Comenzaré citando el artículo 91 de nuestra carta magna en relación al salario de quienes trabajamos y que hoy no se está aplicando: "Todo trabajador o trabajadora tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales. (Omisis) El Estado garantizará a los trabajadores y trabajadoras del sector público y del sector privado un salario mínimo vital que será ajustado cada año, tomando como una de las referencias el costo de la canasta básica."(Negritas del autor).
Este 1 de mayo el discurso del presidente Maduro se concentró en explicar algunas características de las acciones de la oposición en la víspera y en convocar a exponer las medidas de mejora de la acción gubernamental en un contexto de agresión por parte del gobierno de los Estados Unidos de América. Con la plana mayor de la Central Socialista de Trabajadores del Campo y la Ciudad como telón de fondo, termino su discurso ignorando el asunto del salario.
Durante casi veinte años por estas fechas el presidente Chávez y ahora Maduro anunciaba el aumento del salario, en esta oportunidad no ocurrió. En la semana previa circuló una Gaceta Oficial, que no fue tomada como cierta hasta que el presidente de la Comisión de Trabajadores de la Asamblea Nacional Constituyente la coloco en un mensaje en Twitter. A la fecha nadie del ejecutivo ha asumido responsablemente una postura sobre el asunto del aumento del salario mínimo, ha explicado por qué se bonifica más del 50 %, las medidas que se implementarán para garantizar la protección social o afectar el incontenible aumento de precios, posición que estimo contraria al legado de Chávez.
A la fecha tenemos un salario mínimo, que con cualquier cálculo que se haga no alcanza para cubrir las necesidades básicas de la familia de quien trabaja. No es descabellado que quienes vivimos del trabajo le propongamos a los miembros de la sociedad política que vivan un mes de su existencia con salario mínimo y luego nos echen el cuento de cómo le fue.
Nuestras organizaciones sindicales en relación al salario actúan en una doble dirección: guardan silencio sobre el asunto del salario o lo instrumentalizan. En las primeras ubicamos a las que se subordinan al discurso y al accionar de la burocracia oficial o el partido exclusivamente. Las otras alzan sus voces contra "el régimen", conviven con los enemigos de clase y se subordinan al discurso y a la acción de la derecha venezolana.
Ante este escenario la pregunta obligada: ¿Qué hacer? Respondernos necesariamente nos obliga a mirar a nuestra historia y esta nos indica permanentemente que solo hemos podido avanzar cuando estamos organizados en función de los intereses de clase y uno de ellos es el salario, como una de las bases materiales para una vida digna. El debate sobre el salario es un punto de partida para comenzar a organizarnos y articularnos y afectar la correlación de fuerzas que sostiene este estado de cosas. Aquí lo milagros no existen. ¡Así que no hay opción entre esperar o participar, imperativo es participar organizados!