En días pasados fue difundido en algunas redes sociales, un video en el que aparece una dama cargando a cuestas dos sacos de papas (entre 90 y 100 kilos). Las reacciones no se hicieron esperar, y los comentarios más sensatos advirtieron del peligro que supone para ella hacer tal labor, propia de la faena agrícola. Tristemente ese tipo de trabajos en condiciones casi infrahumanas y sin seguridad a cambio de una miseria, representa en parte la patética realidad de la Venezuela actual, sumida en una profunda crisis socioeconómica para la que no se vislumbra una solución. Crisis caracterizada, entre otras cosas, por el desempleo creciente y la oferta cada vez menor de trabajos más o menos dignos y estables.
Y así como la dama en cuestión, que se j..e día tras día trabajando, cual esclava moderna (neoesclava), poniendo en riesgo su salud y hasta su vida, hay millones de mujeres que se han visto obligadas a laborar duramente en condiciones pésimas, para medio satisfacer sus necesidades y las de su entorno familiar inmediato. De manera que no es extraño en la Venezuela de hoy, observar a féminas en empleos que, por su exigencia física, son más propicios para los hombres. O es eso, o simplemente tendrían que optar entre prostituirse, vender drogas al por menor, robar o cualquier otra cosa ilícita o inmoral-degradante.
Ciertamente impactó lo mostrado en el video arriba mencionado, pero las mujeres, los hombres y hasta los niños jodi…..e en un trabajo en Venezuela a cambio de una miseria, como si fueran esclavos modernos, forma parte de la cotidianidad de la nación suramericana. A falta de empleos seguros, rentables y duraderos tanto en el sector público como en el privado (a excepción de altos cargos en grandes empresas, por ejemplo), no ha quedado de otra que hacer lo necesario para sobrevivir, incluso arriesgando la integridad física.
Mujer campesina cargando maderos. Fuente: https://