Por aquí estamos una vez más solidarizándonos con otra compañera despedida arbitrariamente de su lugar de trabajo. El miércoles 31 de octubre nos enteramos del despido de Deillilyn Rodríguez, una trabajadora cuyo "pecado" ha sido levantarse contra las barbaridades que se están llevando a cabo en la Empresa Metro de Caracas y en general contra los derechos de los trabajadores venezolanos, precisamente en un país donde los eufemismos se traducen en una mueca violenta contra toda la población. Así tenemos entonces que quien concretamente es otro patrón virulento, se hace llamar "Presidente Obrero"
A Deillilyn la conocimos hace unos años en el marco de las últimas elecciones sindicales realizadas en el Metro de Caracas, resultando electa para ser parte de la junta directiva del sindicato SITRAMECA, de donde fue expulsada junto a otros integrantes por la sencilla razón de estar en desacuerdo de como el constituyente Edisón Alvarado (Presidente de SITRAMECA) y su combo han colocado una organización de los trabajadores al servicio de la administración de la empresa y del Gobierno Nacional, cuyas consecuencias se pueden constatar con las condiciones en que se encuentra el principal medio de transporte que tiene la capital del país.
El recorrido de Deillilyn obviamente que la iba a llevar a empalmar con la dinámica de lucha instalada a nivel nacional contra los salarios de hambre, la imposición de las actas convenios y el retroceso en materia de reivindicaciones y derechos fundamentales de los trabajadores que está llevando adelante el Gobierno. Por ello, al ser una de las voceras ante los medios de comunicación en la concentración llevada a cabo por trabajadores de distintos sectores en La Plaza Caracas el pasado jueves 25 de octubre, la respuesta que da el presidente del Metro, el Mayor General César Ramón Vega González es despedirla, haciendo uso de un oficio que viola la Ley Orgánica del Trabajo y La Constitución de La Republica.
La práctica de la retaliación se ha hecho común en una pandilla burocrática que sabe perfectamente que en la clase trabajadora crece una disposición por plantarse en el terreno de las luchas laborales y política, apuntando a recobrar la confianza en sí misma, perdida como consecuencia principalmente ante la ausencia de una dirección sindical por un lado y política por otro, que hubiese sido capaz de ser el gran vehículo que permitiese canalizar y desarrollar el malestar contenido durante años de crisis.
De tal manera que, el caso de Deillilyn y de tantos otros compañeros que hemos sido despedidos por el patrón Gobierno-Estado, debe servirnos para engrosar con más fuerza a favor de todas las peleas que se vienen dando en toda la geografía venezolana y empujar durísimo por lograr la mayor articulación posible para golpear con un solo puño. La organización es el camino que nos queda y en lo inmediato tenemos que exigir el reenganche a sus labores de Deillilyn. Es un caso emblemático que debemos convertirlo en una victoria dando un mayor impulso a la lucha de clases, que es la arena donde perfectamente nos ubica a cada quien y desde ahí nosotros los trabajadores enfrentar a una banda militarista que ya ha sido condenada por la historia.
Exigimos que cese la persecución contra las trabajadoras y trabajadores
Que Deillilyn Rodríguez sea restituida a su lugar de trabajo
Gustavo Martínez Rubio