad de decisión sobre el manejo de recursos financieros e institucionales; entre los trabajadores, y en general en toda la población, existen diferentes niveles de conciencia y responsabilidad, de desarrollo ético y moral, de capacidad de organización y de gestión. Por esto, entre muchos sectores populares también hay problemas de ineficiencia y corrupción, que están contaminando de grave manera al Poder Popular en construcción, y que deberán ser controlados y superados en el proceso de desarrollo de la revolución bolivariana.
La capacidad de gestión de los trabajadores al inicio de la revolución bolivariana es baja en general, por varios motivos. Principalmente por causas históricas, puesto que durante cinco siglos a partir de la invasión de los europeos a comienzos del siglo XVI, y durante los períodos colonial y republicano en sus fases neo-colonial y capitalista dependiente, las comunidades y trabajadores fueron, -por medio de la violencia extrema (guerra, represión, muerte, tortura)-, esclavizados, servilizados, explotados y alienados; separados totalmente de la propiedad de los medios de producción, de la toma de las decisiones fundamentales y con ello, del control de sus propias condiciones de existencia.
De la misma manera que nadie puede aprender a nadar sin meterse al agua, al mar, a la piscina, nadie puede aprender a gestionar sin participar en la gestión. Nadie puede saber gestionar, si nunca ha gestionado. Por eso, solo con su participación en la gestión, los trabajadores y las comunidades organizadas, aprenderán a gestionar. Esto no significa negar que, puede y debe haber en muchos casos, un proceso de preparación, teórico-conceptual y de capacitación técnica, a través de la autoformación continua, colectiva e integral de la clase trabajadora y de las comunidades organizadas, de las cuales los trabajadores hacen parte.
Pero en muchos casos, la necesidad misma exige que la formación para la gestión de los trabajadores y comunidades, se realice en el proceso mismo de la gestión. Es lo que ocurre cuando los capitalistas y con ellos los equipos directivos de las empresas las han abandonado para irse del país por diversas razones, entre ellas para evitar que los pongan presos cuando han cometido delitos y los trabajadores han tenido o tienen que asumir la gestión para evitar que las empresas se paralicen. Es el caso de lo que ocurrió en PDVSA en el paro petrolero de 2002-2003, cuyas refinerías e instalaciones fueron recuperadas y puestas en funcionamiento por sus trabajadores. Esto ha ocurrido y ocurre, con frecuencia sin que los trabajadores puedan contar con el apoyo oportuno y eficiente del Estado, el cual siempre debería estar presto a darlo. Ha sido y es también el caso de aquellos empresarios que recibieron dólares del Estado, en los últimos años de CADIVI, para importaciones que nunca hicieron o que hicieron de manera fraudulenta, por ejemplo con sobrefacturaciones, con el fin de utilizar las divisas para la especulación financiera y el enriquecimiento ilícito.
Algunas personas con altos cargos de dirección en los ministerios o en instituciones del Estado, alegan que los trabajadores no están preparados para gestionar y que primero deben prepararse para poder hacerlo. Lo cual, como dijimos anteriormente, solo es parcialmente cierto, porque en el fondo, este planteamiento, solo sirve en muchos casos de pretexto a muchos de quienes concentran el poder y tienen el monopolio de las decisiones y el control sobre los recursos públicos, para ejercerlo de manera elitista, buscando en primer término su propio beneficio y el de sus familiares y amigos. Esto por lo general va acompañado de cierto porcentaje de arbitrariedad en las decisiones, así como de algunos rasgos de clientelismo político, amiguismo, nepotismo, ineficiencia y corrupción; pero no necesariamente se presentan todos estos vicios de manera simultánea. En otros casos, esta actitud refleja una tremenda desconfianza en las capacidades y potencialidades del pueblo que, sin embargo y a pesar de lo que ellos creen, sí tiene la capacidad de aprender a gestionar. El problema es que en esos casos, y si sólo de esto se tratara (lo cual ya sería grave de por sí), los funcionarios con capacidad de decisión en el Estado no asumen la actitud consecuente de planificar y destinar recursos para impulsar los procesos de autoformación colectiva, integral y continua de los trabajadores para la gestión.
La Revolución Bolivariana ofrece una valiosa oportunidad para que aprendamos a gestionar de manera conjunta, tomando entre todos las mejores decisiones. La gestión con orientación socialista permite que integremos las diferentes visiones del mundo y de la vida, los diferentes saberes y conocimientos, las más variadas capacidades y potencialidades, las necesidades y aspiraciones de los diferentes grupos humanos que crean la riqueza social. De esta manera se puede lograr un mayor desarrollo humano integral, satisfaciendo las necesidades materiales y culturales de toda la sociedad con eficiencia y armonía con la naturaleza.
Solo así será posible acabar con la disyuntiva entre la satisfacción de las necesidades humanas y la producción de riqueza subordinada a la reproducción del capital. En otras palabras, es necesario liberar al trabajo de la alienación y explotación del capital y de sus personificaciones en la sociedad venezolana y en su Estado, que aún sigue siendo el viejo Estado burgués heredado de la IV República, como lo dijo el Presidente Chávez en el programa de la Patria 2013-2019, para transformarlo en el más formidable medio de realización social e individual, en generador de bienes, servicios y conocimientos; para poder así satisfacer de manera creciente, las necesidades materiales y culturales de la población, afianzar la independencia y soberanía del país y avanzar hacia el logro de la mayor suma de felicidad posible para toda la nación.
Esto solo se convertirá en realidad si, por medio de la lucha de clases organizada y consciente, persistente, valiente y abnegada contra el sistema del capital y sus personificaciones, los trabajadores y las trabajadoras de todo tipo y las comunidades organizadas, conquistan su participación decisoria en la gestión del Estado, la economía y las empresas. Para que esta gestión tenga orientación socialista necesariamente debe abarcar de manera sistémica: a. La elaboración, ejecución y control del presupuesto anual de la empresa, institución u organización social. b. La elaboración, ejecución y control de los planes de trabajo anual y mensual, así como la programación detallada. c. La compra de los insumos, materias primas, maquinaria, etc., utilizados en el proceso de trabajo, d. La distribución e intercambio de los productos, bienes o servicios de que se trate y la definición de sus precios o características de intercambio, e. La distribución de los excedentes y/o beneficios generados en el proceso social de trabajo.
Es necesario tener siempre presente que, aunque la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, las Leyes del Poder Popular y la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras (LOTTT), crean condiciones jurídicas muy favorables para la lucha de clases por la gestión socialista, éstas por sí solas no cambian la realidad; y que por regla general y como una ley histórica, nadie cede el poder de decidir a otros de manera voluntaria, y menos aún como dije anteriormente, cuando se involucran intereses económicos (manejo de presupuestos) y privilegios sociales, que pueden ser enormes (miles de millones de dólares), medianos o pequeños, según los niveles del Estado o la economía de que se trate, los cuales deberán desaparecer en el tránsito del capitalismo al socialismo en Venezuela, en beneficio del pueblo venezolano y su suprema felicidad social.
¡La participación de los trabajadores y el pueblo en la gestión deberá ser conquistada por los trabajadores mismos!
Caracas, septiembre 4 de 2013