María Juana Alarcón de Parra, nació un 14 de agosto de 1927 en los confines del paramo El Escorial. Tiene 14 hijos. Se caso de 23 años, su esposo, José Ángel Parra, barines. Hoy Vive en La Mucuy Baja merideña, antiguamente conocida como El Salado.
Vivió en La Isla, Mucuy parte alta. Hace 49 años compro el terreno que hoy habita. Primero construyo la sala con tapias, luego un cuarto, después vino la cocina junto a dos corredores con piso de tierra. Colocaba latas en las ventanas para detener el viento.
Son cuatro hermanos, dos hembras, Otilia era una de ellas. Los varones ya partieron, Guillermo y Eduardo. Su mama tenía un solo hermano el cual llego hasta los noventa y nueve años, nació finalizando 1899.
Juana relata que de su mama aprendió oficios de hombre, cuando se caso lo único que no hacía era arar, -cuenta- era un achaque de los viejos que las mujeres no podían surcar.
Ayudaba a su papa a guiar bueyes, llevaba la yunta, agarraba la garrocha, iba adelante guiando, por donde caminaba la seguían los animales. Nunca fue ni un día a la escuela.
La carretera era de tierra y piedra, veía grandes camiones que iban hasta la quebrada La Mucuy a cargar arena y rocas. Por donde usted mirara había café, cortes de comida, barbechos de maíz, caraota, caña, ahorita no hay nada de eso, solo casas. Una arroba de maíz valía seis bolívares, una panela un real.
Aprendió de su madre hacer la chicha de maíz para Noche Buena. Había que forjarla y cuando se hacían cayapas, para darle a los cayaperos, también cuando habían fiestas.
Mire es muy fácil, desgranas maíz y lo sancochas, de seis kilos en adelante, todo en una olla de barro prendida con leña, dejas que hirviera por una hora, no muy cocido, porque se espesa, luego lo abandonas en la cacerola hasta el otro día.
Uno se levantaba muy temprano a molerlo, después esa masa la desataban en agua y se colaba, colocándolo a cocinar y revolviéndola, si se deja sola se ahúma y si se asienta, la masa se quema, había que darle paleta, cuando hierve se bajaba del fuego, dejándolo reposar, luego se hervían unas dos panelas, haciendo un guarapo dulce, se le agregaba canela, guayabita, clavitos, todas las especies dulces.
En seguida se le echa la masa a ese guarapo y empezabas a colarlo para sacar los grumos, que no quede tan espeso ni aguarapado.
Esa vasija se tapaba y al otro día se revolvía con una paleta, ya empezaba a enfuertarse y había que repartirlo. Duraba hasta tres días en mollas de barro, manteníase frio y fermentado.
09/06/2010
Hasta mas pronto...
Miguel A. Jaimes N.
@migueljaimes2