Cundió el clamor, se corrió la voz, vienen por el Sur, otros vendrán por el Norte, por el Este no pudieron entrar, la bandera con pocas estrellas ondeaba a todo esplendor, la batalla se dio cuerpo a cuerpo, lanza en ristre, no hubo tregua, hombres furiosos, nadie cayó por inocente, ni los chavistas existían, hubo caricias, besos y abrazos, los arcabuces del rencor volaron en pedazos, la luna llena los orientaba, un silencio pasmado de frío entró por las venas del subconsciente, la distracción atraía a los más jóvenes y, las familias comenzaron a crecer, la tierra temblaba de alegría, ellos vinieron por las mujeres y, las mujeres por los hombres, una mezcla heterogénea pasito a pasito dentro del furor de la lucha, y sin ser vistos se fueron haciendo invencibles con el estandarte de la paz por delante, esta tierra es de guaiqueríes, ahora de españoles, de alemanes ojos azules y otros ojos verdes y, otros más perdidos sin idolatría. Aquí clavo mi estaca y ella es mía, bonita forma de procrear un batallón cuando se pedía una dama.
Los clarines no dejaron de sonar, y los gallos de medianoche se asustaron que de por sí es su mejor hora que escogieron para despertar a los que duermen, y cómo no recordar esos momentos hoy 14 de febrero como día de los enamorados, de los que harán Patria, de los que turbados de buenas ideas se enlazaron a la buena de Dios dentro del runrún de los Marines que algunos hasta habrán llegado a Panamá y, como este escrito es un reflejo de sentimientos encontrados es hora de abrir los ojos al mundo y cantar victoria. Aunque a muchos no les guste dentro de lo inaudito todo es posible que, así como ellos no se rindieron en su lento batallar le dieron prosperidad y un concierto de amor dentro del nacimiento de la unión que en este exteriorizar de ideas, se conjuga un revoltillo de apellidos que se entrelazaron a la buen de Dios y formaron miles o, quizás millones de familias que salieron del primer Marín que nos llegó por la mar a acabar con el cuento que en estos días se desliza como un contrabando de nuestros Marines que fueron los deseados, no los que posiblemente algún día vendrán a sembrar muerte, pánico, dolor, angustia.
Y entonces vino todo un árbol genealógico que arrastra grandes familias por el Marín que se unió como el primer intruso que penetro la isla con pantalón abombado y guayabera y, a toda Venezuela como un eslabón de la creación fortuita. Y así tenemos: Marín-Rojas, Marín-Ordaz, Marín-Rodríguez, Marín-Hernández, Marín-Fuentes, Marín-Millán, Marín-Dellán, Marín-Villalba, Marín-Figueroa, Marín-Fermín, Marín-Vargas, Marín-Martínez, Marín-Marín, Marín-Guerra, Marín-Tineo, Marín-López, Marín-Mujica, Marín-Navarro, Marín-Velásquez, Marín-Gómez, Marín-Caraballo, Marín-García, Marín-Rivas, Marín-Romero, Marín-Tillero, quienes son en parte un asomo de la gran familia de los Marines que queremos y se nos ensartó en la sangre nacional.