De la Diplomacia Bipartidista a la Diplomacia Bolivariana

Desde los inicios del proceso revolucionario en Venezuela, no ha habido un tema más tabú y menos debatido que el manejo del Servicio Exterior Venezolano, algo preocupante si se observa el carácter vanguardista que le ha impreso el Presidente Chávez a la Política Exterior. Por tanto, el Servicio Exterior y la Cancillería deberían ser un tema de obligado debate en la construcción del nuevo Estado consagrado en la Constitución de 1999.

Hoy más que nunca, es necesario que los Diplomáticos venezolanos salgan del “voto de silencio” para que sean ellos quienes den vivo testimonio de las transformaciones que actualmente vive la Cancillería venezolana y salir al paso al permanente desfile de falacias y descalificaciones que algunos sectores activistas de oposición pretenden venderle al país sobre el Servicio Exterior, esto sin dejar a un lado la crítica constructiva necesaria en todo proceso de transformación.

El Servicio Exterior constituye junto a la Fuerzas Armada Nacional, una de las dos carreras esenciales en el funcionamiento del Estado Moderno. Venezuela no ha sido la excepción a esta regla. Es en tiempos de Juan Vicente Gómez, cuando se inicia el proceso de institucionalización de ambas profesiones bajo el entendido que ambas serían Carreras de Estado, destinadas a dar continuidad y efectividad a las políticas públicas de Seguridad, Defensa, Integridad Territorial y Resguardo de los Intereses Nacionales. Es así, como nace el concepto de los Funcionario Diplomáticos de Carrera en el Servicio Exterior, que sería posteriormente perfeccionado en la antigua Ley del Servicio Exterior de 1961.

Un poco para el entendimiento del tema, es importante señalar que en Venezuela, los organismos ejecutores de la Política Exterior del Estado se dividen en dos: los Centrales y los Externos; los Centrales, son el Jefe de Estado, quien formula y dirige la Política Exterior y ejerce la diplomacia de forma directa y personal o con su participación en las Cumbres Internacionales, el Canciller de la República, que asiste al Presidente y el Ministerio a su Cargo (el MRE, como órgano especializado del Estado en esta materia). Por otra parte, están los Ejecutores Externos, que están propiamente integrados por el Servicio Exterior, regulado en la Ley del Servicio Exterior de la República Bolivariana de Venezuela (reformada en agosto del 2005) y esta compuesto por la totalidad de Embajadas y Misiones Permanentes acreditadas por Venezuela. A ello, hay que agregar las Representaciones Consulares, que cuenta con su propia ley (Ley Orgánica del Servicio Consular) pero su personal se rige por las disposiciones de la Ley del Servicio Exterior.

El Servicio Exterior y la Revolución Bolivariana

Con el ascenso a la Primera Magistratura del Comandante Chávez, los organismos ejecutores de la Política Exterior han estado “parcialmente alineados” con el proceso de transformación de nuestra Política Exterior o mejor aún, con la construcción de una verdadera Política Exterior, soberana, independiente, con identidad y con vocería propia, pues la “Diplomacia del Bipartidismo” (desplegada entre 1959-1998, período en el cual los dos grandes partidos dominantes monopolizaron el Servicio Exterior) carecía de posiciones soberanas y estaba subordinada y respondía a lineamientos extranjeros. De forma deliberada, he dicho “parcialmente” ya que, en estos últimos siete años, pese a contar con Cancilleres leales a la labor encomendada por el Jefe de Estado, no se ha percibido lo mismo del Servicio Exterior en general.

Tanto el Servicio Exterior (Embajadas, Misiones Permanentes y Consulados) como el Ministerio de Relaciones Exteriores, han estado plagados de funcionarios favorecidos durante años por las dádivas de los gobiernos anteriores (con notables excepciones), muchos de ellos amigos y familiares de la vieja clase política proveniente de las trincheras de la Generación del 28 y del Pacto de Punto Fijo. Aunque el mecanismo de Concurso Público para el ingreso a la Carrera, favoreció la entrada de muchos profesionales competentes al MRE, estos fueron quedando a expensas del clientelismo y de los clanes políticos (para ascender o ser destacado en una Misión Diplomática el funcionario debía carnetizarse o simplemente ser pupilo de un Embajador de los clanes de AD o de COPEI, estos grupos disimulaban sus círculos de militancia con los remoquetes ideológicos de “Democristianos” o “Socialdemócratas”). De esta forma fue liquidándose lentamente el espíritu de la profesionalización, que quedó finalmente a merced de ciertos “diplomáticos” en comisión (nuevamente debo acotar: con notables excepciones, como el Ex Canciller Roy Chaderton), que se enquistaron en la Cancillería por años y casi terminaron controlándola por completo, reduciendo a la Cancillería a un puñado de “Tribus” y “Familias” que detentaron el sacro privilegio de Representar a la Nación allende los mares. Esto ha sido un secreto a voces que nadie se ha atrevido a señalar.

Sobre las ruinas de una Cancillería cada vez más en decadencia, subordinada a los intereses de una clase política comprometida con la estrategia de otros Estados que favorecían la ejecución de una Agenda Hemisférica encarnada por el ALCA, se iniciaron en 1999 los primeros esfuerzos por adecentar y verdaderamente profesionalizar el Servicio Exterior, dando paso a nuevas generaciones de profesionales comprometidos con el País y con la Revolución Bolivariana. Pero esto no ha sido una tarea fácil. La nueva Ley del Servicio Exterior, aprobada en el año 2000, que estaba destinada a replantear el Servicio Exterior, resultó ser una gran traba, con graves inconsistencias y un paquete de “Homologaciones”, que asimiló a la condición de funcionarios de carrera a muchos que sólo tenían el mérito de haber detentado los favores de los gobiernos anteriores. Esta medida tuvo efectos nefastos y quedó demostrado cuando durante el Golpe de Estado y el Sabotaje Petrolero, muchos de estos funcionarios se incorporaron activamente en las acciones conspirativas, llegando incluso a la osadía de preparar documentos de entrega al “Canciller designado” por el gobierno de facto, pero lo más insólito, es que muchos de ellos aún están el MRE.

Los falsos íconos de la Diplomacia Bipartidista y los Avances de la Diplomacia Bolivariana:

Es un lugar común en los críticos de oposición, oírles decir que el actual gobierno esta acabando con la Carrera del Servicio Exterior o que se está “Desprofesionalizando” el Servicio Exterior, nada más falso que esto. Si se comparan las cifras de funcionarios que ingresaron por Concurso al MRE durante los 37 años (1961-1998) de lo que he denominado la “Diplomacia Bipartidista”,veremos que no suman más de 250 Licenciados en Estudios Internacionales (la Ley del 1961 sólo permitía concursar a los Lic. en Estudios Internacionales), mientras que en los cuatro Concursos de Oposición realizados desde el año 2000 hasta el 2005, encontramos que la cifra de ingresos por Concurso se estima en 150 profesionales de diversas especialidades, en sólo estos 7 años de gobierno. Esta cifras evidencia la falta de voluntad de los gobiernos anteriores por profesionalizar el Servicio. Por si esto no fuera poco, cabe destacar la poca regularidad con que eran convocados los Concursos de Oposición y el reducido número de plazas que eran ofrecidas, lo cual hoy ha cambiado drásticamente, dándole oportunidad a un amplio espectro de profesionales. El concurso con más plazas vacantes ofrecidas en tiempos de la Diplomacia Bipartidista, no excedió de 23 plazas, mientras que en el último Concurso del 2005, el MRE ofreció 100 vacantes para el Servicio Exterior.

Otro mito muy difundido por los “sesudos” expertos en Relaciones Internacionales de la oposición, es la erudición e infalibilidad de los Señores ex cancilleres de la “Diplomacia Bipartidista”, esto con el objeto de desprestigiar y minimizar las capacidades y el compromiso de los bolivarianos que han tenido la responsabilidad de dirigir el Despacho de la Casa Amarilla. En este punto, hay que dejar que la historia hable por sí misma. Basta recordar las lamentables gestiones del Dr. Ignacio Iribarren Borges, quien fue el Autor material del Acuerdo de Ginebra de 1966 con Inglaterra, que prácticamente anuló toda posibilidad de reclamo bilateral de los Derechos Históricos de Venezuela sobre el territorio Esequibo. Basta recordar las pésimas gestiones de Simón Alberto Consalvi, cuando se renegoció la deuda y al triplicarse el monto de lo adeudado lo único que dijo el Ex Presidente Lusínchi al respecto fue: "Me Engañaron". Arístides Calvani, realmente un Tótem de la Diplomacia Venezolana, a quien ciertamente todos los colegas diplomáticos respetamos por su auténtica erudición y entrega al país, ha dejado un pasaje oscuro en su inobjetable trayectoria cuando siendo Secretario General de la Organización Demócrata Cristiana de América, durante el gobierno de Luís Herrera, fungió como un especie de “Embajador” de la Democracia Cristiana Internacional, la menciona organización apoyo los gobiernos de Napoleón Duarte en el Salvador y Vinicio Cerezo en Guatemala, que a su vez promovieron las labores de persecución, violación de los Derechos Humanos y la Guerra Sucia, con el fin de neutralizar a los movimientos populares de izquierda. Miguel Angel Burelli R, fue un hombre carente de aplomo y prestancia, que persiguió a los funcionarios de Carrera y practicó impúdicamente el Nepotismo. El Canciller de Luís Herrera, Don Zambrano Velasco auspició la famosa “Hipótesis de Caraballeda" con la cual Venezuela cedía gran parte de sus aguas interiores debajo de la línea de cierre del Golfo de Venezuela. Pero el ejemplo mas descriptivo del carácter subordinado y desleal de la Diplomacia Bipartidista fue la destitución de Ignacio Luís Arcaya Padre, cuando fue echado de la Casa Amarilla por haberse opuesto a la expulsión de Cuba de la OEA, por lo cual los venezolanos decentes y dignos le recordamos como el “Canciller de la Dignidad”.

Por otra parte, es oportuno hacer justa mención a la calidad y preparación de los actuales funcionarios en comisión (aquellos funcionarios designados por el Ejecutivo Nacional para cumplir labores diplomáticas y consulares en razón de la confianza y de su preparación). Actualmente y debido a las actitudes poco constructivas y poco ética de algunos de los profesionales del MRE, el ejecutivo ha debido apelar a la designación en comisión de funcionarios para que ejerzan labores diplomáticas. Su compromiso y su preparación han permitido llevar a flote esta compleja institución en estos tiempos difíciles para nuestra Diplomacia. A diferencia de la mayoría de los “comisionados” (-nuevamente acoto-con honrosas excepciones) de la Diplomacia Bipartidista que apenas podían articular una idea, los actuales poseen credenciales académicas y políticas intachables pero además, han demostrado, humildad e identificación con los valores del pueblo venezolano y un profundo compromiso con Venezuela.

Los vicios que atentan contra la nueva Diplomacia:

Otras de las particularidades de ese pequeño mundo de la Cancillería, que se resiste aún al cambio, son la práctica de los vicios o deformaciones de la Diplomacia, o lo que la Doctrina contemporánea ha denominado: la “Diplomacia Paralela” y la llamada “Antidiplomacia”. La Diplomacia Paralela, se refiere a toda aquella actividad internacional desplegada por otros organismos del Estado no vinculados directamente a la Ejecución de la Política Exterior, la cual suele ser ocasionada por la pasividad de la Cancillería para aglutinar, centralizar y garantizar la unidad de las Políticas del Estado, en su accionar hacia el Exterior. Pero la Diplomacia Paralela ha desarrollado su matiz más despiadado en la Cancillería venezolana, en la cual pequeños grupos políticos asociados a poderosos intereses trasnacionales usan de plataforma a la Cancillería para promover el resquebrajamiento del Estado desde adentro de sus instituciones, haciéndonos perder el respeto y la amistad de Naciones amigas y la credibilidad ante los Organismos Multilaterales. Respecto a la Antidiplomacia, es lo que los autores han llamado la “Diplomacia Antisistema” que se refiere al permanente complot y espionaje que realizan grupos encubiertos en el seno de la institución, suministrando información sensible a países vecinos y a países hostiles con la finalidad de desestabilizar y perjudicar a la Nación. Ambas prácticas han proliferado en los últimos años en la Cancillería como una especie de mecanismo de resistencia de los representantes de la Diplomacia Bipartidista que aún hoy se niegan a perder sus privilegios.

A modo de Conclusión:

 

Nada es más poderoso que el cambio y el cambio es un proceso irresistible, algunas veces suele ser gradual y armónico, pero cuando ese cambio genera resistencias, desafía poderes y toca intereses, las transformaciones se aceleran y son verdaderas rupturas abruptas. Sea como fuere, el Servicio Exterior ha entrado en el trance del cambio, pero dicho proceso debe tener como norte la consolidación de una Carrera Diplomática digna e integral, que conjugue las capacidades del funcionario con su lado humano, a la vez que su fidelidad a la Patria.

Finalmente quisiera hacer referencia a las palabras que en una oportunidad ofreció en una Conferencia en la Casa Amarilla, el Excelentísimo Embajador de la República Dominicana en Caracas Manuel Morales Lama, diplomático y académico de gran trayectoria. Él señalaba que la principal característica de un diplomático es: “ser fiel a su compromiso con los intereses del Estado que representa y una sólida formación”… pero también dijo que a veces, se formaba gente para el Servicio que primero quieren más el país donde están sirviendo que al país que le está pagando sus servicios, cuando lo esencial del diplomático es su fiel compromiso con la defensa de los intereses del Estado que representa. Creo sin duda alguna, que este mensaje debe ser la esencia de un gran proyecto de reestructuración del Servicio Exterior Venezolano.

Robinson Zapata
Lic. en Estudios Internacionales y Abogado



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