El Horizonte

Frente a un auditorio mundial preparado por los medios para su ensalzamiento, colmado de millones de seres humanos ávidos de justicia; “el muchacho de la película” no hace más que defraudar. No una sino varias muertes consecutivas a lo largo de dos décadas, sin apenas haber resucitado: Éste es el saldo de la promesa neoliberal. Fracaso que tiene su efecto de superficie más visible en el desplome de los mercados financieros que escalofrían al mundo. Ante este sombrío y desolador paisaje, se reunieron en la universidad de Birkbeck, Londres, en marzo del año pasado, las figuras intelectuales más brillantes de la actualidad, a fin de renovar “la idea de comunismo”. Este encuentro se repetirá este año y tengo el honor de ser un humilde invitado. Personajes como Alain Badiou, Terry Eagleton, Toni Negri, Edgar Morin, Jean Jameson, Alessandro Russo, Gianni Vattimo, Paul Virilio, Slavoj Zizek y muchos otros de todos los confines, se reunirán para tal fin, este julio. En la carta de invitación, Badiou dice: “La hipótesis comunista sigue siendo una buena hipótesis y como apuesta ética también funciona. No vemos ninguna otra. Si la humanidad tuviera que abandonar esta hipótesis no quedaría nada en un imaginario vaciado de objetivos. Nada en lo absoluto para guiar la acción colectiva. No hay otro tema que valga la pena a la hora de la filosofía. Lo que nos impone entonces el sentido común como misión, como obligación con la especie y con la tierra, es hacer realidad la hipótesis. Contribuir a que la idea original, tome cuerpo y pueda desplegarse más allá del estado-partido del socialismo real y del liberalismo del individualismo desvergonzado; para que un nuevo modo de existencia sea posible”. Se trata entonces de lo concreto. Badiou ha rastreado esa idea desde Sócrates y Platón, pasando por Spinoza, Marx, hasta nuestros días. Siempre allí, siempre posible pero acorralada y aplastada la más de las veces, o traicionada por aquellos que confunden lo difícil con lo imposible y prefieren vegetar en la poltrona del cinismo utilitarista y hedonista de la supervivencia inmediata. Lo que Nietzsche llamó “el último hombre”. Así actúan los renegados de ayer, hoy y siempre: Piensan la política como el arte de lo posible, es decir de esquivar lo peor evitando lo mejor; aunque tengan que renunciar a los sueños en función de la opción menos mala. El escritor judío Artur Felmann, decía que este precio lo pagaron los rabinos de derecha, entregando a los nazis a los judíos comunistas, a fin de granjease la sobrevivencia a costa de la vida misma. Para Badiou, la idea de comunismo sobrevive a sus fracasos y desgracias, a pesar de sus doctrinaritas, apologetas y estalinistas. “Su estallido regresa de cuando en cuando como un fantasma militante, un espectro incesante y persistente, que lo intenta de nuevo aun más cerca pero siempre lejos y aun ahora lejos, fracasando de nuevo, fracasando mejor, hasta encontrarse a lo que busca”, diría Beckett en su obra, Rumbo a lo Peor. Badiou representa ese espectro como “el horizonte utópico de cualquier proyecto emancipatorio radical y actual”. Una idea guía para retroceder y avanzar, una aventura para dar saltos, perderse y encontrarse de nuevo. Lo dice así: “El comunismo es un instrumento para oponernos a la catástrofe del capitalismo-incluida la izquierda-”. Los que buscan una receta se equivocan. El propio Marx se burlaba de “los cocineros del futuro”. A ellos los remitía al lema adoptado de Babeuf y Louis Blanc: “Una sociedad de cada uno según su capacidad y habilidad; para cada uno según su necesidad; para que el cuerno de la abundancia se derrame por igual con toda su riqueza, sobre todos los hombres y con ello, el individuo emancipe su fuerza haciendo posible, con sus semejantes, el reino de la libertad”.

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Juan Barreto

Periodista. Ex-Alcalde Metropolitano de Caracas. Fundador y dirigente de REDES.

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