Hoy más que nunca, es necesario que los Diplomáticos venezolanos salgan del “voto de silencio” para que sean ellos quienes den vivo testimonio de las transformaciones que actualmente vive la Cancillería venezolana y salir al paso al permanente desfile de falacias y descalificaciones que algunos sectores activistas de oposición pretenden venderle al país sobre el Servicio Exterior, esto sin dejar a un lado la crítica constructiva necesaria en todo proceso de transformación.
El Servicio Exterior constituye junto a la Fuerzas Armada Nacional, una de las dos carreras esenciales en el funcionamiento del Estado Moderno. Venezuela no ha sido la excepción a esta regla. Es en tiempos de Juan Vicente Gómez, cuando se inicia el proceso de institucionalización de ambas profesiones bajo el entendido que ambas serían Carreras de Estado, destinadas a dar continuidad y efectividad a las políticas públicas de Seguridad, Defensa, Integridad Territorial y Resguardo de los Intereses Nacionales. Es así, como nace el concepto de los Funcionario Diplomáticos de Carrera en el Servicio Exterior, que sería posteriormente perfeccionado en la antigua Ley del Servicio Exterior de 1961.
Un poco para
el entendimiento del tema, es importante señalar que en Venezuela,
los organismos ejecutores de la Política Exterior del Estado se dividen
en dos: los Centrales y los Externos; los Centrales,
son el Jefe de Estado, quien formula y dirige la Política Exterior
y ejerce la diplomacia de forma directa y personal o con su participación
en las Cumbres Internacionales, el Canciller de la República, que asiste
al Presidente y el Ministerio a su Cargo (el MRE, como órgano especializado
del Estado en esta materia). Por otra parte, están los Ejecutores Externos,
que están propiamente integrados por el Servicio Exterior, regulado
en la Ley del Servicio Exterior de la República Bolivariana de Venezuela
(reformada en agosto del 2005) y esta compuesto por la totalidad de
Embajadas y Misiones Permanentes acreditadas por Venezuela. A ello,
hay que agregar las Representaciones Consulares, que cuenta con
su propia ley (Ley Orgánica del Servicio Consular) pero su personal
se rige por las disposiciones de la Ley del Servicio Exterior.
El Servicio
Exterior y la Revolución Bolivariana
Con el ascenso
a la Primera Magistratura del Comandante Chávez, los organismos ejecutores
de la Política Exterior han estado “parcialmente alineados”
con el proceso de transformación de nuestra Política Exterior o mejor
aún, con la construcción de una verdadera Política Exterior, soberana,
independiente, con identidad y con vocería propia, pues la “Diplomacia
del Bipartidismo” (desplegada entre 1959-1998, período en el cual
los dos grandes partidos dominantes monopolizaron el Servicio Exterior)
carecía de posiciones soberanas y estaba subordinada y respondía a
lineamientos extranjeros. De forma deliberada, he dicho “parcialmente”
ya que, en estos últimos siete años, pese a contar con Cancilleres
leales a la labor encomendada por el Jefe de Estado, no se ha percibido
lo mismo del Servicio Exterior en general.
Tanto el Servicio
Exterior (Embajadas, Misiones Permanentes y Consulados) como el Ministerio
de Relaciones Exteriores, han estado plagados de funcionarios favorecidos
durante años por las dádivas de los gobiernos anteriores (con notables
excepciones), muchos de ellos amigos y familiares de la vieja clase
política proveniente de las trincheras de la Generación del 28 y del
Pacto de Punto Fijo. Aunque el mecanismo de Concurso Público para el
ingreso a la Carrera, favoreció la entrada de muchos profesionales
competentes al MRE, estos fueron quedando a expensas del clientelismo
y de los clanes políticos (para ascender o ser destacado en una Misión
Diplomática el funcionario debía carnetizarse o simplemente ser pupilo
de un Embajador de los clanes de AD o de COPEI, estos grupos disimulaban
sus círculos de militancia con los remoquetes ideológicos de “Democristianos”
o “Socialdemócratas”). De esta forma fue liquidándose lentamente
el espíritu de la profesionalización, que quedó finalmente a merced
de ciertos “diplomáticos” en comisión (nuevamente debo acotar:
con notables excepciones, como el Ex Canciller Roy Chaderton), que
se enquistaron en la Cancillería por años y casi terminaron controlándola
por completo, reduciendo a la Cancillería a un puñado de “Tribus”
y “Familias” que detentaron el sacro privilegio de Representar a
la Nación allende los mares. Esto ha sido un secreto a voces que nadie
se ha atrevido a señalar.
Sobre las ruinas
de una Cancillería cada vez más en decadencia, subordinada a los intereses
de una clase política comprometida con la estrategia de otros Estados
que favorecían la ejecución de una Agenda Hemisférica encarnada por
el ALCA, se iniciaron en 1999 los primeros esfuerzos por adecentar y
verdaderamente profesionalizar el Servicio Exterior, dando paso a nuevas
generaciones de profesionales comprometidos con el País y con la Revolución
Bolivariana. Pero esto no ha sido una tarea fácil. La nueva Ley del
Servicio Exterior, aprobada en el año 2000, que estaba destinada a
replantear el Servicio Exterior, resultó ser una gran traba, con graves
inconsistencias y un paquete de “Homologaciones”, que asimiló a
la condición de funcionarios de carrera a muchos que sólo tenían
el mérito de haber detentado los favores de los gobiernos anteriores.
Esta medida tuvo efectos nefastos y quedó demostrado cuando durante
el Golpe de Estado y el Sabotaje Petrolero, muchos de estos funcionarios
se incorporaron activamente en las acciones conspirativas, llegando
incluso a la osadía de preparar documentos de entrega al “Canciller
designado” por el gobierno de facto, pero lo más insólito, es que
muchos de ellos aún están el MRE.
Los
falsos íconos de la Diplomacia Bipartidista y los Avances de la Diplomacia
Bolivariana:
Es un lugar
común en los críticos de oposición, oírles decir que el actual gobierno
esta acabando con la Carrera del Servicio Exterior o que se está “Desprofesionalizando”
el Servicio Exterior, nada más falso que esto. Si se comparan las cifras
de funcionarios que ingresaron por Concurso al MRE durante los 37 años
(1961-1998) de lo que he denominado la “Diplomacia Bipartidista”,veremos
que no suman más de 250 Licenciados en Estudios Internacionales (la
Ley del 1961 sólo permitía concursar a los Lic. en Estudios Internacionales),
mientras que en los cuatro Concursos de Oposición realizados desde
el año 2000 hasta el 2005, encontramos que la cifra de ingresos por
Concurso se estima en 150 profesionales de diversas especialidades,
en sólo estos 7 años de gobierno. Esta cifras evidencia la falta de
voluntad de los gobiernos anteriores por profesionalizar el Servicio.
Por si esto no fuera poco, cabe destacar la poca regularidad con que
eran convocados los Concursos de Oposición y el reducido número de
plazas que eran ofrecidas, lo cual hoy ha cambiado drásticamente, dándole
oportunidad a un amplio espectro de profesionales. El concurso con más
plazas vacantes ofrecidas en tiempos de la Diplomacia Bipartidista,
no excedió de 23 plazas, mientras que en el último Concurso del
2005, el MRE ofreció 100 vacantes para el Servicio Exterior.
Otro mito muy
difundido por los “sesudos” expertos en Relaciones Internacionales
de la oposición, es la erudición e infalibilidad de los Señores ex
cancilleres de la “Diplomacia Bipartidista”, esto con el objeto
de desprestigiar y minimizar las capacidades y el compromiso de
los bolivarianos que han tenido la responsabilidad de dirigir el Despacho
de la Casa Amarilla. En este punto, hay que dejar que la historia hable
por sí misma. Basta recordar las lamentables gestiones del Dr. Ignacio
Iribarren Borges, quien fue el Autor material del Acuerdo de Ginebra
de 1966 con Inglaterra, que prácticamente anuló toda posibilidad de
reclamo bilateral de los Derechos Históricos de Venezuela sobre el
territorio Esequibo. Basta recordar las pésimas gestiones de Simón
Alberto Consalvi, cuando se renegoció la deuda y al triplicarse el
monto de lo adeudado lo único que dijo el Ex Presidente Lusínchi al
respecto fue: "Me Engañaron". Arístides Calvani, realmente
un Tótem de la Diplomacia Venezolana, a quien ciertamente todos los
colegas diplomáticos respetamos por su auténtica erudición y entrega
al país, ha dejado un pasaje oscuro en su inobjetable trayectoria cuando
siendo Secretario General de la Organización Demócrata Cristiana de
América, durante el gobierno de Luís Herrera, fungió como un especie
de “Embajador” de la Democracia Cristiana Internacional, la menciona
organización apoyo los gobiernos de Napoleón Duarte en el Salvador
y Vinicio Cerezo en Guatemala, que a su vez promovieron las labores
de persecución, violación de los Derechos Humanos y la Guerra Sucia,
con el fin de neutralizar a los movimientos populares de izquierda.
Miguel Angel Burelli R, fue un hombre carente de aplomo y prestancia,
que persiguió a los funcionarios de Carrera y practicó impúdicamente
el Nepotismo. El Canciller de Luís Herrera, Don Zambrano Velasco auspició
la famosa “Hipótesis de Caraballeda" con la cual Venezuela cedía
gran parte de sus aguas interiores debajo de la línea de cierre del
Golfo de Venezuela. Pero el ejemplo mas descriptivo del carácter subordinado
y desleal de la Diplomacia Bipartidista fue la destitución de Ignacio
Luís Arcaya Padre, cuando fue echado de la Casa Amarilla por haberse
opuesto a la expulsión de Cuba de la OEA, por lo cual los venezolanos
decentes y dignos le recordamos como el “Canciller de la Dignidad”.
Por otra parte,
es oportuno hacer justa mención a la calidad y preparación de los
actuales funcionarios en comisión (aquellos funcionarios designados
por el Ejecutivo Nacional para cumplir labores diplomáticas y consulares
en razón de la confianza y de su preparación). Actualmente y debido
a las actitudes poco constructivas y poco ética de algunos de los profesionales
del MRE, el ejecutivo ha debido apelar a la designación en comisión
de funcionarios para que ejerzan labores diplomáticas. Su compromiso
y su preparación han permitido llevar a flote esta compleja institución
en estos tiempos difíciles para nuestra Diplomacia. A diferencia de
la mayoría de los “comisionados” (-nuevamente acoto-con honrosas
excepciones) de la Diplomacia Bipartidista que apenas podían articular
una idea, los actuales poseen credenciales académicas y políticas
intachables pero además, han demostrado, humildad e identificación
con los valores del pueblo venezolano y un profundo compromiso con Venezuela.
Los vicios
que atentan contra la nueva Diplomacia:
Otras de las
particularidades de ese pequeño mundo de la Cancillería, que
se resiste aún al cambio, son la práctica de los vicios o deformaciones
de la Diplomacia, o lo que la Doctrina contemporánea ha denominado:
la “Diplomacia Paralela” y la llamada “Antidiplomacia”.
La Diplomacia Paralela, se refiere a toda aquella actividad internacional
desplegada por otros organismos del Estado no vinculados directamente
a la Ejecución de la Política Exterior, la cual suele ser ocasionada
por la pasividad de la Cancillería para aglutinar, centralizar y garantizar
la unidad de las Políticas del Estado, en su accionar hacia el Exterior.
Pero la Diplomacia Paralela ha desarrollado su matiz más despiadado
en la Cancillería venezolana, en la cual pequeños grupos políticos
asociados a poderosos intereses trasnacionales usan de plataforma a
la Cancillería para promover el resquebrajamiento del Estado desde
adentro de sus instituciones, haciéndonos perder el respeto y la amistad
de Naciones amigas y la credibilidad ante los Organismos Multilaterales.
Respecto a la Antidiplomacia, es lo que los autores han llamado la “Diplomacia
Antisistema” que se refiere al permanente complot y espionaje que
realizan grupos encubiertos en el seno de la institución, suministrando
información sensible a países vecinos y a países hostiles con la
finalidad de desestabilizar y perjudicar a la Nación. Ambas prácticas
han proliferado en los últimos años en la Cancillería como una especie
de mecanismo de resistencia de los representantes de la Diplomacia Bipartidista
que aún hoy se niegan a perder sus privilegios.
A modo de Conclusión:
Nada es más
poderoso que el cambio y el cambio es un proceso irresistible, algunas
veces suele ser gradual y armónico, pero cuando ese cambio genera resistencias,
desafía poderes y toca intereses, las transformaciones se aceleran
y son verdaderas rupturas abruptas. Sea como fuere, el Servicio Exterior
ha entrado en el trance del cambio, pero dicho proceso debe tener como
norte la consolidación de una Carrera Diplomática digna e integral,
que conjugue las capacidades del funcionario con su lado humano, a la
vez que su fidelidad a la Patria.
Finalmente
quisiera hacer referencia a las palabras que en una oportunidad ofreció
en una Conferencia en la Casa Amarilla, el Excelentísimo Embajador
de la República Dominicana en Caracas Manuel Morales Lama, diplomático
y académico de gran trayectoria. Él señalaba que la principal característica
de un diplomático es: “ser fiel a su compromiso con los intereses
del Estado que representa y una sólida formación”… pero también
dijo que a veces, se formaba gente para el Servicio que primero quieren
más el país donde están sirviendo que al país que le está pagando
sus servicios, cuando lo esencial del diplomático es su fiel compromiso
con la defensa de los intereses del Estado que representa. Creo sin
duda alguna, que este mensaje debe ser la esencia de un gran proyecto
de reestructuración del Servicio Exterior Venezolano.
Robinson Zapata
Lic. en Estudios
Internacionales y Abogado