Al camarada Regino

Estando frente a mi computadora, haciendo lo que rutinaria y placenteramente realizo cada noche antes del reposo diario nocturno, como es escribir y leer, recibo una muy triste noticia que me transmitió mi compañero Jesús Montero, que actuando como heraldo afligido me balbuceo la partida terrenal de nuestro camarada Regino Tudares.

A Regino “El Tudares”, como solíamos llamarlo, lo conocimos hace poco mas de dos años cuando su larga y desgarbada figura nos atendió, para realizarnos la entrevista que como requisito nos permitiría entrar en la “corporación”. Fue una primera conversación donde pude apreciar a un tipo que sentía como suya la causa revolucionaria dentro de la compañía y que entendió que era el momento de actuar dentro de ella de manera protagónica. Había ganas de hacer el trabajo, para revertir lo que no considerábamos el papel que venía desempeñando CANTV y que no estaba acorde a los tiempos de revolución que estábamos viviendo, desde la novel trinchera de Transición al Socialismo. Su acento “maracucho maracucho” lo aderezaba con esa risa de un agudo acentuado y un gesticular de sus extensos brazos, que ilustraba mas su conversación. Caminaba a zancadas lentas, pero cada paso recorría mas distancia de la habitual nuestra. Buen conversador y con la curiosidad aun innata, cuando algún tema le parecía interesante y quería saber más de él. La mezcla de jovialidad, terquedad, irreverencia y responsabilidad no era muy apreciada por algunos que no veían con buenos ojos, el surgimiento de una nueva casta gerencial, con ideas de socializar una empresa de elites y dirigida hacia las elites. Regino y otros camaradas como vanguardia, se encargaron de horadar ese grueso muro que separaba a la vieja CANTV de su entorno comunitario y de la realidad social e impulsar la nueva, que aun pretendemos afianzarle el mote de socialista de manera tangible y no como un sofisma.

Uno de las cosas que pudimos apreciar y que es algo difícil de mantener era la lealtad hacia su equipo, hacia sus pares, hacia los que el consideraba los suyos, no como propiedad o que pensaran como él, sino aquellos donde la camadería se imponía a la envidia. La defensa de su entorno laboral y los que en el coexistíamos le era imprescindible, aunque hubo reprimendas para equilibrar la convivencia, como pasa en toda familia. Pero, había estimulo a lo realizado, sin reparar la magnitud, lo importante era la satisfacción de uno por satisfacer al colectivo al que nos debíamos.

Del que se va, no solo por tradición humanitaria hay que hablar bien. Hay que hablar bien porque la naturaleza humana como creación divina nos dice que debemos ser buenos y que este bienestar se exprese en lo que llamamos sentimientos y valores. Lo que consideramos malo de una persona, que no sea premeditado o realizado para dañar, solemos decir que son nuestros errores. Pero aquí no estamos para juzgar los errores de Regino, sino para decir que con esos errores y todas sus virtudes lo extrañaremos y nos hará un falta enorme, porque el espacio físico que el ocupaba en cualquier ambiente en que se encontrara, no lo llena nadie, porque nadie llena nuestra partida. Solo lo que llamamos consuelo y el recuerdo de su actuar, junto a la creencia de un mejor lugar al lado del Creador, nos reconfortará hasta que nuestro tiempo terrenal llegue a su fin.

Se siembra un compañero, se libera su espíritu y a partir de ahora los que mantenemos la vital presencia en este mundo, tenemos como tarea recordar tu talante, porque aunque no somos inmortales, el tiempo que nos queda es para aprender que no lo somos y que nuestra perecedera presencia nos debe servir para recordar los que partieron antes.

Hasta siempre camarada Regino, para allá vamos todos.

(*) Ing

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Carlos J. Contreras (*)


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