"Yo amo a Colombia, la Colombia profunda que quiere la paz y no la Colombia de la oligarquía santandereana, que quiere la guerra".
Hugo Rafael Chávez Frías
Mientras el Presidente Nicolás Maduro hace lo imposible para que el pueblo venezolano pase una Navidad en paz y anuncia la entrega de perniles y productos para la hallaca de los venezolanos, en Colombia el Presidente Iván Duque acelera su política de "Seguridad Democrática" - herencia de Uribe - para permitir que los paramilitares hagan la guerra en la frontera.
El afán del vecino país - miembro de segunda de la OTAN - se centra en su papel de perrito faldero al pronunciar discursos en Paris contra Venezuela, mientras varios compatriotas colombianos son detenidos por la policía francesa al desenmascarar a "Uribito", muñequito de torta quien ahora cumple el papel de verdugo y ordena asesinar en el poco tiempo de su mandato, a más de un centenar de luchadores sociales del vecino país.
Paralelamente, por las calles de Bogotá, millares de estudiantes son atacados con bombas lacrimógenas por la policía, al exigir en marchas masivas, presupuesto para las universidades y educación gratuita y de mejor calidad.
Para estrenarse en su mandato el hijo de Uribe, a similitud del recién electo presidente del Brasil Bolsonaro, anuncia medidas neoliberales e incrementa los impuestos (IVA) a los colombianos, en productos de la cesta básica y hasta en legumbres y tubérculos que consume el pueblo neogranadino.
La muerte de tres guardias nacionales venezolanos por manos de fuerzas irregulares y paramilitares en la frontera con Colombia en el estado Amazonas, representa una nueva escalada con propósitos bélicos de parte de la oligarquía colombiana contra la Patria de Bolívar.
Como lo dijo el ministro de la Defensa venezolana Vladimir Padrino López - debemos estar alerta ante las provocaciones del gobierno de Colombia, quien se niega a conversar con el Gobierno venezolano a pesar de los llamados del Presidente Nicolás Maduro para un diálogo entre vecinos.
La respuesta no se ha hecho esperar y sobre el tema, el canciller Jorge Arreaza expresó - el Gobierno de Colombia se niega a mantener la más mínima comunicación en un ambiente de paz, la cual siempre ha enarbolado el Estado venezolano y más con la llegada del Comandante Hugo Chávez Frías al poder en 1998, con la Revolución Bolivariana.
Hoy en nuestro estado fronterizo del Táchira a pesar de superar acciones irregulares de paramilitares y traficantes de droga por parte de nuestra Fuerza Amada Nacional Bolivariana, FANB y del protector Freddy Bernal, las acciones de contrabando de alimentos y de combustible (diésel y gasolina) continúan por las trochas y puestos fronterizos de nuestro país (Táchira, Zulia, Apure y Amazonas).
Si bien - como sostienen algunos internacionalistas - la frontera en el occidente venezolano es una "frontera viva", allí los intereses de una mafia (colombo- venezolana), sigue con sus negocios fraudulentos sin que los reiterados anuncios de un aumento del precio de los combustibles - a precio internacional - se hayan concretado por parte del gobierno venezolano.
Se ha dejado correr la arruga muy a pesar de conocerse la respuesta, ya más que sabida del espíritu belicista del gobierno de la oligarquía colombiana. Mientras tanto el tiempo transcurre y la estrategia del dólar Cúcuta traspasó la frontera y ahora de manera descarada, con la complicidad de algunos venezolanos apátridas, tratan de imponer su moneda (el peso) en territorio venezolano.
Hemos sostenido en anteriores oportunidades al abordar la delicada situación con el vecino país y a la luz de la historia, que su espíritu de traición desde la separación de las dos repúblicas en 1830 (Paez-Santander), estamos condenados en el tiempo a soportarnos en paz como dos países hermanos.
No es nada fácil para el Estado venezolano tener que convivir con un "vecino incómodo", pero la realidad y la historia nos han demostrado que no es imposible lograrlo y sólo la presencia de hombres con espíritu de buena voluntad y con la participación de nuestros pueblos, lo podemos lograr.
La magnanimidad del Libertador se agotó con la traición de Francisco de Paula Santander y la de venezolanos como José Antonio Páez, quienes aún se pasean por nuestros dos países. En el Táchira y en los 2.219 kilómetros que nos separan, conviven muchos compatriotas que van y vienen por nuestra frontera.
Los pueblos tienen una manera muy natural de hacer diplomacia y llevar una vida en paz en todas las fronteras del mundo. Una cosa es la confraternidad y la convivencia de nuestros pueblos por razones históricas, geográficas y culturales y otra cosa es la política de agresión que maneja, en nuestro caso, la oligarquía colombiana junto a las mafias de paramilitares y narcotraficantes quienes se quieren apoderar de la frontera.
Ante este dilema debemos establecer una presencia activa en nuestras fronteras, apoyados en poblaciones arraigadas en cultura y en identidad nacional y respaldada por la unidad cívico-militar la cual nos caracteriza en tiempos de la Revolución Bolivariana y marca la diferencia con el vecino país.
Mientras por el Táchira se pasea un fantasma santanderista, representado por mafias y mercaderes de la droga, camuflados y protegidos por paramilitares; nuestra defensa clama y exige una mayor presencia cívico-militar, la cual debe ser intensificada para impedir que las inversiones y el lavado de dinero hagan estragos. (Ver los Registros fronterizos y movimientos bancarios)
Más allá del contrabando de gasolina que no sólo debe ser frenado con precios internacionales sino con un control directo del Estado sobre las estaciones de servicio, porque allí también debe haber una revisión a fondo ya que es donde pululan algunos capos contrabandistas. (Revisar a fondo las concesiones de gasolineras en la frontera)
Para evitar la fuga de gasolina y diésel que a veces cuenta y tiene puerta franca por parte de agentes de seguridad y vestidos de verde oliva en los estados fronterizos, se deben renovar y cambiar permanente los agentes de seguridad y los guardias nacionales en los puestos de comando fronterizos y en las alcabalas.
La llegada de sistemas de control QR (Tarjeta Mi Patria) y los nuevos métodos en la frontera para evitar el contrabando, son una medida urgente y anunciada pero que no se ha hecho efectiva. Esto es un alerta.
Mientras sigamos permitiendo que el peso colombiano y el dolar circulen libremente por territorio venezolano y no lo paremos a tiempo, a través de un efectivo control y régimen legal cambiario, estaremos abriendo las puertas para la colombianización del Táchira, con la complicidad de venezolanos y de las mafias de Cúcuta, herederas naturales de Francisco de Paula Santander y de José Antonio Páez.
¡Amanecerá y veremos!