Los trabajadores como instrumento de promoción

Los trabajadores como segmento pensante y decisivo en la construcción de la sociedad socialista, tenemos que estar claros y no permitir que nos continúen utilizando como instrumento para la promoción de grupos, asumir posiciones contrarrevolucionarias, o de promoción personal con fines aviesos y avalarlas en nombre de las reivindicaciones del colectivo.

Esa es una vieja práctica que la dirigencia sindical, de la IV ahora vestida de rojo rojito en la V, se niega a enterrar apara dar paso a la autentica participación de obreras y obreros en la conducción de los centros de producción, como corresponde a un proceso socialista.

La lucha obrera entiéndase bien tal como la planteó Karl Marx, luego de interpretar la historia y analizarla para dar un concepto revolucionario, no es la delegación de su conciencia, su voluntad en alguien representativo, nada de eso. La lucha es por la participación directa, activa y protagónica.

Esa lucha representa la interpretación y modificación de la naturaleza, para que la mujer y el hombre, dejen de ser esclavos del medio y se conviertan en arquetipo, de su propio destino, de su futuro.

No se puede estar con Dios y con el Diablo. No podemos estar cerca de la revolución cuando nos conviene y darle una patada a la mesa cuando se nos exige sacrificio para la defensa del proceso revolucionario. O somos revolucionarios o somo contras. Pero no existe el espacio cercano.

El Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, ha dado el ejemplo; como militar de carrera tuvo un respetable puesto dentro del sistema capitalista y pudo perfectamente haberse hecho perro faldero de las barraganas de Miraflores y hacerse de los dos soles dorados, que en la época servían y daban para todo. Estaría disfrutando de su “honorable” retiro y seguramente en el Frente Ibañez Matos, con todos los honores.

Pero renunció a esa vergonzosa comodidad y como revolucionario, prefirió la cárcel, como preso de conciencia y luego la lucha política para la entrega total a la defensa del pueblo. Prefirió dormir en el suelo con la frente en alto, que en muelle lecho con el honor mancillado. Esa la razón de ser del revolucionario.

Ese es el papel de las trabajadoras y trabajadores como vanguardia revolucionaria. El sacrificio, cuando la patria lo exige hay que hacerlo sin pretextos. Tenemos que lograr que cada uno de nosotros sienta muy dentro de su ser la necesidad de apoyar y defender su revolución, más allá de las declaraciones y las tertulias de bares y cafetines.

El momento que vivimos en la revolución bolivariana, no acepta medias tintas, por eso no nos sentimos identificados con quienes en nombre de nuestras reivindicaciones salen a dar ultimátum al gobierno, para que conceda tal o cual petición, mucho menos con quienes van a las puertas de la industria eléctrica a linchar moralmente a toda la gerencia, con las mismas consignas de la oposición el 11,12 y 13 de abril de 2002,( Se vaaa...se vaaa...se vaaa) como ocurrió en Valencia, Estado Carabobo por el solo hecho de que el presidente Chávez, haya decretado una reorganización del sector, para enfrentar las dificultades existentes, que tampoco es una crisis, como han querido pintarla.

Mucho menos con quienes mantienen secuestrados a 120 pacientes internados en el hospital universitario de Caracas,junto a sus familiares. En reclamo de los derechos laborales los sindicalistas han cerrado la Universidad Central de Venezuela y no permiten el libre acceso al centro hospitalario. Eso no es lucha obrera.

La participación de las trabajadoras y los trabajadores revolucionarios en el desarrollo del sector productivo,tiene que ser directa y organizada.

Tenemos que hacer del trabajo organizado la fragua para templar el acero de la revolución. El trabajo y especialmente el voluntario tiene que ser el núcleo de la actividad nuestra en la construcción del socialismo y en la búsqueda del hombre nuevo y de la nueva república.

Hay que poner en cada acción el alma y la esperanza de constructores del socialismo. Cada centro de trabajo día a día debe tornarse más vivo, más humanizado para que no se haga la acción mecánica de la

producción capitalista, sino que sea acompañada del sentimiento nacionalista, patriótico, que sintamos el orgullo y la satisfacción de que estamos trabajando en la construcción de una república y un mundo posible.

La clase obrera como vanguardia, y entendamos como clase obrera todo aquel que es asalariado, debe tener como primera fortaleza la conciencia y el orgullo de clase. Para eso tiene que combinar la prédica con la práctica, como lo hizo el Ché. La construcción del socialismo solo es posible sobre las cenizas del capitalismo y para lograrlo tenemos que romper con todas la rémoras de tan nefasto sistema y por tanto es necesario construir organizaciones proletarias nuevas, con estructuras y filosofía diferente a las creadas por el capitalismo, donde nuestra participación sea directa y protagónica, más no representativa; donde el fin es utilizar a los trabajadores como instrumento de promoción.

Periodista*

CNP 2414 cd2620@gmail.com cadiz2021@yahoo.es


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Cástor Díaz*

Periodista CNP 2414

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