Burocracia

Lo impide todo o casi todo. Es hija del Estado clientelar y paternalista. Impregna los intersticios de todas las instituciones, particularmente las públicas. Se expresa en las prácticas anquilosadas de trabajo y en las estructuras mentales salpicadas de desconfianza e ineficiencia. Por eso he venido sosteniendo con insistencia en varios de mis escritos desde diciembre del 1998 que, para enfrentar ese mal heredado, necesitamos elevar nuestra capacidad de gobierno.

Así se lo traté de expresar al Presidente Chávez y a quienes nos acompañaban, aquella inolvidable noche del 20 de diciembre de 1998 en la Viñeta, época en la que merodeaban en los alrededores del Círculo Militar una variopinta de oportunistas, arribistas y advenedizos, locos por ponerle la mano a los cargos para estar así ¡a donde hay! y quitar al otro ¡para ponerme yo!.

Algunos de ellos con títulos honoríficos, incuestionables grados militares, elevadas credenciales académicas, numerosas publicaciones y amplia experiencia en la lucha electoral y político-social; pero, sin la más mínima experticia para gobernar y mucho menos para hacerlo con eficiencia, probidad y rectitud.

Les ayudaba el enorme caudal electoral que inesperadamente elevó la gobernabilidad del recién electo Presidente. Si la capacidad personal de gobierno no les favorecía mucho, aún menos les ayudaba la capacidad institucional de gobierno a la que tuvieron que enfrentarse.

Allí se encuentra parte importante de las causas de las ineficiencias del proceso bolivariano.

La Constituyente, y muchas otras contiendas electorales, requirieron el uso del elevado capital político acumulado por Chávez, quien con su carisma, liderazgo, intuición y sabiduría popular, aunado a una buena dosis de aprendizaje de gobierno y de suerte, ha logrado superar los obstáculos y remontar cuestas peligrosas que se le han venido presentando.

Aquella noche del 20 de diciembre de 1998, al iniciar mi intervención, sentencié con fuerza a Chávez: "Sr. Presidente, no quisiera estar en su pellejo, me imagino las presiones a las que estará sometido". Pues sabía lo que se le avecinaba a quien, con la mejor buena intención, se proponía conducir los destinos de la patria sin estar, para ese momento, suficientemente preparado para el exigente y complejo ejercicio del gobierno.

Por eso, he saltado a rabiar de alegría, al ver el pasado domingo 19 de septiembre, en el "Aló, Presidente", cómo el Sr. Presidente, con la mayor humildad y sinceridad, en una actitud autocrítica manifestó, de viva voz, lo que he tratado de alertar desde aquellos días: ¡Nuestro principal enemigo somos nosotros mismos!.

Por nuestra incapacidad para conducir procesos creativos, complejos, dinámicos, cambiantes y plenos de incertidumbre. No es Bush, ni el imperialismo. No es lo mismo ganar elecciones que gobernar. Se requieren conocimientos, actitudes, competencias, pericias, habilidades y destrezas que sólo se pueden garantizar con una buena experticia en ciencias y técnicas de gobierno.

Y también se necesita humildad, creatividad y disposición para aprender de los errores, que nos permita apropiarnos de un método correcto para enfrentar con éxito los problemas que se nos presentan.

A pesar del elevado coeficiente de fricción burocrático que persiste en la administración pública nacional, estadal y municipal, la burocracia puede y debe ser derrotada. Pues, como lo señalara Lula en Manaos: "Chávez, si no derrotamos la burocracia, no será posible la integración de América del Sur". Y tiene razón, porque de no derrotarla no serán totalmente exitosos, ni siquiera los proyectos políticos que ambos encarnan.

Para gobernar y hacerlo bien, se requieren cualidades que, tanto Lula como Chávez poseen. A la vez, es imprescindible armarse de un método de gobierno adecuado, que oriente la acción pública y permita derrotar la burocracia, de lo contrario, se nos hará muy difícil cumplir a cabalidad nuestros compromisos electorales y existenciales.

Profesor Universitario




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Hugo Moyer Agostini

Ing. Químico (1975). Postgraduado en Macroeconomía, Planificación y Creatividad Aplicada Total. Profesor Titular jubilado de LUZ (1997). Presidente Honorario de la Escuela Latinoamericana y Caribeña de Ciencias y Técnicas de Gobierno (ESCOLAG). Ha sido el primer Director del Instituto Zuliano de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (IZEPES) y del Centro Latinoamericano de Altos Estudios de Gobierno (CELAEG) Ha sido asesor de Rectores de varias universidades, Alcaldes y Gobernadores, así como de la Presidencia de PDVSA y PEQUIVEN. Vive para la POLÏTICA y se resiste a vivir de la política.

 escolagzulia@gmail.com

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