De la inmigración y otros males

El derecho a emigrar, la libre movilidad en busca de un mejor futuro o simplemente un cambio de escenario para esta gran tragicomedia que algunos llaman vida, siempre fue algo normal y natural para el animal humano. Lamentablemente, como todo lo demás en el mundo capitalista neoliberal cada vez más animal y menos humano, la inmigración se ha vuelto un excelente negocio, sea con el tráfico de personas, los sistemas de prisiones en manos privadas o utilizando el fenómeno para obtener prebendas y votos.

El payaso anaranjado Donald Trump, ya en plena campaña electoral utiliza el tema como una de sus banderas principales para conservar el voto de duro de su ignorante base ultra nacionalista. Los partidos de ultraderecha en Europa ganan simpatías y seguidores, incluso elecciones, utilizando a los migrantes como chivos expiatorios para todos los males que aquejan al ya viejo y gastado continente.

Las nuevas repúblicas bananeras, o debiéramos llamarlas narconeras, piden “ayudas” en dólares para solventar los problemas de la “crisis migratoria”, dólares que eventualmente se pierden en los inmensos bolsillos de las oligarquías gobernantes y sus socios.

El infame muro del Donald Trump, se está convirtiendo en un gigantesco negocio para las constructoras de siempre, y las empresas de seguridad, en especial las del estado sionista y asesino de Israel, están aumentando sus ingresos y el valor de sus acciones exponencialmente gracias al “problema de la inmigración”.

Mientras las mafias ganan millones de dólares, miles de desplazados pierden sus vidas tratando de conseguir un futuro mejor en el mal llamado “primer mundo” y millones atraviesan todo tipo de sufrimientos durante largas y peligrosas travesías y en improvisados campos de detención donde las condiciones de vida son verdaderamente inhumanas.

Lo primero que tenemos que entender, es que la gran mayoría de los inmigrantes de hoy en día no viajan por placer ni para cambiar de aire. La inmensa mayoría viene huyendo de la destrucción y la muerte producto de las guerras de ocupación desatadas por los mismos países a los que intentan llegar tan desesperadamente. Todas estas guerras tienen un solo motivo los recursos naturales que las naciones del “tercer mundo” poseen para bien o para mal en grandes cantidades.

Muchísimos de los cientos de miles de personas que se ven obligadas a emigrar, lo hacen debido a las ilegales sanciones económicas que aplican a diestra y siniestra el gobierno de los Estados Unidos y sus jalabolas en las otras potencias occidentales, bloqueos y sanciones que deterioran fuertemente las economías y destruyen el nivel vida de los habitantes de las naciones que no quieren “dar su brazo a torcer”( en palabras de Obama) o sea que no quieren entregar su dignidad, su soberanía y sus inmensas riquezas a las transnacionales occidentales de la muerte.

Por supuesto otras de las principales causas del gran problema en que se ha convertido la inmigración son: la pobreza, el desempleo y la violencia criminal que inevitablemente traen las políticas económicas neoliberales y su fraudulento cuento de austeridad permanente (austeridad que solo afecta a la inversión social pero que llena los bolsillos de los ricos y poderosos) y por supuesto el desastre climático cuyas causas principales son las políticas de mal desarrollo impulsadas por la dictadura de las corporaciones transnacionales.

La solución a los problemas de la inmigración ya sea legal o ilegal no va a encontrarse en la construcción de muros, ni en los drones de vigilancia, mucho menos en la militarización de las fronteras. La solución es mucho más fácil y económica, lo único que se necesita es voluntad política y un poco de empatía y solidaridad.

Debe comenzar por ponerle fin a todas las guerras que por recursos desatan hoy, directa o indirectamente, las potencias occidentales y sus corporaciones. Pero sobre todo, se deben terminar los bloqueos y las agresiones económicas de las grandes potencias contra los países en desarrollo y acabar de una vez por todas con el fraudulento sistema neoliberal y sus políticas de saqueo y despojo.

Pero quizás eso sería pedirle demasiado a las elites enfermas que hoy gobiernan el mundo y a sus políticos lacayos siempre arrodillados ante el poder corporativo.



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Gustavo Corma


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