La Contraloría social es una poderosa herramienta para observar y valorar desarrollo de iniciativas, tanto el campo de las políticas públicas, como en el desarrollo de otra actividad que cualquier grupo humano se proponga. La contraloría permite precisar cómo el “deber ser” es un punto colocado en un lugar posible de llegar o cómo una propuesta es tomada y valorada por unos actores.
Un grupo importante de intelectuales a fines al proceso realizaron en estos días un seminario y creo que colocaron sus respectivos dedos y neuronas sobre unas ulceritas que están ahí, pero no sabemos si esas “ulceritas” a las cuales se refirieron los intelectuales, serán tratadas oportunamente para evitar que se transformen en llagas malignas. A decir verdad, los intelectuales reunidos en el seminario no fueron muy lejos en sus discusiones, porque simplemente apuntaron o señalaron situaciones ya muy discutidas y planteadas con anterioridad. Aporrea es una especie de gran pizarra nacional donde se han anotados las cosas que los intelectuales precisaron.
Los intelectuales señalaron (más o menos) los siguientes puntos
1) El PSUV está como en un dilema: Ser o no ser Partido Político, porque hasta donde uno conoce, un partido es un grupo de “sujetos políticos” cono ideas acoradas y no acordadas y en procura de construir consensos para actuar. Los intelectuales y con sobradas razón, proponen casi fundar o crear (después de más de un año de “existencia”) al PSUV y darle (como es natural) una dirección colectiva.
2) Los Medios de comunicación públicos o del Estado “muy poco han colaborado con el establecimiento de un pensamiento crítico[1]. Esta conclusión del encuentro, se asoma como uno de los aspectos claves que la contraloría social debe determinar. No deja de ser muy cierto, que las voces críticas dentro del proceso no tienen mucha salida. Si no fuera por Aporrea, esas voces críticas no sonaran.
3) El Estado insiste en absorber a los movimientos sociales y eso disminuye la posibilidad de avanzar en un pensamiento crítico. Si esta conducta toma cuerpo, queda sin posibilidades de concreción el principio constitucional de democracia participativa y protagónica.
Los intelectuales sacaron a la calle (lo he visto sólo por Aporrea) estos tres importantes asuntos que traté de recoger en los tres puntos anteriores. Ahora nos corresponde a nosotros (el común) hacer contraloría social para ver cómo avanza todo esto y hasta dónde son capaces de llegar los intelectuales. En criollo, necesitamos ahora saber o comprobar si el plátano verde efectivamente mancha.
Son dos procesos de contraloría distintos. Uno de estos dos proceso contralores, debe fijar la atención en cómo se recibe y procesa los planteamientos de los intelectuales por parte de la institucionalidad revolucionaria. En consecuencia, cada uno de nosotros puede ejecutar esa contraloría fijándonos en lo siguiente: 1) Cuántos minutos o segundos fueron utilizados por la Red de medios públicos para reseñar el encuentro, 2) Cuántos minutos o segundos han estado en los medios públicos algunos de los intelectuales que participaron en ele evento para exponer las conclusiones del seminario, 3) Cuántas reuniones de trabajo se planifican y realizan entre el PSUV y una Comisión de Intelectuales para trabajar conjuntamente aspectos y temas. Si los datos no son muy alentadores, entonces estamos en presencia de una situación contraria a lo que decimos que defendemos y queremos: participación democrática y protagónica.
La segunda contraloría un poco independiente de la primera, se orienta a precisar y determinar el “carácter orgánico” de nuestros intelectuales. Esa contraloría entonces debe procurar encontrar evidencia empírica para responder algunas preguntas, entre la s cuales pueden establecerse las siguientes: 1) Que acciones programan los intelectuales para comunicar sus ideas y preocupaciones, 2) Cuántas de las acciones programadas por el grupo de intelectuales se ejecutan para exponer antes los colectivos revolucionarios sus ideas, 3) Cuántos reuniones de trabajo, foros, encuentros realizan los intelectuales para “empujar” sus ideas. 4) ¿Cuántos foros se realizaron en el ámbito nacional para exponer estas ideas? Si la actividad del grupo ofrece como resultado un intenso trabajo; estaremos entonces frente a una gran fortaleza, porque se puede sostener que tenemos intelectuales orgánicos. Si los datos no parecen confirmar ese intenso trabajo; la realidad puede ser calificada como “jodida”, porque estamos lejos de contar con intelectuales orgánicos, que en definitiva son un importante recurso para empujar una revolución
evaristomarcano@cantv.net
[1] Esta referencia fue tomada de la nota de prensa aparecida en Aporrea y cuyo título fue: Finalizó reunión de intelectuales de izquierdas tras intensos debates