En el marco del proceso revolucionario por el que atraviesa Venezuela, se produjo un evento de gran trascendencia política, y ese no es otro que el II Congreso de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), realizado entre el 25 y el 27 de mayo pasados.
Pero nuestro objetivo con estas líneas no es hacer una descripción de los pormenores del congreso o de sus antecedentes. Más bien nos anima el interés de precisar las transformaciones profundas que se vienen produciendo en el tejido social del movimiento obrero venezolano, así como develar las motivaciones políticas de los distintos sectores, así como el marco político nacional en el cual se desarrolló el congreso, y la actitud del gobierno frente al mismo.
A partir de la intervención decisiva de los trabajadores petroleros en el enfrentamiento al paro patronal y al sabotaje a PDVSA, se abrió una nueva etapa en la vida del movimiento sindical venezolano, en el que la clase obrera venezolana comienza a jugar un papel protagónico en el proceso revolucionario en el país.
Ello se expresa en una rebelión antiburocrática que se manifiesta en toda su crudeza, en la lucha encarnizada contra las viejas burocracias sindicales adecas y copeyanas, y en el surgimiento de nuevos activistas y sindicatos clasistas alternativos, que se imponen sucesivamente en los referéndum y elecciones sindicales que se realizan desde entonces.
Este punto de inflexión continuó potenciándose con las tomas de fábricas que los patronos cerraron después del paro, así como en la lucha cotidiana del movimiento sindical por la mejora de las condiciones laborales, por aumento de salarios, por reenganches de trabajadores despedidos.
El enfrentamiento no es sólo contra los patronos, también se manifiesta en la confrontación con los gobernadores, alcaldes, funcionarios de las inspectorías del trabajo y de otros entes estatales. El corolario de este proceso es el surgimiento en abril de 2002 de la Unión Nacional de Trabajadores, como fruto directo del proceso revolucionario, y de la lucha que los trabajadores comienzan a desplegar de forma cada vez más independiente a partir del sabotaje petrolero.
En la actualidad todos los Estados del país cuentan con seccionales de la UNT, surgen poderosas federaciones en sectores claves de la economía como es el caso de la construcción o de bebidas y alimentos y nuevamente, la cantidad de afiliados supera el millón de trabajadores. Luego de más de 7 años, las calles de las principales ciudades del país, vuelven a ser tomadas por los trabajadores en vistosas y combativas movilizaciones demandando respeto a sus derechos.
Desde esta perspectiva, los resultados del II Congreso de la UNT, no hacen más que ratificar esas características fundamentales que identifican la situación del movimiento sindical venezolano desde diciembre-enero de 2003 y lo que es más importante, le incorporan nuevos condimentos que dinamizan la rebelión de las bases sindicales. Ahora los activistas y trabajadores afiliados a la UNT enfilan sus baterías contra la nueva burocracia surgida del seno de la V República, cuestionan a quienes pretenden hipotecar la autonomía de la Central y exigen atención y solución inmediata a sus justas demandas, en muchos casos postergadas o ignoradas por el gobierno y los empresarios.
Una rebelión de las bases
En dicho evento, en el que participaron unos 2000 delegados provenientes de todos los rincones del país, y pertenecientes a todos los sectores de la producción y los servicios, de empresas públicas y privadas, se produjo en pequeña escala una “revolución” triunfante de las bases sindicales.
Luego de más de un año de intensa batalla política, las bases imponen la realización del Congreso, doblegando las injustificadas razones expuestas por la burocracia para no llevarlo a cabo. En medio del evento quiebran el control y el secuestro de las credenciales desarrollado por la corriente de Marcela Máspero, logrando el reconocimiento como delegados de todos los activistas que llegaron hasta Caracas para participar en el Congreso. Defendieron en todos los terrenos la continuidad del congreso, cuando unos provocadores profesionales quisieron sabotearlo a la fuerza; impone su voluntad de realizar en septiembre las elecciones generales en la Central para legitimar su dirección.
Y terminaron reconociendo mayoritariamente al sector que encabezan Orlando Chirino, Rubén Linares, Stalin Pérez y Richard Gallardo, como los más consecuentes defensores de la realización del congreso, de la democracia sindical, de la lucha por la legitimación de dirección de la central y los más aguerridos defensores de los derechos de los trabajadores.
En el congreso, muchos activistas de base de las distintas corrientes burocráticas y pro-chavistas existentes en el seno de la central (Marcela Máspero, Fuerza Bolivariana de Trabajadores, Autonomía Sindical-PPT, Franklin Rondón, PCV), rompieron con su dirección y dieron un paso al frente, aproximándose a la corriente clasista y autónoma que lidera Orlando Chirino. Es decir, en el mismo se expresó en toda su magnitud este proceso profundo que sacude al movimiento obrero y sindical del país, que no terminó allí, y que probablemente caracterizará las luchas de los trabajadores en los próximos meses y años. Sí, efectivamente, entramos en una etapa altamente volátil y explosiva, donde rebeliones como la que se produjo en el congreso de la UNT serán la tónica.
El verdadero trasfondo
del debate
Que nadie se llame a engaño. Más allá de las calumnias de Marcela Máspero, de la Fuerza Bolivariana de Trabajadores (FBT), de Autonomía Sindical, de Franklin Rondón o de la CUTV, aliado de última hora de éstos, o de la conseja divulgada por algunos oportunistas de que sólo se trataba de una disputa personal entre Marcela y Chirino por el control de la UNT, lo cierto es que en el congreso de la UNT se pusieron en juego, por una parte, los intereses burocráticos de importantes sectores del gobierno del presidente Chávez, y por otra, las necesidades y urgencias de los sectores más dinámicos, clasistas e independientes del movimiento sindical venezolano.
Ahora bien, ¿cómo se expresó esto? Engañosamente, la FBT, brazo sindical del partido de gobierno MVR; el grupo que encabeza Marcela, ligado a la democracia cristiana internacional, y con fuerte apoyo del aparato estatal, específicamente a través de la vicepresidencia ejecutiva de la República; Franklin Rondón y Autonomía Sindical (PPT), trataron de distraer la atención de los delegados participantes en el evento, planteando un falso dilema entre la realización de elecciones este mismo año para escoger democráticamente una nueva dirección que se ponga a la cabeza de las luchas obreras en el país, por lo que propugnaba C-CURA, y por otra, privilegiar la obtención de los 10 millones votos para la reelección del Presidente, lo cual suponía la postergación hasta marzo de las elecciones en la central. Jugando con el prestigio que el presidente Chávez tiene sobre los trabajadores, trataron de imponer la consigna de “Chávez primero”, a lo cual la mayoría de los delegados asistentes al congreso contestó con un sonoro, unísono e inequívoco mandato: “Elecciones ya”.
En realidad, lo que estaba en juego era algo mucho más político e importante desde el punto de vista de clase: la necesidad de construir una central autónoma e independiente de los patronos, del gobierno y del Estado. Una central democrática, con dirigentes legitimados por las bases, que privilegie los intereses de los trabajadores, que se ponga a la cabeza de las luchas contra patronos y burócratas gubernamentales. El rechazo generalizado al chantaje de la consigna “Chávez primero”, no fue otra cosa que la expresión de esto que estamos afirmando. Para los delegados presentes en el congreso está meridianamente claro que primero son los trabajadores, y la necesidad de elegir una nueva directiva de la central, como forma de evitar las viejas prácticas burocráticas heredadas de la CTV, en la que sus dirigentes siempre inventaban una excusa para no legitimarse democráticamente ante las bases. Este es un interés y una necesidad histórica de los trabajadores venezolanos, más allá de que en su mayoría estén de acuerdo en organizarse para reelegir al presidente Chávez, cosa que nadie puede poner en duda.
¿Qué quieren, en realidad, los sectores políticos que dentro de la UNT plantean postergar las elecciones, con el argumento insostenible de priorizar la reelección del Presidente? Por una parte, quieren evitar, o en todo caso postergar, una segura derrota en un proceso eleccionario para escoger a la nueva dirección de la central. La rechifla que sufrieron sus principales dirigentes en el congreso, y el rechazo manifiesto a sus posiciones, los convenció de la inminencia de su liquidación como burócratas dentro de la UNT. Pero, por otra parte, y esto quizás es lo fundamental, quieren una central postrada a los pies del gobierno, un gobierno que se autoproclama “obrerista” y que iría al “socialismo del siglo XXI”, razones por las cuales, según ellos, no haría necesaria la independencia política de la UNT.
En realidad, desean una central que se convierta en apéndice corporativo de las políticas gubernamentales; una central que acríticamente acepte todas las disposiciones del gobierno; una central sindical que avale el proceso de negociación y entendimiento que el gobierno adelanta con la burguesía y las transnacionales, especialmente, las petroleras, automotrices, banca y telecomunicaciones.
De allí que el alzamiento contra la burocracia de boina roja dentro de la UNT, está directamente relacionado con la autonomía e independencia política de la central.
Un avance en la
independencia política
Lo que sucedió en el congreso de la UNT, no es más que expresión en el seno del movimiento obrero, de la situación política que vive el país. No es sólo un asunto sindical, o limitado a los trabajadores. En rigor, la rebelión de las bases sindicales en dicho evento, refleja el proceso revolucionario que transita el país. Los campesinos luchan y se movilizan por la reforma agraria; los Sin Techo reúnen entre 10.000 y 15.000 personas en la capital exigiendo vivienda. Todos los días en distintas comunidades populares del país se trancan vías exigiendo vivienda, agua, luz y otros servicios; los comités de salud se enfrentan a la burocracia estatal. Este es el pan nuestro de cada día. La lucha por los derechos obreros y populares; por más participación y democracia, recorre todos los rincones del país.
A todas estas, es bueno decir que el sector social que mejor lo refleja, y donde la independencia política avanza con más rapidez, aunque aún no se manifiesta en una confrontación o ruptura con Chávez, es en el movimiento obrero, y en el congreso de la UNT se mostró con toda claridad.
Lo sucedido en el congreso de la UNT, lo explica la búsqueda constante, por parte de los trabajadores, de una nueva dirección clasista, democrática y revolucionaria, que luche por los derechos de los trabajadores que están siendo violados en todos los sectores.
Es cierto que aún este proceso de avance de la independencia política de los trabajadores respecto del gobierno es limitado y restringido a la vanguardia obrera, pero lo más significativo es que el mismo crece indeteniblemente, acicateado por las luchas que los trabajadores libran cotidianamente, y que al mismo tiempo retroalimentan su conciencia política, que se favorece con el hecho de que el proceso revolucionario en Venezuela sigue abierto.
Tomado de Correspondencia Internacional
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