El diputado a la Asamblea Nacional y principal figura de la derecha tradicional venezolana, Juan Guaidó, ha venido haciendo algunos señalamientos respecto a las distintas movilizaciones que han brotado en varios países de Latinoamérica, esgrimiendo una serie de explicaciones que le hacen oscilar entre lo cínico y lo ridículo, pero a las que hay que prestar mucha atención desde los distintos sectores del pueblo trabajador que se ha mantenido en lucha contra las condiciones de vida impuestas por el gobierno madurista, sobre todo cuando el nombrado diputado ya ha anunciado acciones políticas para el próximo mes de noviembre.
Guaidó ha manifestado una postura contradictoria frente al levantamiento de los pueblos ecuatoriano y chileno movilizados frente a los gobiernos de Lenin Moreno y Sebastián Piñera respectivamente, porque por una parte pretende tomar ese ejemplo contra el gobierno de Maduro, pero por otra le acusa a él y al Foro de Sao paulo de instigar las revueltas. Lo primero da cuenta de una descomunal carga de cinismo ya que son las medidas de ajuste aplicadas por los gobiernos comprometidos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) lo que ha provocado la reacción popular en los países citados, pero así también en otros como Argentina o Haití en el Caribe, cuyos ajustes económicos se reflejan muy bien en el llamado "Plan País" que a principio de año presentó el autoproclamado "presidente interino" de Venezuela.
Por otro lado, es ridículo pensar que Nicolás Maduro sea parte de conspiración alguna que tenga a sectores populares, obreros y pueblos originarios como grandes protagonistas en ninguna parte, cuando acá en nuestro país el madurismo ha descargado sobre la población un paquete brutal de ajuste que nos ha llevado a la peor situación de calamidad conocida en los registros históricos. Maduro y su cúpula militarista han reprimido brutalmente al pueblo venezolano que en distintos momentos se ha volcado a las calles a luchar por derechos fundamentales que le han sido arrebatados a sangre y fuego. Y si algo está claro, es que lo que menos desea el autoritario residente de Miraflores es un proceso general de luchas en la región contra medidas antipopulares y antiobreras similares a las que su gobierno nos ha venido aplicando, aunque los acreedores internacionales sean distintos al FMI.
El autoproclamado "presidente interino", sin poder y sin gobierno, Juan Guaidó, hizo un nuevo llamado a sus seguidores de oposición al gobierno de Nicolás Maduro, a tomar las calles el venidero 16 de noviembre. Una vez más les llama a protestar y a ponerle "fin a la usurpación", tras varios intentos fallidos anteriores, en los que, por la vía de la movilización de sectores de la población, o de operaciones golpistas y de ensayos intervencionistas, trató de provocar la caída del gobierno sin lograr ningún éxito ni aproximación a su objetivo.
Guaidó está tratando de cabalgar cierta dinámica de luchas laborales y sociales que se viene presentando, y convoca oportunistamente a manifestaciones masivas, con la finalidad de procurar llevarlas a su cauce político. Ya eso lo quiso hacer principios de 2019 , lo que en alguna medida condujo a desviar en su provecho la ola de protestas de trabajadores, gremios profesionales y comunidades que venía en ascenso en esos momentos. Esto en lugar de potenciar las luchas de resistencia del pueblo contra las políticas del gobierno de Maduro, lo que hizo fue perjudicar el desarrollo autónomo y genuino de los reclamos obreros y populares, y le dio a Maduro excusas para descargar con más fuerza la represión.
Así sucedió cuando los sindicalistas de derecha dentro de la Intersectorial de Trabajadores de Venezuela (ITV), que venía sirviendo como espacio de coordinación de las luchas, supeditaron las luchas reivindicativas de sus sindicatos y gremios al servicio de la agenda política de Guaidó y con ello frenaron la protesta laboral autónoma, haciéndole un gran daño al movimiento sindical que iba en ascenso.
Ahora Guaidó parece suponer que los alzamientos ocurridos en Ecuador y en Chile le servirán de ejemplo para auspiciar algo parecido en Venezuela contra Maduro, a pesar de que él "interino" representa exactamente las mismas políticas que provocaron los estallidos en esas naciones latinoamericanos, en rechazo a las medidas de ajuste dictadas o inspiradas por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Es eso lo que Guaidó contempla en su Plan País.
Pero resulta que Maduro ya viene aplicando medidas similares en sus efectos, aunque se declare antineoliberal. Aunque el gobierno diga que los problemas económicos de Venezuela son por las sanciones de Trump y Estados Unidos, sabemos que esos problemas son anteriores y no causados por las sanciones, aunque éstas los hayan agravado.
Si no ha habido todavía un estallido social en Venezuela, eso tiene que ver con un conjunto de factores que se conjugan, como la masiva migración, la sobrevivencia de una parte de la población mediante remesas externas, los subsidios clientelares condicionados a la docilidad social frente al gobierno y el control represivo, además de las actividades complementarias que la gente realiza en la economía informal. A los sectores que alguna vez se sintieron chavistas les preocupa la posibilidad del regreso de la derecha tradicional y eso tiene también un efecto inhibidor.
Maduro y Guaidó están en las antípodas de la dinámica movilizadora que está teniendo el pueblo latinoamericano en estos momentos, y aunque cada uno por su parte se haga hipócritamente solidario con los chilenos, ecuatorianos o haitianos, ambos saben perfectamente que son gestas que directamente apuntan contra ellos por sus respectivas condiciones de ser agentes de unas u otras facciones de la gobernanza imperialista mundial: Maduro al servicio de los chinos y rusos, asesorado por la burocracia cubana, y Guaidó tributando abiertamente a favor del capital financiero estadounidense.
Es una precisión, desde el punto de vista político muy importante, que debemos tener quienes hemos venido siendo parte de los conflictos que se han mantenido en la calle contra la descarga de la crisis sobre el pueblo por parte del gobierno. Porque debemos estar claros en que venimos enfrentando a la burocracia y al capital, y que tanto Maduro como Guaidó son parte del mismo sistema de explotación y de opresión.
La lucha por un salario al nivel de la canasta básica, según lo que establece el Art. 91 de la CRBV, o por recuperar las prestaciones a su valor real, defender las convenciones colectivas, la atención médica y la generalidad de los derechos de los trabajadores, es algo que hay que mantener con independencia de clase, a fondo y solo confiando en nuestra propia capacidad de lograr articularnos y organizarnos en función de los propósitos fundamentales de la clase trabajadora venezolana, que ha sido hundida en la miseria y ha sufrido la desarticulación de sus fuerzas.
Chile y Ecuador son grandes referencias en estos momentos para nosotros, pero entendiendo muy bien las claves de esos procesos, de tal manera que es evidente que no tenemos salida como pueblo empobrecido, con Maduro y su gobierno corrupto, pero tampoco con factores de poder como los que han endeudado a sus países con organismos como el FMI, que luego exige la aplicación de políticas económicas que solo llevan a agudizar las ya de por si precarias condiciones de los sectores obreros y populares en todas partes.
Lenin Moreno y Piñera están siendo obligados a recular por la fuerza de la movilización indígena y popular y por la claridad de sus demandas. Es ahí donde está la gran enseñanza con la que tenemos que empalmar. En general, nuestras necesidades son las mismas como población.
Pero en el caso de Venezuela, no tiene sentido que la lucha nos ponga a escoger entre Maduro y aquellos que también aplicarían en nuestro país políticas como las de Piñera y Moreno u otros gobiernos del Grupo de Lima. Debemos desprendernos de las cúpulas ajenas a nuestros intereses y no esperar nada por la vía de los atajos con figuras oportunistas como Guaidó, que nos ofrece libertad para imponernos su propia cadena.
Por eso rechazamos la intromisión de Guaidó en las luchas de los trabajadores y los sectores populares, que sólo pretende parasitar y desviar esas luchas al servicio de la burguesía y de intereses imperialistas extranjeros. Estamos por el desarrollo de nuestras propias luchas, por la unidad de los trabajadores y el pueblo en la resistencia al paquete y al autoritarismo de Maduro, pero, ante todo, una condición esencial para evitar el engaño y la manipulación es mantener nuestra independencia de clase y no seguir a los líderes de los explotadores ni a sus partidos.
Desde Marea Socialista y siendo parte de la Liga Internacional Socialista (LIS), cuyos hermanos y hermanas de nuestra corriente han participado activamente en Chile con el Movimiento Anticapitalista y contra Macri en Argentina desde el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y el FIT, insistimos en la urgente necesidad de construir una herramienta política y de lucha que esté al auténtico servicio de los sectores que soportamos la crisis y nos esforzamos por superar la catástrofe en que nos han sumergido tanto la cúpula corrupta y mafiosa de la burocracia, los militares, la "boliburguesía" y el PSUV, así como los sectores de la burguesía tradicional y todas las expresiones del capitalismo imperialista.