A los escuálidos (a los que puedan quedar por ahí) no les gusta que uno los señale como responsables de los errores que todavía se cometen en la administración pública.
De repente, y de la manera más absurda e inexplicable, se vencen unos alimentos, unas semillas de papa, unas medicinas y aparece una inmensa cantidad de comida en un vertedero de basura, y los escuálidos pretenden que no pensemos en un plan orquestado desde afuera y desde adentro del Gobierno para hacerlo aparecer de la noche a la mañana como criminal frente a todo el país.
¿Quiénes han sido por más de 10 años los que han practicado de manera sistemática y recurrente el uso del alimento del pueblo como arma de guerra para tratar de desestabilizar y derrocar al Gobierno?
Hoy, y desde hace ya varios años, casi el 70% de la gestión pública se va en perseguir y enjuiciar a grandes cacaos de la empresa privada que temerariamente han dejado de lado su oficio para dedicarse al delito de la especulación, el acaparamiento y la promoción del golpismo como única fórmula de desempeño empresarial.
Es la práctica de delincuentes, que someten al funcionario público a la asfixiante presión del soborno y de la comisión para asegurar así los jugosos contratos que logran con el Estado, porque, como se sabe, no existe posibilidad de corrupción que no sea inducida por un sector privado obsceno y repugnante que desprecia a muerte al Gobierno pero no su dinero.
Como hemos dicho hasta la saciedad; si un funcionario es bolivariano, se viste de rojo, marcha desde la primera hora del día hasta la noche detrás del Presidente, no se despega del televisor durante las cadenas presidenciales, fue combatiente guerrillero y se sabe de memoria los discursos del Che y de Fidel Castro, pero deja podrir la comida del pueblo porque repartirla no era el negocio sino comprarla a la empresa privada y obtener de ella una jugosa comisión, o simplemente no supo completar el formalismo de la aduana porque esa tampoco era su responsabilidad, entonces no es revolucionario sino escuálido del corazón y del alma. O está vencido.
En todo caso, es obvio que la revolución está hoy amenazada por perturbaciones que sólo una revisión a fondo de esa estructura intermedia del Gobierno pudiera frenar. ¿Qué esperamos?.
albertoaranguibel@gmail.com